Las campañas de desinformación y propaganda en América Latina ponen en serio riesgo a las democracias de la región, que subsisten en un entorno político polarizado, coincidió el lunes un grupo de expertos que se dio cita en Washington para abordar el asunto.
El entorno latinoamericano, con bajos niveles de educación, ha permitido también que la población en general sea proclive a tomar como ciertas las informaciones engañosas o falsas que circulan en redes sociales, coincidieron los especialistas convocados al encuentro virtual.
Arlene Tickner, de la Universidad del Rosario, aseguró que ha monitoreado cómo la agencia rusa de noticias RT fomenta el antagonismo entre Estados Unidos Colombia y Venezuela.
“La actividad rusa, muy de la mano con medios como Telesur de Venezuela, gira en torno a ser vocero de actores contra hegemónicos o representantes de nuevas izquierdas en el mundo, [pero] en el fondo lo que hace es crear actividades de desinformación que buscan sembrar o ahondar divisiones, cuestionar la democracia, sembrar dudas sobre las elecciones”, explicó Tickner, quien tomó parte en el panel “Desinformación y propaganda extranjeras en América Latina y el Caribe” en el centro de análisis Global Americans.
Tickner expuso sus observaciones al estudiar las protestas sociales recientes en Colombia y observar los derivados de casos de violencia policial exacerbados y luego manipulados para insertarlos en el caudal de redes sociales donde se expanden como fuego en pólvora entre la población.
Por su parte Juan Pablo Cardenal, periodista e investigador del Centro para la Apertura y el Desarrollo de América Latina (CADAL), en Argentina, dijo que el modelo chino en la región consiste, entre otras cosas, en la captación de élites para encaminar su proyecto expansionista con una narrativa pro China.
China acude a la desinformación para posicionarse como potencia mundial y modelo para hacer negocios con el objetivo final de mejorar la imagen del país como una nación desarrollada y con ello expandirse, dijo Cardenal.
El experto puso como ejemplo el manejo de la pandemia por parte de China para sacudirse de responsabilidades y limpiar su imagen con campañas de desinformación.
"Cuando buena parte del mundo ve la responsabilidad de China en la pandemia, China lanza una campaña de propaganda para tratar de eludir su responsabilidad, para negar el origen del virus o su encubrimiento y lanza campaña de donaciones y transacciones comerciales y empiezan a impulsar una narrativa de la fiabilidad de las vacunas chinas”, dijo Cardenal.
En el lado mexicano
En México, Marco Fernández, profesor e investigador del Instituto Tecnológico de Monterrey, ha estudiado el comportamiento de los mensajes en las redes sociales, entre ellos los antagonismos políticos entre los detractores o defensores del presidente Manuel López Obrador.
Las campañas de desinformación, asegura, se introducen en la red con lenguajes muy sosegados, lo que podría tener la intencionalidad de hacerlas pasar como información verídica para ser retomada por medios de comunicación tradicionales.
Los medios de comunicación fue otro de los apartados de la discusión. A diferencia de las empresas de comunicación en Estados Unidos, el modelo de negocios en América Latina está en crisis y resulta difícil creer que en el corto plazo las salas de redacción instalen equipos de periodistas dedicados solo a contrastar y verificar la información falsa que llega a raudales a las audiencias, explicó Fernández.
“Hay diversos esfuerzos para hacer la verificación de los hechos, pero el problema es que eso cuesta, porque toma tiempo, conocimiento especializado y requiere recursos para implementarlo, y es más grande la ola de desinformación que lo que puede verificarse”, agregó.
En contextos polarizados las audiencias tienden a filtrar la información y ven sólo la que es consistente con sus preferencias y prejuicios ideológicos, por lo que ofrecer más fuentes de información confiables no parece ser la solución para detener las campañas de desinformación, explicó.
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