Centroamérica ha logrado avances significativos en los últimos años para combatir el analfabetismo entre las mujeres y dotarlas de más poder. Más mujeres están ocupando posiciones de liderazgo en lugares como Costa Rica y Guatemala.
Pero la situación general de las mujeres sigue siendo mala en una región calificada por Naciones Unidas en 2009 como la más violenta del mundo. La tasa de homicidios en la región ha aumentado en los últimos 15 años, dijo Manuel Orozco, director del Programa de Migración y Desarrollo del Inter-American Dialogue, un centro de análisis en Washington.
Orozco dice que las tasas de homicidios en la mayor parte de la región han sido de 10 a 15 por día desde fines de 1990. De esa cifra, el número de mujeres asesinadas casi se ha triplicado en casi todos los países de la zona, especialmente El Salvador, Guatemala y Honduras.
El experto atribuye este problema a la delincuencia juvenil, las violentas pandillas transnacionales y las agresiones sexuales contra las mujeres, especialmente cuando un pandillero recién se une al grupo o lo abandona.
Pero este tipo de violencia también afecta a las personas comunes y corrientes tal como Rosa Leyva, madre y ama de casa en México, quien dijo en una entrevista por correo electrónico que ella y su madre siempre viven con el temor de que sus “hijos y maridos (…) salgan de nuestro hogar y no retornen”.
Orozco dijo que la región sigue siendo “prisionera de muchas nociones de diferenciación de género, donde las mujeres siguen siendo percibidas por algunos como inferiores”. Y cita a Guatemala, Honduras, Nicaragua y Costa Rica como ejemplo de países donde las mujeres, particularmente de etnias mayas o afro-caribeñas, son discriminadas de varias maneras.
A falta de oportunidades educativas y laborales en sus países, muchas mujeres optan por emigrar. Tal es el caso de Claudia González, de El Salvador, que abandonó el país para buscar mejores oportunidades en Estados Unidos. Según dijo, encontrar un trabajo en El Salvador es difícil, especialmente para mujeres menores de 20 años o con más de 60 años.
González es uno de los millones de migrantes centroamericanos atraídos por una promesa de una vida mejor en Estados Unidos y Europa. De acuerdo a la investigación de Orozco, las mujeres –especialmente aquellas con un nivel educativo terciario- son más propensas a emigrar que los hombres de la región, una tendencia que se ha registrado en la última década.
Cerca de 2.5 millones de mujeres inmigrantes –cerca de la mitad de Centroamérica- enviaron alrededor de $13.000 millones de dólares en remesas a Centroamérica en 2010, según Orozco. Dos tercios de los beneficiarios de estas remesas fueron mujeres que son jefas de hogar.
El lado positivo de esto es que las mujeres tienen más oportunidades para manejar sus recursos y decidir cómo invertirlos, de acuerdo a Orozco. “Y las amas de casa también están aumentado su independencia, al poder gestionar sus fondos de manera más independiente cuando antes dependían directamente del salario de sus maridos”.