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EEUU y México buscan nuevas medidas para abordar repunte de migrantes


La familia Aguilar Bastida, procedente de Venezuela, fuera de la iglesia de la Santa Cruz y La Soledad, en donde algunos migrantes acampan, el martes 26 de diciembre de 2023, en Ciudad de México.
La familia Aguilar Bastida, procedente de Venezuela, fuera de la iglesia de la Santa Cruz y La Soledad, en donde algunos migrantes acampan, el martes 26 de diciembre de 2023, en Ciudad de México.

Una delegación de la Casa Blanca se reúne con el presidente mexicano para discutir las medidas para enfrentar la migración en la frontera entre ambos países.

Una delegación estadounidense de alto nivel se reúne este miércoles con el presidente de México, Andrés Manuel López Obrador, en lo que muchos consideran un nuevo intento de la administración Biden para que el gobierno mexicano haga más para contener el repunte de migrantes que llegan a la frontera entre ambos países.

López Obrador reiteró el miércoles, antes de la reunión, que México está “ayudando mucho, lo vamos a seguir haciendo” pero recordó que debe incrementarse la ayuda al desarrollo para los países de origen y alertó sobre la utilización electoral del tema.

Además, en los últimos días ha insistido en que aspira a ver progreso en las relaciones de Estados Unidos con Cuba y Venezuela, dos de los países de donde salen más migrantes.

Tanto Estados Unidos como México enfrentan una intensa presión para llegar a acuerdos porque la región vive un flujo migratorio sin precedentes que no ha podido controlarse pese a los intentos de Washington de abrir nuevos cauces para emigrar legalmente a la vez de endurecer las consecuencias de hacerlo de forma irregular.

México ha registrado más de 680.000 migrantes irregulares en lo que va de año, 98.000 sólo en el mes de noviembre. Estos días un grupo de unos 6.000 avanza en caravana por el sur y acapara todas las miradas porque las autoridades no han hecho nada por pararlos, pero muchos miles más están llegando a diario a la frontera norte por todo tipo de vías, en tren, en autobuses, con traficantes.

Algunos días de diciembre las autoridades estadounidenses detectaron hasta 10.000 cruces ilegales diarios desde México y Washington ha tenido problemas para procesar a los miles de migrantes o para darles albergue una vez que llegan a ciudades en el norte de ese país.

Las industrias mexicanas se vieron afectadas la semana pasada por el cierre temporal de dos cruces ferroviarios con Texas, decretados con el argumento de que se tuvo que reasignar a agentes de la Patrulla Fronteriza para hacer frente al elevado número de cruces migratorios.

Otro cruce fronterizo permanecía cerrado en Lukeville, Arizona, y las operaciones quedaron suspendidas parcialmente en San Diego y Nogales, también en Arizona.

El secretario de Estado de EEUU, Antony Blinken, dejó abierta la posibilidad de que se abran nuevamente dichos pasos en caso de que México aporte más ayuda. En un comunicado antes de la visita, indicó que se abordarán "los desafíos de seguridad fronteriza, incluidas acciones que permitan la reapertura de importantes puertos de entrada a lo largo de nuestra frontera compartida”.

México ha asignado a más de 32.000 agentes de las Fuerzas Armadas y la Guardia Nacional —alrededor del 11 % de sus fuerzas— para la aplicación de las leyes migratorias. Pero en la mayoría de las ocasiones los migrantes no son deportados sino trasladados del norte al sur de México.

Este año han sido devueltos menos de 53.000 frente a los más de 122.000 de todo 2022 y en diciembre el Instituto Nacional de Migración ordenó la paralización temporal de los retornos y los traslados por falta de fondos. México también registró un récord en solicitudes de refugio, con casi 137.000 peticiones.

Sin embargo, los trámites legales son muy lentos y eso ha hecho que sea constante la formación de grupos que optan por salir caminando desde Tapachula, cerca de la frontera con Guatemala, especialmente coincidiendo con cumbres o citas migratorias importantes, algo que el presidente López Obrador también consideró que tiene fines políticos.

La víspera de Navidad, justo antes de la llegada a Ciudad de México de Blinken, el secretario de Seguridad Nacional, Alejandro Mayorkas, y la asesora de Seguridad Nacional de la Casa Blanca, Liz Sherwood-Randall, salió el mayor grupo de estas características del año que sigue caminando por el sur, conformado en su mayoría por centroamericanos, venezolanos y cubanos.

Este miércoles Lázara Padrón Molina, una cubana de 46 años, estaba enferma y agotada después de caminar unos 75 kilómetros a través del calor hasta Escuintla, en el sur del estado de Chiapas.

“Es muy largo el tramo para seguir caminando, ¿Por qué no nos acaban de dar los papeles para poder coger un bus, un taxi o algo?", se preguntó la mujer. “Mira como tengo los pies", agregó mostrando sus úlceras. "No se puede seguir caminando”.

Desde fines de 2021 las autoridades optaron por dejar que los migrantes se cansaran e intentaron disolver los grupos ofreciéndoles documentación temporal que, en muchos casos, los extranjeros utilizan para seguir el viaje al norte por su cuenta.

Miles están desperdigados por distintos puntos del país esperando sus citas para pedir asilo en Estados Unidos y mantienen a los albergues desbordados.

En Ciudad de México, a sólo unas calles del Palacio Nacional, donde López Obrador recibe a la delegación estadounidense, está uno de los muchos campamentos improvisados de migrantes que hay en esa capital. En los alrededores de la plaza se estacionan autobuses procedentes de Chiapas.

Otros aprovechan su llegada a la capital para registrarse en la plataforma que Estados Unidos habilitó para los solicitantes de asilo, el CBPOne, y esperan en Ciudad de México que les llegue el mensaje con el lugar y el punto fronterizo donde presentarse.

La cantidad de migrantes que han abordado los trenes de carga para atravesar México ha sido tal que una de las dos principales compañías ferroviarias del país se vio obligada a suspender sus servicios en septiembre por motivos de seguridad.

De ahí que una de las peticiones de la delegación estadounidense podría ser que México haga más por bajar a los migrantes de los trenes, tal como lo hacían las autoridades mexicanas hace una década.

Pero muchos de quienes trabajan en los albergues, la mayoría gestionados por la Iglesia católica, repiten que los migrantes siempre encontrarán las formas de migrar.

Isabel Turcios, una monja de la Casa del Migrante de Piedras Negras, ciudad fronteriza con Eagle Pass, Texas, y donde tuvieron lugar algunos de los cierres fronterizos de la semana pasada, afirmó que pese a que las autoridades pusieron un cerco para evitar la entrada de más extranjeros a la ciudad siguen llegando.

“Tenemos más de dos meses de estar recibiendo entre 800 y 1.000 migrantes” al día, dijo en conversación telefónica. Al poco de llegar, muchos “se tiran al río” para cruzar a Estados Unidos.

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