El paquete-bomba procedente de Yemen interceptado a bordo de un avión en un aeropuerto británico a fines de octubre estaba programado para que explotara sobre territorio de Estados Unidos, según confirmaron las autoridades en el Reino Unido.
Una nota difundida por Scotland Yard precisó que si la bomba no hubiera sido localizada y desactivada la madrugada del 29 de octubre, el avión que la transportaba hubiera hecho explosión a la altura de la costa este de Estados Unidos.
Según la ministra británica del Interior, Theresa May, el artefacto estaba hecho con un poderoso explosivo y un sistema de detonación capaces de haber logrado derribar la nave.
El paquete fue interceptado por agentes británicos en el aeropuerto de East Midlands, en Inglaterra oculto en el cartucho de tinta de una impresora que iba como carga en un aparato del servicio de mensajería UPS.
Además de la bomba desactivada en el aeropuerto inglés, las autoridades de Dubai hallaron ese mismo día otro paquete explosivo en un contenedor de FedEx a bordo de otro avión que había volado desde la capital yemení, Saná, vía Doha.
Los dos paquetes iban dirigidos a sendas sinagogas en la ciudad estadounidense de Chicago, y su envío fue reivindicado por el brazo de Al Qaeda en la Península Arábiga, que opera en Yemen.
Tras el descubrimiento de los paquetes se desató la alerta mundial y varios países, entre ellos Estados Unidos, impusieron nuevas restricciones a los vuelos procedentes de Yemen.
Las autoridades estadounidenses cancelaronos los fletes aéreos originados en Yemen y también en Somalia e impusieron nuevas restricciones al transporte de cartuchos de impresora, en aviones de carga y en el equipaje de pasajeros.