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La tragedia que dejó el huracán 'arruga' el alma


Solo escombros a lo largo de la costa este de los EE.UU. luego del huracán 'Sandy'.
Solo escombros a lo largo de la costa este de los EE.UU. luego del huracán 'Sandy'.

Los días pasan y las soluciones no llegan con la rapidez que los damnificados esperan. Por ahora cada víctima es dueña de sus necesidades y miedos.

Pasados seis días del impacto del mega huracán ‘Sandy’ en la costa este de EE.UU., la tragedia se vive en cada esquina de Nueva Jersey y en las zonas bajas de Nueva York. Las emociones surgen con el drama de cada persona que clama por ayuda, por soluciones. Los rostros de sufrimiento evidencian la tragedia.

La comida escasea, combustible no hay, aún son millones los que están sufriendo la falta de energía eléctrica y agua, y en Nueva York la falta del metro obliga a caminadas de muchas horas para quienes intentan volver a trabajar.

Las imágenes de las estaciones del metro en Nueva York son impresionantes, el agua arrasó con todo y lo que hay es destrucción y humedad. Lo que se aprecia dentro de los túneles del metro es abandono, como si esos lugares hubieran estado a merced del agua durante años. Los daños son inmensos y pasarán semanas y hasta meses para recuperar la normalidad del principal medio de transporte de la ‘capital del mundo’.

Bomberos, policías, unidades del ejército, los rescatistas de la Cruz Roja completan muchas horas de trabajo en medio del agua y los escombros. Cada búsqueda trae sorpresas como personas atrapadas con vida, mascotas que perecieron bajo muebles y techos derrumbados.

Las historias de vida se repiten en cada instante. Relatos de hombres y mujeres que se salvaron de morir porque encontraron solidaridad y una salida milagrosa, o narraciones como la de la mujer que vio como el agua le arrebató de sus brazos a los dos hijos que intentaba salvar.

Ella viajaba en su automóvil, el agua la detuvo, la fuerza de la corriente la arrastraba, dice que pidió ayuda en una casa y se la negaron, al final, la furia de la naturaleza le ganó el round y perdió a sus hijos.

Las filas para conseguir hielo seco son interminables, pero también las de quienes pretenden aprovisionar sus vehículos. Otros buscan algo de arroz para cocinar.

Una mujer relató a los medios de comunicación que le tocó repartir a sus hijos en varias casas de barrios vecinos porque no tiene comida, y un hombre narró cómo cada día sube y baja 24 pisos del edificio donde vive porque no hay generador para los ascensores.

Los dramas no paran, una mujer esperaba frente al hospital de la Universidad Tish que alguien le entregara los medicamentos que reclama cada mes. Ahora tiene problemas porque ese hospital fue evacuado.

La tragedia de los supermercados y negocios de barrios son interminables, todos los alimentos se perdieron bajo el agua. No hay provisiones y los dueños de estos establecimientos parecen no tener futuro. ¿Quién les resuelve el problema?

Si bien el gobierno ha destinado ayuda, los conflictos individuales son los que sobresalen. Las dificultades de cada persona, de cada familia, deben ser resueltas por ellos y no hay muchas opciones.

Los niños pequeños, los enfermos y los adultos mayores son los que más sufren en estas circunstancias.

El resentimiento de miles de neoyorquinos aumentó en las últimas cuando se restableció el servicio de energía en el bajo Manhattan, pero no en las poblaciones de la periferia en donde el drama 'arruga' el alma y colma la paciencia.

El país más avanzado del mundo está sometido por la fuerza de la naturaleza en la costa este de los EE.UU. y pasarán muchos meses para volver a la normalidad.
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