Los expertos dan por hecho que los días de la Gran Recesión del 2008 en EE.UU. ya quedaron atrás y que la economía paulatinamente se recupera, pero un estudio que acaba de ver la luz revela que la crisis ha dejado heridas en el sistema de enseñanza.
El estudio, llevado a cabo por la Southern Education Foundation (SEF), la mayor organización caritativa del país en el sector de la educación, indica que por primera vez en al menos cuatro décadas la mayoría de los alumnos de las escuelas públicas del sur y el este de EE.UU. son pobres.
Según los datos del año escolar 2011, niños y jóvenes provenientes de familias de bajos ingresos fueron mayoría en las aulas de 13 estados de esa parte del país cuando una década atrás la proporción había sido de sólo cuatro.
Eso significa, señala el reporte, que casi la mitad de los 50 millones de estudiantes de la enseñanza pública, desde la primaria hasta la secundaria superior, eran de familias necesitadas de ayuda y con derecho a almuerzos escolares gratuitos o a precio más barato.
Todos eran hijos de padres con ingresos anuales inferiores a los $40 mil 793 dólares (para una familia de cuatro), lo que de acuerdo con algunos expertos pone de relieve que los planes para impulsar la educación instrumentados por los dos últimos presidentes, George W. Bush (Que ningún niño quede atrás) y Barack Obama (Carrera a la cima) han sido insuficientes.
Tales programas, señalan, se han enfocado en elevar el estándar de los exámenes, responsabilizar más a los maestros, y elevar el nivel académico en algunas asignaturas, pero no han abordado el problema de la pobreza.
La clave está en que ésta guarda relación directa con el rendimiento escolar porque los estudiantes de comunidades pobres asisten a aulas que disponen de menos recursos, cuentan con instalaciones de inferior calidad y sus maestros tienden a ser menos calificados.
A juicio de Steve Suitts, vicepresidente de la SEF y autor del estudio, la recesión de 2008, la inmigración y la alta tasa de nacimiento entre familias de bajos ingresos han contribuido a que en estados como Mississippi el 71 por ciento de los alumnos de escuelas públicas sean pobres y que la proporción hoy sea mayor en California, Nevada, Oregón y Nuevo México.
Para Suitts se trata de que los $500 mil millones de dólares que el país gasta todos los años en la enseñanza pública sean mejor empleados y que no se dé más por sentado que la mayoría de los alumnos son de clase media y que existen recursos externos, independientes, que brindan apoyo a las escuelas.
En esencia, según el estudio, el país debe modificar su sistema educacional y que los fondos destinados al sector no sean tan disparejos. Un ejemplo: en 2011, el estado de Nueva York invirtió $19 mil 76 dólares como promedio por estudiante mientras que Utah sólo gasto $6 mil 212.
El estudio, llevado a cabo por la Southern Education Foundation (SEF), la mayor organización caritativa del país en el sector de la educación, indica que por primera vez en al menos cuatro décadas la mayoría de los alumnos de las escuelas públicas del sur y el este de EE.UU. son pobres.
Según los datos del año escolar 2011, niños y jóvenes provenientes de familias de bajos ingresos fueron mayoría en las aulas de 13 estados de esa parte del país cuando una década atrás la proporción había sido de sólo cuatro.
Eso significa, señala el reporte, que casi la mitad de los 50 millones de estudiantes de la enseñanza pública, desde la primaria hasta la secundaria superior, eran de familias necesitadas de ayuda y con derecho a almuerzos escolares gratuitos o a precio más barato.
Todos eran hijos de padres con ingresos anuales inferiores a los $40 mil 793 dólares (para una familia de cuatro), lo que de acuerdo con algunos expertos pone de relieve que los planes para impulsar la educación instrumentados por los dos últimos presidentes, George W. Bush (Que ningún niño quede atrás) y Barack Obama (Carrera a la cima) han sido insuficientes.
Tales programas, señalan, se han enfocado en elevar el estándar de los exámenes, responsabilizar más a los maestros, y elevar el nivel académico en algunas asignaturas, pero no han abordado el problema de la pobreza.
La clave está en que ésta guarda relación directa con el rendimiento escolar porque los estudiantes de comunidades pobres asisten a aulas que disponen de menos recursos, cuentan con instalaciones de inferior calidad y sus maestros tienden a ser menos calificados.
A juicio de Steve Suitts, vicepresidente de la SEF y autor del estudio, la recesión de 2008, la inmigración y la alta tasa de nacimiento entre familias de bajos ingresos han contribuido a que en estados como Mississippi el 71 por ciento de los alumnos de escuelas públicas sean pobres y que la proporción hoy sea mayor en California, Nevada, Oregón y Nuevo México.
Para Suitts se trata de que los $500 mil millones de dólares que el país gasta todos los años en la enseñanza pública sean mejor empleados y que no se dé más por sentado que la mayoría de los alumnos son de clase media y que existen recursos externos, independientes, que brindan apoyo a las escuelas.
En esencia, según el estudio, el país debe modificar su sistema educacional y que los fondos destinados al sector no sean tan disparejos. Un ejemplo: en 2011, el estado de Nueva York invirtió $19 mil 76 dólares como promedio por estudiante mientras que Utah sólo gasto $6 mil 212.