Maxwell Alejandro Frost, un activista de 25 años de ascendencia cubana, ganó el martes las primarias demócratas en el Distrito 10 de la Florida, lo que pondría a este candidato progresista en una ruta casi segura a convertirse en el primer miembro de la Generación Z en el Congreso de Estados Unidos.
Frost espera ganar por mayoría las elecciones de noviembre frente al republicano Calvin Wimbish en el área de Orlando, de fuerte influencia demócrata.
“Comparto esta victoria con los enfermeros, los operarios de grúas, choferes, maestros, cuidadores, trabajadores sociales, granjeros, sindicalistas, cajeros y otros miembros de esta vibrante comunidad que han apoyado esta campaña”, expresó Frost en un comunicado.
Estas elecciones, agregó, “son la prueba de que las familias trabajadoras de Florida Central quieren ser representadas por alguien que tenga el coraje de pedir más”.
Frost ha centrado su campaña en puntos polémicos como el control de armas, el cambio climático, el acceso universal a la salud, el derecho al voto y la prevención de la violencia, así como el impulso de programas con base en la comunidad, entre otros.
Este año será el primero en el que candidatos de la llamada Generación Z o “zillenials”, los nacidos entre 1995 y 2010, podrán aspirar a ser miembros de la Cámara de Representantes del Congreso de EEUU. Con 25 años, el progresista Frost califica con el mínimo de edad requerido para alcanzar un asiento en la legislatura.
Según la biografía que aparece en su sitio web de su campaña, Maxwell Alejandro Frost es de ascendencia cubana. Su abuela y su madre llegaron a la Florida desde Cuba en los llamados Vuelos de la Libertad de principios de los 1960, poco después del ascenso al poder de Fidel Castro, “con solo una maleta y nada de dinero”.
“Mi abuela Yeya trabajó en las factorías de Miami más de 70 horas a la semana, donde fue explotada y forzada a aceptar duras condiciones laborales para poder sostener a su familia”, cuenta Frost, que además detalla cómo su madre, una “víctima del sistema”, se vio envuelta en un “ciclo de drogas, crimen y violencia” durante su embarazo, en el que “ni una vez” tuvo acceso a cuidados médicos, y tuvo que tomar la “difícil decisión” de entregarlo en adopción.
Frost ha confesado ser víctima de violencia policial y de armas, lo cual influyó en su decisión de involucrarse en el activismo político tras la matanza de la escuela primera Sandy Hook en 2012.
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