Este lunes, como cada año desde el 5 de septiembre de 1882, Estados Unidos celebra el Día del Trabajo. Esta vez la nación conmemora la fecha en un entorno de incertidumbre debido a los embates de la economía global y las tensiones geopolíticas.
En ese contexto, sigue en pie un fenómeno sin precedentes en el mundo laboral estadounidense bautizado por los expertos como “la gran renuncia”.
Esta tendencia y los efectos colaterales que está dejando en el ámbito del trabajo resultan en datos sin precedentes en 140 años de celebraciones de este feriado nacional. También por primera vez existen más puestos de trabajo disponibles que solicitantes de empleo en el país, según reflejan informes del Departamento de Trabajo, lo que marca una diferencia con momentos de incertidumbre del mercado laboral en otras épocas.
El mes de junio cerró, según indican registros de la División de Encuestas de Vacantes Laborales y Rotación Laboral (JOLTS, por sus siglas en inglés) de la cartera de Trabajo de la nación norteamericana con 4,2 millones de renuncias. En mayo y abril la situación fue similar. Los registros de julio y agosto se conocerán este mes.
Hay unas 11 millones de plazas sin cubrir en diferentes sectores de la economía estadounidense, según la Oficina de Estadísticas Laborales del Departamento de Trabajo.
En paralelo a “la gran renuncia”, toma fuerza otro fenómeno que podría ser la transición a la salida de esta, que los expertos que monitorean el mercado laboral han denominado como “la renuncia silenciosa”.
Esta nueva tendencia se ha caracterizado porque el trabajador se limita a ejercer las funciones de lo pactado para su puesto, genera poca empatía con su entorno laboral y no asume un compromiso con la misión y visión de la compañía, además sopesa el tiempo libre y la calidad de vida, entre otras, sin abandonar el empleo.
En una tienda situada en la periferia de Washington, DC, la supervisora Aleida R. dijo a la Voz de América que "la gente no quiere trabajar". Incluso por la megafonía ofrecen a los clientes oportunidades de trabajo, pero las posiciones siguen libres, entre ellos puestos para vigilante y ayudantes de almacén.
"En la noche nos toca difícil, quedamos solamente dos (empleados) para estar con todo el movimiento", comenta mientras corre de la caja registradora hacia la zona donde han quedado desorganizadas las carretillas dejadas por los clientes para ubicarlas en su sitio.
Las agencias estadounidenses y numerosos expertos del sector creen que la tendencia de “la gran renuncia” va decayendo luego de comparar los momentos de máximas de renuncias masivas en 2021, que acumuló más de 47,8 millones de personas que abandonaron a voluntad sus puestos de trabajos.
Los sectores de la economía que han experimentado esta fuga son tan diversos como las edades, procedencia y niveles de profesionalismo de los trabajadores. Oficinistas, construcción, educación, atención sanitaria y servicio al cliente, entre otros, son los trabajos que están quedando vacantes.
Los observadores del tema que toman el pulso al mercado laboral coinciden en que las pautas de comportamiento previo a la pandemia de COVID-19 acerca de cómo se enfocaba el trabajo han cambiado, y la tendencia es que “no será reversible”, en gran parte por las nuevas tecnologías y las ofertas de empleo remoto y autónomo que siguen al alza.
La psicoterapeuta Enid Candelaria Vega, especializada en consultoría laboral, comenta a la VOA en Washington DC que el arraigo de “la gran renuncia” está sostenido en una serie de pautas sobre cómo vemos el trabajo en este nuevo tiempo, en la denominada “vuelta a la normalidad”.
Debido a que millones de trabajadores en Estados Unidos y otras economías desarrolladas han redefinido su compromiso laboral y su fidelidad a una compañía, también emerge con esto la valoración del ingreso neto para cubrir necesidades, comparado con el precio real que puede tener en la calidad de vida, lo que la experta denomina “salario emocional”.
“No habíamos tomado el tiempo de reconocer cuánto estábamos invirtiendo en ir a trabajar, esta es otra cara (…) Tenemos muchas compañías que sí adoptaron esto del trabajo remoto y esa es una opción que un profesional puede tener, ya no estamos cohibidos en una limitación de espacio porque se expanden las oportunidades, y no todos los que renunciaron se han quedado sin trabajo o no están trabajando”, afirma la experta.
¿Por qué renuncian los empleados?
La compañía de Recursos Humanos ClearStar ha tratado de encontrar una respuesta para ofrecer luces sobre qué está pasando en el mercado laboral en Estados Unidos para así obtener respuestas.
En su blog sobre la situación de las renuncias masivas la empresa comenta que se trata de responder primero a la pregunta qué hacen los empleadores: "¿por qué sus empleados renuncian tan rápido a sus trabajos y cómo evitar que se vayan?”.
A principios de este año hizo una encuesta a nivel nacional para encontrar esas respuestas para sus clientes y socios. Los datos de ese estudio indican que uno de cada cuatro trabajadores -es decir, el 23 %- está buscando un nuevo trabajo y un 9 % ya se planteó una alternativa para el resto de 2022.
