La secretaria de Estado Hillary Clinton condenó el asesinato de 10 integrantes de un equipo médico internacional en Afganistán, seis de ellos voluntarios estadounidenses, cuyas muertes se atribuyó el Talibán.
Clinton calificó los asesinatos como un "acto despreciable de violencia sin sentido", que demuestra la brutalidad del Talibán. También dijo que estaba afligida por la muerte de los trabajadores humanitarios y llamó sus servicios a los afganos de menos recursos "heroicos" y "generosos".
Los trabajadores humanitarios fueron abatidos en la provincia de Badajsán, mientras regresaban de una misión médica.
Clinton dijo que estas muertes no amedrentarán a la comunidad internacional en su voluntad de ayudar al pueblo afgano.
Zabiullah Mujahid, portavoz del Talibán, declaró a la prensa que los ocho extranjeros y dos intérpretes afganos "estaban espiando para los estadounidenses y predicando el cristianismo".
Dirk Frans, director de Misión de Asistencia Internacional (IAM por sus iniciales en inglés), señaló que el equipo médico de ocho miembros, que incluía un alemán y un británico, más dos intérpretes afganos, estaba regresando a Kabul desde una clínica oftalmológica en la provincia de Nuristán cuando fueron asesinados en la provincia de Badajsán.
Por otra parte, tres estadounidenses miembros de servicio de la Organización del Tratado del Atlántico Norte murieron en ataques recientes en el sur de Afganistán, dijo la coalición militar.
Los tres murieron el sábado, elevando a cinco la cifra mortífera del día para la OTAN.
Dos de los estadounidenses murieron en un ataque rebelde, mientras que el tercer falleció por una detonación de bomba, señaló el organismo internacional.
El gobierno danés anunció previamente que dos de sus soldados también murieron el sábado, cuando su vehículo detonó una bomba en la provincia de Helmand, en el sur del país.
Este ha sido un verano particularmente sangriento para las fuerzas de la OTAN en Afganistán, entre un incremento de la tropa y una vigorosa contraofensiva del Talibán.
Junio fue el mes más mortífero para las fuerzas de la OTAN en la guerra de casi nueve años, con 103 muertes.
Para el contingente estadounidense, julio tuvo la cifra más alta registrada, con 66 muertes.