CARACAS -Diana De Conciliis suelta sobre un mesón unas 20 trenzas de cabello natural que están sujetas con una liga. Fueron donadas por niñas de una escuela a la ONG en la que es voluntaria, que se encargará de cambiarlas por pelucas para pacientes con cáncer.
No es barato conseguir una peluca de cabello natural en Venezuela, un país con un poder adquisitivo disuelto por la inflación.
Y la ONG Senosalud, donde trabaja De Conciliis, entiende que es un aspecto importante en la vida del paciente.
“El paciente a veces sufre más por la caída del cabello que por lo que padece”, añade esta mujer que ha sido bautizada por sus compañeros como “Diana Peluca”.
Una hoja de cuaderno está toda llena con los nombres y datos de personas que en los últimos dos días donaron su cabello. Como agradecimiento, la ONG les enviará un certificado.
La lucha contra el cáncer, que se conmemora este sábado en todo el mundo, se hace cuesta arriba en Venezuela con un sistema público poco fiable, entre la escasez de tratamiento y la precaria infraestructura, y clínicas privadas son impagables para la mayoría.
No hay cifras oficiales actualizadas de cáncer en el país, como pasa con el grueso de las afecciones de salud.
Un estudio “Mortalidad e incidencia del cáncer en Venezuela 2021”, de la Sociedad Anticancerosa y de la Universidad Simón Bolívar reveló que cada año en el país mueren 30.100 pacientes con cáncer, lo que se traduce en 3 pacientes por hora.
Y en el caso de las mujeres, el cáncer de mama es la primera causa de muerte oncológica.
“Es un problema prácticamente de salud pública, un problema que debemos atender”, explica Ludmila Calvo, presidenta de Senosalud y sobreviviente de cáncer de mama.
Clavo lamenta la falta de políticas públicas para la detección de la enfermedad y su posterior atención. Y es ahí donde se dirigen las energías de la organización, a través de jornadas de atención médica y realización de estudios.
Tienen una división de accesorios para las pacientes como sostenes, prótesis de silicón, sombreros, turbantes… y claro, las pelucas.
“La mujer sufre muchísimo cuando se le cae”, insiste Calvo, que explica que la pérdida de cabello, como efecto secundario del tratamiento contra el cáncer, muchas veces es motivo de depresión en pacientes oncológicos. “Se siente que se ha perdido algo muy importante”.
Cabello de México, Francia y Costa Rica
La ONG recibe donaciones de cabello natural que luego intercambia en una fábrica de pelucas con la que tiene alianza.
Muchos donantes dejan las tiras en un buzón de la organización en su sede en Caracas y algunos acompañan el paquete con mensajes de aliento para los enfermos.
Senosalud, que tiene más de 20 años funcionando, ha recibido cabello de personas no solo de Venezuela, también de México, Francia y Costa Rica.
Han recolectado pelo de diferentes largos, colores y texturas. "Vienen muchas niñas chiquitas a donar su cabello”, continúa Calvo.
Sin embargo, “necesitamos cabello canoso”, repara De Conciliis, que es la encargada de recibir las donaciones y hacer el intercambio.
“Diana Peluca” tiene 16 años como voluntaria en esta organización a la que llegó, también buscando una peluca.
“Un día me acosté con una melena preciosa y me paré sin nada; sin ceja, sin pestaña, sin nada, yo dije ‘guao, estoy soñando’, recuerda.
De Concillis tiene alopecia, pérdida de cabello anormal e irreversible. “Fue un impacto”, describe.
Entonces, acudió a Senosalud, “pero no había lo que yo aspiraba y yo les dije: ‘¿ustedes no quieren que yo las ayude con las pelucas?’”.
Y desde ese día se dedica a ayudar a otras personas, principalmente con enfermedades oncológicas.
“Yo puedo pasar horas con el paciente hasta que se sienta bien”, sigue Concillis, que procura complacerlos al momento de elegir su peluca.
“Hay que estar en esto para saber cómo sufre el paciente con la caída del cabello, pero cuando llegan acá salen con otro rostro, salen más animadas, más felices”, insiste.
Una peluca de cabello natural puede rondar los 600 dólares en un comercio, pero en Senosalud las venden a un “módico” precio.
“Nosotros aquí las tenemos desde 20 dólares. Y bueno, depende si son muy largas, que necesita mucho cabello y eso”, explica Calvo.
Es un paso en medio de tantas carencias para la mayoría de los pacientes oncológicos.
En los hospitales “cuesta mucho que atiendan a la paciente y a veces tiene que pasar por unos filtros terribles donde le dicen ‘anótese en esta lista’”, relata Clavo.
“A una paciente, que no se ha podido hacer la radioterapia en uno de los pocos hospitales que están haciendo radioterapia, le dijeron ‘anótese en esta lista y tenía mil personas por delante’. Por supuesto que esa paciente, si no tiene el tratamiento completo, fallece”.
Y en la salud privada es costosa para la mayoría de la población, que tampoco tiene acceso a seguros de salud.
“El sistema privado es muy costoso. Un diagnóstico para saber que tiene cáncer de mama para empezar son 12.000 dólares mínimo”.
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