"Más de la mitad de los encuestados -52 %- abandonó su trabajo anticipadamente en la primera mitad de 2022. Y en cuanto a por qué los trabajadores estaban considerando dejar sus empleos, uno de cada dos trabajadores encuestados dijo que buscaban mejores salarios y beneficios", explica ClearStar a partir de sus estudios.
Esta es una consideración que pesa para otros expertos que han puesto sobre la mesa el tema de los salarios, pues las luchas por llegar a un salario mínimo de 15 dólares a nivel nacional sigue estancado. Apenas algunas ciudades de las más progresistas -a partir de legislaciones locales, como Washington DC y otras urbes- han decretado ese monto como salario mínimo para los trabajadores de cualquier sector.
Una lucha que ha apadrinado el movimiento Fight for $15, que agrupa -según su sitio web- más de un millón de trabajadores en 100 ciudades del país para cabildear a nivel nacional con ese objetivo, además del derecho a sindicatos, una lucha que comenzó en 2015, mucho antes del alza inflacionaria que comenzó con la pandemia en 2020 y que este año llegó a tocar picos históricos de 9,2 % en Estados Unidos.
Desde el gobierno federal el salario mínimo sigue estancado en 7,25 dólares la hora, sin modificación desde 2009. Datos de encuestas nacionales indican que el 32 % de la población activa de Estados Unidos (53 millones de personas) estarían cobrando menos de 15 dólares la hora en sus empleos, según los reclamos del movimiento Fight for $15.
Un informe del Economic Policy Institute, con sede en Washington DC, sostiene que un 17 % de los trabajadores con salarios bajos en hostelería son “víctimas de robo” ante una práctica habitual de empleadores que consiste en mantener de mínimo la base del salario -en muchos casos debajo de los 3 dólares la hora-, y que los trabajadores deben completar con las propinas.
La investigación de la compañía ClearStar determinó que sectores como la hostelería y el turismo -más otros servicios- han experimentado una salida masiva de empleados. Por otro lado, las industrias que se han vuelto más atractivas para atraer talentos son la de informática, tecnologías de la información, atención médica, comunicaciones y comercio minorista.
¿Tiene un lado positivo la “renuncia silenciosa”?
La psicoterapeuta Enid Candelaria Vega comenta a la VOA que la llegada de la “renuncia silenciosa” tiene también un lado positivo, a pesar del “espanto” que podría representar para empleadores que deben aceptar que en sus plantillas el personal ya no está disponible siempre para ofrecer “esa milla extra” tan valorada en el entorno laboral.
La práctica y experiencia han demostrado que ese requerimiento, considerado hasta antes de la pandemia como “normal”, era un mecanismo “para exprimir al empleado”, argumenta la experta.
“La frase del trabajador esencial tuvo mucho impacto especialmente en la pandemia, al reconocer cuán importante es su labor, y preguntarse, 'si soy esencial, ¿por qué me estás tratando de esa manera?, y si mi trabajo es valioso ¿por qué tengo que estar haciendo cosas que no me tocan?', esas dinámicas como patrono tenemos que reconocerlas, asumirlas que están pasando y seguirán ocurriendo”, comenta Vega.
Con esto, en el nuevo contexto que está creando la “renuncia silenciosa”, los expertos ven un fenómeno en el que el empleado “sólo se enfoca en hacer su trabajo” y elimina el sentido de constante competencia con sus compañeros y, más aún, desiste acerca de crear un sentido de "pertenencia" a la empresa.
Los observadores del fenómeno apuntan que el empleado minimiza las relaciones de amistad dentro del entorno laboral y de navegar en camaradería -como fluía anterior a la pandemia- lo que a su vez se traduce en “una gran liberación”.
El trabajador toma esta modalidad en silencio como una alternativa antes de dejar el trabajo y engrosar las estadísticas de “la gran renuncia”. En muchos casos la decisión llega porque no están listos para abandonar el empleo por compromisos financieros, bolsas de ahorro, entre otras razones.
Otro aspecto destacado en este proceso es que los empleados no están dispuestos a trabajar en exceso para “evitar la fatiga” y, por el contrario, prima el sentido de búsqueda de equilibrio entre la vida personal y laboral con lo que se gana en tiempo de calidad en la vida.
La Organización Mundial de la Salud (OMS) reconoció en 2019 los peligros de la fatiga por exceso de trabajo, “que puede tener impactos a largo plazo en la salud física, emocional y mental" del trabajador.
La que de momento sigue pasando factura en la salud ocupacional en todo el mundo con síntomas y mezclas de “agobio por agotamiento”, confusión mental y bajo rendimiento en el trabajo que aumenta la presión y ansiedad sobre el trabajador.
Ante esta situación, los expertos recomiendan a los empleadores no entrar en pánico por la “pérdida de productividad” en las empresas, y dicen que por el contrario deberían aprovechar este fenómeno silencioso de “renuncia” para crear mejores condiciones para el personal y fomentar la creatividad, a pesar de la resistencia.
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