En medio de una húmeda noche de verano en Washington, diferentes miembros de la comunidad incluyendo representantes del gobierno, organizaciones comunales y representantes de minorías, se reunieron a pensar y discutir por qué en la capital de Estados Unidos, el SIDA es un problema tan grave como lo es en muchos países menos favorecidos.
La conversación llevó a una lluvia de ideas sobre cómo se trata el tema con la juventud hoy en día y comparar estas prácticas con métodos utilizados en los años ochentas.
“Tenemos que poder llamar a las cosas por su nombre”, dijo José Ramírez, representante de La Clínica al iniciar su intervención.
“Explicarles directamente cómo se pueden contagiar. Nosotros somos católicos, yo soy uno de 13 hermanos y nosotros no estamos acostumbrados a hablar de esto”, agregó Ramírez.
Ramírez, quien es portador del virus, se dedica a trabajar en prevención y concientización con jóvenes en su mayoría hispanos y enfatizó en la necesidad de crear más alternativas educativas y nuevas propuestas que en realidad conecten con generaciones más jóvenes.
Michael Kharfen, de la oficina del SIDA en Washington, cree que “la comunidad no está tan involucrada como debía estarlo”. Sus palabras produjeron diferentes reacciones entre los oyentes y en medio del comentario reconoció emotivamente que estaba sorprendido de ver tanta gente reunida en el evento.
Al tratar de profesionalizar los servicios contra la enfermedad, se han creado numerosas organizaciones, pero se ha descuidado la participación ciudadana. Sin embargo, representantes de varias organizaciones dicen que el problema es más una cuestión de recursos.
Michael Crawford del Proyecto Bilerico, dice que él no tiene problema en conseguir voluntarios en su comunidad, el problema es conectarse con la gente.
“Este problema se ha convertido en un negocio y esto aisló a los miembros de la comunidad que no se dan cuenta que estamos atravesando una crisis”, exclamó Toni Young de National Black Women’s HIV/AIDS Network.
La primera pregunta al invitar a la audiencia a comentar fue si deberíamos dejar de tener sexo.
Esta inesperada interrogación llevó al panel a analizar cómo los recursos para el SIDA se están distribuyendo, cuánto dinero se está invirtiendo en prevención, en campañas de ayuda y cuánto en investigación.
Según el doctor Ray Martins, de Whitman Walker Clinic, “no hemos tenido éxito encontrando una cura, sin embargo, la comunidad cada vez está más consciente de los riesgos y de los problemas, en especial en comunidades gay y lesbianas”.
Y aunque el virus puede atacar igual a heterosexuales como a homosexuales, el último grupo sigue teniendo un alto número de infectados. Así mismo, las minorías afro estadounidenses e hispanas siguen siendo las más afectadas.
Catalina Sol, Directora del Departamento del SIDA de La Clínica del Pueblo, explicó a la Voz de América que, para los Hispanos en Washington, el principal problema es que se demoran mucho tiempo en darse cuenta que son portadores del virus. Los usuarios en la Clínica del Pueblo se dan cuenta cinco o diez años después de que lo adquirieron.
“No hemos adquirido la rutina de hacer el examen, para muchas personas el solo hecho de hacerse el examen representa demasiado miedo”, concluyó Sol.
Hay varias diferencias entre los hispanos portadores del SIDA en EE.UU. y portadores en América Latina, pero hay muchos más rasgos en común.
El miedo al qué dirán, la falta de acceso a servicios de salud y problemas económicos producen un retraso, en algunos casos fatales, al no enterarse a tiempo de las posibles soluciones y tratamientos para el virus.
Escuche más sobre la Clínica del Pueblo:
Después de asistir a este evento organizado por Capital Pride 2009, cuyo principal objetivo era discutir cómo se puede reducir la epidemia del virus del SIDA en Washington, queda en claro que hay que mantener los esfuerzos a nivel local. Es necesario continuar hablando del tema en escuelas, centros de salud y a nivel del gobierno.
José Ramírez con su grupo de jóvenes.