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Crecida del mar amenaza ciudades históricas de EE.UU.


En esta foto de archivo del 15 de octubre de 1954, las mareas altas, azotadas por el huracán Hazel, destruyen barcos y edificios en Swansboro, Carolina del Norte, mientras la tormenta azota la costa atlántica.
En esta foto de archivo del 15 de octubre de 1954, las mareas altas, azotadas por el huracán Hazel, destruyen barcos y edificios en Swansboro, Carolina del Norte, mientras la tormenta azota la costa atlántica.

Numerosas ciudades y pueblos históricos de la costa atlántica de Estados Unidos sobrevivieron a guerras, huracanes, enfermedades y otras calamidades, pero ahora que crecen los mares enfrentan una crisis más existencial.

Con un presupuesto total de 225 millones de dólares, por ejemplo, Charleston (Carolina del Sur) no puede darse el lujo de invertir miles de millones de dólares sin ayuda del gobierno nacional. Confía en que el Cuerpo de Ingenieros del Ejército puede ayudar a proteger la península donde se encuentra el centro de la ciudad con muros de contención, evocando las barreras construidas cuando la ciudad fue fundada hace 350 años.

Evitar las inundaciones de calles y edificios es más difícil todavía en las comunidades pequeñas como Swansboro (Carolina del Norte), de 3.200 habitantes y con un presupuesto de 4 millones de dólares.

Las comunidades costeras más vulnerables se encuentran pocos metros por encima del nivel del mar y ya se están mojando cuando suben las mareas. Los científicos estiman que el agua subirá otros 61 centímetros (2 pies), hasta 122 centímetros (4 pies) en los próximos 50 años.

Líderes municipales dicen que necesitan miles de millones de dólares de los gobiernos nacional y estatales para proteger viviendas y negocios en las comunidades de las zonas bajas. Y por más de que hasta los políticos que niegan el cambio climático estén empezando a admitir lo que se viene, hay quienes temen que los que asignan el dinero no consideren urgente hacer frente a lo que puede ser una catástrofe comparable a un tornado o un terremoto.

Fundada en 1783, Swansboro fue el corazón de la industria de los barcos de vapor. En 1862 soldados de la Unión quemaron un fuerte confederado que custodiaba la Ensenada de Bouge que da al océano Atlántico. En el centro de la ciudad casi todos los edificios tienen grabada la fecha en que fueron construidas. La mayoría son mucho más viejas que los turistas de pelo blanco que recorren la zona y no podrán resistir por mucho más tiempo embates como el de huracán Florence del año pasado, con lluvias que dejaron caer 76 centímetros (30 pulgadas) de agua.

La municipalidad encargó un informe sobre el futuro de la ciudad. Dijo que el agua podría llegar hasta una o dos cuadras de la zona costera y planteó “considerar servicios de contención o abandonar estratégicamente la infraestructura de sectores que pueden resultar peligrosos”.

Dirigentes locales están conscientes de los encantos de Swansboro, pero su futuro depende de otros.

“Dependemos de que vengan fondos de afuera”, dijo el nuevo administrador de la ciudad Chris Seaberg. “Estamos tratando de preservar la historia, pero para eso hay que encontrar la forma de acomodar estos temas que no figuraban hace 100 o 200 años”.

Carolina del Norte aprobó en el 2012 una ley que impedía al estado elaborar políticas basadas en pronósticos sobre la crecida del mar. Pero el control de los republicanos se está desvaneciendo y muchos líderes locales dicen ahora que los huracanes Matthew (2016), Florence (2018) y Dorian (2019), combinados con un cambio de actitud hacia el cambio climático, parecen estar cambiando la perspectiva de las cosas. Carolina del Norte creó este año una Oficina de Recuperación y Resiliencia encargada de planificar la respuesta a inundaciones y otros eventos climáticos extremos.

“Serán necesarias presiones políticas para que la gente entienda la importancia del cambio climático”, comentó el alcalde de Beaufort, Carolina del Norte, Rett Newton.

El pirata Barbanegra escondió sus barcos aquí hace 300 años. No muy lejos se encuentra el sitio donde los patriotas se escondían de los británicos cuando trataban de burlar un bloqueo para llevar pertrechos durante la guerra de 1812. Un poco más lejos está el lugar donde esclavos liberados ayudaron a las fuerzas de la Unión a derrotar a los confederados en 1861.

Los edificios históricos pegados al río lucen hermosos tras la inversión de millones de dólares en remodelaciones.

Los ricos que viven junto al río podrán siempre irse si la situación lo requiere, pero a los más pobres, que viven en zonas bajas desde hace generaciones, les costará mucho más.

“No podemos resolver esto con impuestos”, dijo Newton, apuntando que los 4.200 residentes pagan 3.5 millones de dólares en impuestos.

Foto de archivo de 1954. La última vez que la sección media de la costa este contempló un huracán como Florencia, Dwight Eisenhower estaba en la Casa Blanca y Marilyn Monroe y Joe DiMaggio eran recién casados.
Foto de archivo de 1954. La última vez que la sección media de la costa este contempló un huracán como Florencia, Dwight Eisenhower estaba en la Casa Blanca y Marilyn Monroe y Joe DiMaggio eran recién casados.

Charleston, con ayuda estatal y federal, está invirtiendo 64 millones de dólares para elevar el sector más bajo de un muro que debería resguardar parte de la ciudad incluso si el océano se eleva más de dos metros (6 pies), de acuerdo con Mark Wilbert, jefe del proyecto de Recuperación y Resiliencia. La municipalidad invierte asimismo cientos de millones de dólares en la modernización de su sistema de desagües.

Pero estas medidas de por sí solas no pueden salvar una ciudad que fue alguna vez la más fortificada de América del Norte, con un sistema de muros, fosas y puentes que ayudaban a rechazar a españoles, franceses, indígenas y, de vez en cuando, las crecidas del mar.

Cuatro de las siete crecidas más grandes en el puerto de Charleston se registraron en los últimos cuatro años.

“Lo que antes pasaba muy de vez en cuando se da ahora con más frecuencia”, dijo Wilbert. “No es posible revertirlo. El nivel de las aguas va a seguir subiendo. Y no se puede preguntar cuánto va a costar o cuándo va a pasar”.

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