Los judíos han estado presentes en cada conflicto bélico librado por Estados Unidos desde su Guerra de Independencia, aunque no fue hasta la Guerra Civil, casi un siglo más tarde, que el Congreso revisó una ley que sólo permitía la existencia de capellanes cristianos en las fuerzas armadas.
Desde entonces, cientos de rabinos han abandonado el púlpito para desempeñarse como capellanes militares. Sin embargo, este viernes 11 de noviembre será el primer Día de los Veteranos en que habrá un monumento en honor a 14 capellanes judíos muertos mientras servían en las fuerzas armadas.
La estructura de granito se levanta en el Cementerio Nacional de Arlington, cerca de otros dedicados a los clérigos protestantes y católicos caídos en iguales circunstancias.
El rabino Marvin Dash, capellán hebreo del cementerio, no oculta su orgullo al contemplar el nuevo monumento. “Estamos en la misma línea que otros grupos religiosos de nuestra nación”, dijo.
Dash destacó que el hecho de que hasta ahora no haya existido el monumento no debe interpretarse como discriminación sino que simplemente nadie había hecho gestiones para construirlo.
Las circunstancias variaron pocos años atrás cuando Kenneth Kraetzer, presentador en Nueva York de un programa radial sobre los veteranos, investigó un hecho de heroísmo durante la Segunda Guerra Mundial que ha pasado a la posteridad con el nombre de Los Capellanes Inmortales.
El 3 de febrero de 1943, los reverendos George L. Fox y Clark V. Poling, el padre John P. Washington y el rabino Alexander Goode iban a bordo del Dorchester, un barco de transporte del ejército estadounidense, cuando un submarino alemán lo torpedeó frente a la costa de Groenlandia.
No había suficientes salvavidas para los más de 900 soldados y civiles a bordo de la embarcación, y tanto Goode como sus hermanos cristianos hicieron el mayor de los sacrificios.
Los tres se dijeron: vamos a permanecer aquí, de brazos unidos y a rezar. Vamos a dar nuestros salvavidas a quienes los necesiten, relató Dash. Y los tres desaparecieron en el mar.
Los capellanes inmortales se convirtieron en un poderoso símbolo interreligioso. En 1948, el servicio postal de EE.UU. estampó un sello en su honor. Y en 1960, se estableció la Medalla por Heroísmo para capellanes a fin de conmemorar el gesto de aquellos cuatro hombres.
Sin embargo, cuando Kraetzer visitó la llamada Colina de los Capellanes en Arlington hace pocos años, sólo vio allí los nombres de los tres héroes cristianos y no el del rabino Goode.
Entonces Kraetzer, que es católico, buscó el apoyo de organizaciones judías nacionales y en mayo de este año el Congreso aprobó abrumadoramente una resolución para la creación del monumento, inaugurado el pasado 24 de octubre durante una emotiva ceremonia.
Según David MacKenzie, de la Sociedad Histórica Judía de Washington, “el monumento concede a los judíos su lugar como parte que son del conjunto de la historia del país”.