La ofensiva militar desarrollada por combatientes sunitas del Estado Islámico de Irak y el Levante (EIIL) la última semana está arrastrando a los iraquíes a una guerra sectaria que amenaza con desmembrar al país.
El gobierno iraquí, de mayoría chiita, ha llamado a la población a movilizarse en armas y formar milicias contra los yihadistas sunitas, que han ocupado ya importantes ciudades en el norte de Irak y llegaron a acercarse poco más de un centenar de kilómetros de la capital.
Muchos temen que los combatientes del EIIL, miembros de un desprendimiento de al Qaeda considerado mucho más sanguinario que ésta, logren asentarse en partes de Irak y convertirlas en bases de operaciones terroristas para diferentes grupos radicales que operan en la región.
De hecho, los islamistas difundieron imágenes de sus hombres cuando masacraban a tiros a cientos de soldados iraquíes hechos prisioneros, mil 700 según la versión oficial de Bagdad.
La portavoz del Departamento de Estado, Jen Psaki, describió las imágenes como “horripilantes” y las calificó de una muestra real de “la sed de sangre de esos terroristas”.
En Ginebra, la Alta Comisionada de la ONU para los Derechos Humanos, Navi Pillay, aludió a los asesinatos en masa de militares, policías y otros iraquíes que se han rendido al EIIL y afirmó que aunque la cantidad no había sido verificada podría hablarse de “crímenes de guerra”.
También dijo que habían ejecutado al imán de la gran mezquita de Mosul por no aceptar su interpretación del Islam y que por iguales razones ejecutaron además a otros líderes religiosos y a creyentes chiitas.
En EE.UU., la crisis ha abierto de nuevo el debate sobre la participación de Washington en una guerra que duró casi nueve años, en la que murieron más de 4 mil estadounidenses, y más de 30 mil resultaron heridos, a un costo para la nación estimado en $800 mil millones de dólares.
Algunos legisladores republicanos han aprovechado la ocasión para reiterar que el retiro de soldados estadounidenses de Irak fue precipitado—aunque popular—, y criticar de nuevo al presidente Barack Obama , quien aseguró que esta vez no serán enviadas tropas.
Pero el presidente no descartó otras opciones, y entre ellas estaría la de ataques aéreos contra los insurgentes, de modo que el Pentágono anunció este lunes la llegada al Golfo Pérsico del USS Mesa Verde, un buque anfibio con 550 infantes de marina a bordo.
Según el portavoz del Departamento de Defensa, contralmirante John Kirby, la presencia del buque se añade a la de otros ya en el Golfo como el portaaviones USS George H.W. Bush, el barco de guerra más grande del mundo.
En una sorpresiva movida diplomática, el secretario de Estado de EE.UU., John Kerry, dijo este lunes que para detener el avance de los sunitas en Irak Washington está dispuesto a dialogar con Irán, un viejo y enconado adversario de más de tres décadas.
Tales conversaciones según el vicesecretario de prensa de la Casa Blanca, Josh Earnest, podrían tener efecto en Viena al margen de las actuales negociaciones con los iraníes sobre el programa nuclear de Teherán.
Earnest dijo que es interés de EE.UU. como de Irán y todos los países de la región ver a Irak gobernado de una manera no sectaria, aunque precisó que en cualquier diálogo con el régimen iraní no habría ni “coordinación militar” ni se discutiría el futuro iraquí.
“Irak es un país independiente y soberano—indicó—y su futuro debe ser forjado por un liderazgo político iraquí que refleje los mejores intereses de su diversa población”.
La mediación de Irán en el conflicto de Irak es rechazada de plano por gobiernos como el de Arabia Saudita, una potencia en el área y un viejo aliado de Washington en la región.
El ministro de Información del reino, Abdulaziz Khoja, la calificó este lunes de “interferencia extranjera” y echó la culpa de la crisis en Irak al gobierno de mayoría chiita de Bagdad por su “sectarismo” contra los sunitas.
El gobierno iraquí, de mayoría chiita, ha llamado a la población a movilizarse en armas y formar milicias contra los yihadistas sunitas, que han ocupado ya importantes ciudades en el norte de Irak y llegaron a acercarse poco más de un centenar de kilómetros de la capital.
Muchos temen que los combatientes del EIIL, miembros de un desprendimiento de al Qaeda considerado mucho más sanguinario que ésta, logren asentarse en partes de Irak y convertirlas en bases de operaciones terroristas para diferentes grupos radicales que operan en la región.
De hecho, los islamistas difundieron imágenes de sus hombres cuando masacraban a tiros a cientos de soldados iraquíes hechos prisioneros, mil 700 según la versión oficial de Bagdad.
La portavoz del Departamento de Estado, Jen Psaki, describió las imágenes como “horripilantes” y las calificó de una muestra real de “la sed de sangre de esos terroristas”.
En Ginebra, la Alta Comisionada de la ONU para los Derechos Humanos, Navi Pillay, aludió a los asesinatos en masa de militares, policías y otros iraquíes que se han rendido al EIIL y afirmó que aunque la cantidad no había sido verificada podría hablarse de “crímenes de guerra”.
También dijo que habían ejecutado al imán de la gran mezquita de Mosul por no aceptar su interpretación del Islam y que por iguales razones ejecutaron además a otros líderes religiosos y a creyentes chiitas.
En EE.UU., la crisis ha abierto de nuevo el debate sobre la participación de Washington en una guerra que duró casi nueve años, en la que murieron más de 4 mil estadounidenses, y más de 30 mil resultaron heridos, a un costo para la nación estimado en $800 mil millones de dólares.
Algunos legisladores republicanos han aprovechado la ocasión para reiterar que el retiro de soldados estadounidenses de Irak fue precipitado—aunque popular—, y criticar de nuevo al presidente Barack Obama , quien aseguró que esta vez no serán enviadas tropas.
Pero el presidente no descartó otras opciones, y entre ellas estaría la de ataques aéreos contra los insurgentes, de modo que el Pentágono anunció este lunes la llegada al Golfo Pérsico del USS Mesa Verde, un buque anfibio con 550 infantes de marina a bordo.
Según el portavoz del Departamento de Defensa, contralmirante John Kirby, la presencia del buque se añade a la de otros ya en el Golfo como el portaaviones USS George H.W. Bush, el barco de guerra más grande del mundo.
En una sorpresiva movida diplomática, el secretario de Estado de EE.UU., John Kerry, dijo este lunes que para detener el avance de los sunitas en Irak Washington está dispuesto a dialogar con Irán, un viejo y enconado adversario de más de tres décadas.
Tales conversaciones según el vicesecretario de prensa de la Casa Blanca, Josh Earnest, podrían tener efecto en Viena al margen de las actuales negociaciones con los iraníes sobre el programa nuclear de Teherán.
Earnest dijo que es interés de EE.UU. como de Irán y todos los países de la región ver a Irak gobernado de una manera no sectaria, aunque precisó que en cualquier diálogo con el régimen iraní no habría ni “coordinación militar” ni se discutiría el futuro iraquí.
“Irak es un país independiente y soberano—indicó—y su futuro debe ser forjado por un liderazgo político iraquí que refleje los mejores intereses de su diversa población”.
La mediación de Irán en el conflicto de Irak es rechazada de plano por gobiernos como el de Arabia Saudita, una potencia en el área y un viejo aliado de Washington en la región.
El ministro de Información del reino, Abdulaziz Khoja, la calificó este lunes de “interferencia extranjera” y echó la culpa de la crisis en Irak al gobierno de mayoría chiita de Bagdad por su “sectarismo” contra los sunitas.