Si visita la Universidad de Texas Rio Grande Valley (UTRGV), notará una llamativa señal en negro y amarillo que dice: “Maneje despacio. Ocelotes”.
Es muy difícil ver un ocelote en la Universidad o incluso en el país, porque el gato silvestre con manchas y rayas negras, ex mascota de la escuela es también una especie en peligro de extinción. Los biólogos creen que hay menos de 50 de estos animales en Estados Unidos, casi todos en Texas.
Y la construcción de un muro en la frontera con México es muy probable que reduzca aún más ese número porque los grupos de ocelotes en el país han declinado al punto que los elusivos animales se están entrecruzando (endogamia), lo que está debilitando una población que ya sufre por la pérdida de hábitat.
El Servicio de Pesca y Vida Silvestre (FWS por sus siglas en inglés), cree que la mejor opción para salvar al ocelote es conectar la reducida población que existe en Texas con una mayor en México, a fin de “crear un corredor migratorio y expandir la reserva genética”.
Pero las necesidades del ocelote son contrarias a la necesidad de asegurar la frontera.
“El muro (de la era de Bush) se levantó y fragmentó aún más el hábitat de los ocelotes”, dijo Scott Nicol, co-presidente del Sierra Club Borderlands. “Si se construyen más muros, van a destruir nuevamente su hábitat, dificultando aún más que crucen al sur”.
En un reciente documento de planeación el Departamento de Seguridad del Territorio Nacional (DHS por sus siglas en inglés) nombró al Valle del Río Grande como un área de alta prioridad para el muro fronterizo del presidente Donald Trump debido al alto número de indocumentados que cruza a Estados Unidos por ese lugar.
El área es también una alta prioridad para los conservacionistas. Solo cinco por ciento del hábitat nativo existe a lo largo del Río Grande, aunque FWS dice que en la zona existen 1.200 especies de plantas nativas, 700 especies de vertebrados (incluidas cerca de 500 especies de pájaros) y 300 especies de mariposas.
Un muro sería devastador para muchas de ellas.
“Este es el tiro de gracia” dijo el doctor Alejandro Fierro, un ecólogo restaurador y profesor asistents en la UTRGV. Una barrera, señaló, podría llevar a la extinción de la población local de varias especies incluido el ocelote.
Fierro y Nicol dicen que no solo los animales grandes son impactados por las barreras en cualquier forma. Una variedad de plantas, pájaros e insectos que viven en la tierra, algunos en peligro de extinción, podrían ser más impactados si se construye el muro de Trump, y especialmente si es de concreto.
“Una barrera de concreto sería mucho peor que un muro de bolardo”, dijo Nicol. Dispersadores de semillas como los jabalíes, “pueden comer la fruta de un cactus, y no pueden ir hasta otra zona para depositar sus heces que es como dispersan las semillas. La planta ahora es impedida (de reproducirse), de la misma forma que el animal es detenido”.
Nicol camina a lo largo de una parte de la barrera que separa dos populares destinos ecoturísticos en la zona, el World Birding Center y el Lower Rio Grande Valley National Wildlife Refuge. La barrera está al norte de la actual frontera debido a su ubicación en una planicie propensa a inundaciones.
La barrera de 32 kilómetros de extensión sirve también como dique, dice, y protege áreas residenciales cercanas durante tormentas tropicales o huracanes. Pero a diferencia de los diques a desnivel antiguos, según Nicol, este ha tenido mortales consecuencias para los pequeños animales terrestres, incluida la tortuga de Texas en peligro de extinción.
“Si usted fuera un animal terrestre, subiría y cruzaría el dique y estaría en tierra seca, pero si hay una losa de concreto en su camino, no puede hacerlo más. Ese terreno está cubierto de agua por dos o tres meses más. No hay esperanza”.
El alcalde Joel Villarreal de Rio Grande City, uno de los pocos pueblos de la frontera en el Valle del Rio Grande que no tienen una barrera, no está convencido de que un nuevo muro pueda soportar lo peor de los huracanes del Sur de Texas, no por lo menos cerca de su pueblo.
Una de las preguntas clave que los ingenieros deben hacer, dijo, es si la geografía permitiría un muro en primer lugar.
“En 2011 tuvimos una inundación que afectó la vida de muchos individuos”, indicó Villarreal a la VOA. “Si hubiéramos tenido el muro en ese punto, no creo que hubiera resistido esa inundación”. Para que un río cambie su trayectoria, agregó, “todo lo que se necesita es un huracán”.
Con o sin muro, resistir una tormenta se convierte en un asunto de preparación para la gente del pueblo. Pero para muchas otras especies, el muro en sí sería una barrera para la supervivencia.