La evidencia continúa indicando que el ejercicio físico disminuye los riesgos de desarrollar demencia.
En recientes investigaciones, científicos midieron por ellos mismos la actividad física en vez de basarse en la memoria de quienes han estado ejercitando.
La mayoría de los estudios de demencia se basan en los recuerdos de quienes colaboran con los investigadores. El problema con estos informes es que la gente tiende a olvidar las cosas que ha hecho y a reportar algunas actividades más que otras, explicó Laura Middleton del Instituto de Investigación de Sunnybrook.
“Estos datos son buenos en cuanto se trata de reportes de trote, de tiempo jugando tenis o del uso de la bicicleta, pero no es muy bueno cuando se trata de capturar actividades de baja intensidad como caminar o las acciones rutinarias, las cuales también pueden ser importantes para el riesgo de deterioro cognitivo”, indica la especialista, quien también trabaja con la Universidad de Waterloo en Canadá.
La evidencia acumulada indica que las investigaciones deberían concentrarse en cómo estimular a la gente a ser más activa, especialmente en su vida adulta.