Como un “capricho, odio y mentiras” catalogó el escritor y ex vicepresidente de Nicaragua Sergio Ramírez las acusaciones de la Fiscalía, que lo señaló el miércoles de los delitos “incitar a la violencia” y de haber recibido dinero de la Fundación Violeta Barrios de Chamorro.
Ramírez dijo que la “dictadura de la familia Ortega” ha utilizado “su propia fiscalía y sus propios jueces” para emitir acusaciones por las que se encuentran detenidos “muchos nicaragüenses dignos y valientes”, en referencia a la treintena de opositores arrestados en los últimos tres meses.
También recordó que no es la primera vez que ha sido acusado con delitos similares.
“En el año de 1977, la familia Somoza me acusó por medio de su propia fiscalía y ante sus propios jueces de delitos parecidos a los de ahora: terrorismo, asociación ilícita para delinquir, y atentar contra el orden y la paz, cuando yo luchaba contra esa dictadura igual que lucho ahora contra esta otra”.
En su opinión, “las dictaduras carecen de imaginación y repiten sus mentiras, su saña, su odio, y sus caprichos”.
“Son los mismos delirios, el mismo empecinamiento ciego por el poder y la misma mediocridad de quienes, teniendo en su puño los instrumentos represivos y habiéndose despojado de todos los escrúpulos, creen también que son dueños de la dignidad, de la conciencia y la libertad de los demás”, añadió.
Ramírez fue vicepresidente de Daniel Ortega de 1985 a 1990. Posteriormente tomó distancia del mandatario tras perder en los comicios de 1990 en donde triunfó la expresidenta Violeta Barrios de Chamorro.
Luego fundó el Movimiento Renovador Sandinista, junto a otros disidentes e intelectuales, cuya mayoría se encuentran en prisión y bajo procesos de investigación por “incitar al odio”.
Ramírez tomó distancia de la política, aunque ha criticado el rumbo que ha tomado el país tras el retorno de Ortega al poder en 2007.
“Soy un escritor comprometido con la democracia y con la libertad, y no dejaré en este empeño desde donde me encuentre. Mi obra literaria de años es la obra de un hombre libre. Las únicas armas que poseo son las palabras, y nunca me impondrán el silencio”, concluyó Ramírez, quien se encuentra fuera de Nicaragua.
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