“Compartir una hermandad por medio de la música y el ritmo” es el sentir de los maestros de la agrupación musical Corazón Folclórico, Manuel Cuéllar y Paulet Chavira, quienes compartieron una clase maestra de danzón en el marco de las celebraciones por el Mes de la Herencia Hispana en la Biblioteca del Congreso de Estados Unidos.
“Nuestra misión aquí es difundir nuestra cultura, celebrar nuestra herencia latina y por medio del danzón celebrar específicamente el legado afrodiaspórico, afrocaribeño que muchas veces es invisibilizado en la latinidad y recordar cómo en nuestro cuerpo llevamos esos ritmos más tropicales que nos remiten a ese legado de Africa y Cuba”, dijo a la Voz de América, Manuel Cuéllar, maestro de danzas de Corazón Folclórico.
El ambiente era imponente en la biblioteca del Congreso y se empezaba a calentar a los acordes del danzón. La cadencia de la música atrajo tímidamente a los bailadores cautivados por el ritmo que paso a paso daban forma al también considerado baile nacional de los cubanos.
“Siento mucho orgullo ver que el danzón que yo conozco, que se baila en las plazas de Tamaulipas, en las plazas de México, llegue ahora a un escenario tan importante como lo es la biblioteca de Congreso de EEUU. Este es un gran reconocimiento para la cultura mexicana”, dijo Paulet Chavira, instructora de danzón de Corazón Folclórico.
“Es importante que los latinos compartamos nuestra cultura porque nosotros lo hacemos como lo vivimos. Siento que es muy importante que sigamos aprendiendo, creciendo y compartiendo nuestra herencia cultural”, agregó Paulet Chavira.
A los acordes del danzón
Uno, dos, tres…uno, dos, tres, así se daba inicio a la clase maestra tras un previo calentamiento y poco a poco los movimientos del cuerpo se empezaban a entrelazar para dar forma y figura al tradicional danzón que tiene su origen en Cuba allá por el siglo XIX.
Los interesados en aprender no sólo de los movimientos sino de la historia del danzón escuchaban con atención las indicaciones de los maestros y sobre los orígenes de este tradicional baile y cómo fue su exportación de Cuba y adaptación en México.
Un poco de historia
“El danzón es una adaptación cubana de las danzas europeas como la contradanza francesa, que fue un legado proveniente de Haití y que se origina, según registros, allá por el año 1840 entre La Habana y Matanzas, pero a México llega con los exiliados cubanos, con los músicos más o menos en 1890”, explica Cuéllar.
Su Majestad el danzón, nos atrevemos a llamar así a este género, baile de salón cubano, y después, con el correr de los años, por adopción, baile de salón por excelencia de México; es el más majestuoso, lo que le ha permitido resistir con dignidad el embate del tiempo —más de un siglo de vida— frente al arribo de otras modalidades bailables”Francisco Cataneo, investigador musical mexicano.
El primer danzón es “Las alturas de Simpson” interpretado por el músico Miguel Faílde Pérez el 1 de enero de 1879. Faílde Pérez es un músico cubano a quien se le considera el creador oficial del danzón.
Según el maestro Manuel Cuéllar, el danzón llega primero a los puertos como Veracruz y a la península de Yucatán, así como también a Ciudad de México. Luego en la época post revolucionaria entre 1920 y 1940 la sociedad mexicana lo adopta y se convierte en una parte importante del repertorio musical y dancístico del país.
“Luego desaparece por un par de décadas y como en los 90’s hay un resurgimiento en los salones de baile del danzón, pero esta vez mexicanizado y es con la película “Danzón”, de María Novaro, que lo vuelve a poner en escena en 1991. Es en ese momento que empiezo a bailar danzón con mi mamá cuando yo todavía asistía a la escuela primaria”, anota el maestro Cuéllar.
Danzón considerado un baile prohibido
Debido a la sensualidad que encierra esta danza y remontándonos a los años de su aparición “el danzón en sus inicios, como todos los ritmos afrodiaspóricos fueron prohibidos", afirma Cuéllar.
“Para mí el elemento que hace que el danzón llegue al corazón de los mexicanos es el ‘cachondeo’. “El uso de las caderas con un tipo de sensualidad contenida”, ese tiempo doble y por supuesto la instrumentalización, que nos remite a ese legado afrodiaspórico tanto en México como en EEUU”, señala Cuéllar.
Y es precisamente, por esos movimientos, que en sus orígenes el danzón se consideró un baile prohibido e indecente por la cercanía con la que las parejas bailaban, lo cual era mal visto por la sociedad de la época.
Aprender a bailar danzón, no es cosa sencilla, hay que llevar un conteo de 11 tiempos en forma de cuadro, el cual se puede hacer uno hacia adelante y otro para atrás. Luego se incorpora el montuno, que es el movimiento de las caderas, para luego, cuando el bailador agarra confianza y se vuelve más diestro, empiece con algunas vueltas en pareja e individualmente. Aquí te lo mostramos.
“El danzón para mí es una celebración del legado afrodiaspórico en México y la forma en la que compartimos una hermandad por medio de la música y del ritmo que llevamos en nuestros cuerpos y que llevamos con nosotros cuando migramos”, finaliza Manuel Cuéllar.
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