La Cumbre del G-20 organizada por Italia comenzó el sábado en Roma, donde los líderes de las principales economías del mundo discutieron temas de interés común, incluida la recuperación pandémica y el cambio climático.
La alfombra roja se desplegó en La Nuvola, el Centro de Convenciones de Roma, cuando el primer ministro italiano, Mario Draghi, dio la bienvenida al presidente estadounidense Joe Biden y a otros líderes en medio de estrictos protocolos COVID-19.
Esta cumbre es la primera reunión cara a cara de los líderes en dos años, luego de la cumbre virtual del año pasado organizada por Arabia Saudita. Cabe destacar la ausencia del presidente ruso Vladimir Putin, del presidente chino Xi Jinping y del presidente de México, Andrés Manuel López Obrador, si bien se unirán virtualmente, citando preocupaciones pandémicas en casa.
Respuesta y prevención de una pandemia
El viernes, los ministros de salud y finanzas del G-20 emitieron un comunicado comprometiéndose a controlar la pandemia en todo el mundo lo antes posible. Dijeron que el G-20 tomará todas las medidas necesarias para avanzar en los objetivos globales de vacunar al menos al 40% de la población en todos los países para fines de 2021 y al 70% para mediados de 2022, según lo recomendado por la Organización Mundial de la Salud (OMS).
Sin embargo, los ministros no pudieron llegar a un acuerdo sobre un mecanismo de coordinación y financiamiento separado para prepararse para futuras pandemias propuestas por Estados Unidos e Indonesia.
"No estamos buscando el producto final definitivo de un mecanismo de financiación o el producto final definitivo de un grupo de trabajo o una junta que funcionaría como una especie de organismo de coordinación global en el futuro", dijo el principal asesor de seguridad nacional de la Casa Blanca, Jake Sullivan, a la Voz de América a bordo del Air Force One, en ruta a Roma, el jueves. "Así que la esperanza es tener en el comunicado una declaración de intenciones de que trabajaremos para lograr estos dos resultados".
Cambio climático
En Roma, el secretario general de las Naciones Unidas, Antonio Guterres, calificó la cumbre como una oportunidad para "encaminar las cosas" antes de la conferencia climática COP26 de la ONU en Glasgow, en la que los líderes del G-20 participarán después de su reunión en Italia.
"Existe un grave riesgo de que Glasgow no cumpla", dijo Guterres. “Las contribuciones actuales determinadas a nivel nacional, los compromisos formales de los gobiernos, todavía condenan al mundo a un calamitoso aumento de 2,7 grados”, dijo refiriéndose a la promesa hecha en el Acuerdo Climático de París de 2015 de limitar el calentamiento global a 2 grados Celsius, idealmente a 1,5 grados. grados Celsius.
Se espera que los países anuncien más compromisos de reducción de emisiones para alcanzar el objetivo de emisiones netas cero para mediados de siglo, pero algunos analistas se muestran escépticos sobre estos compromisos voluntarios que vienen sin mecanismos de aplicación.
"Habrá promesas, en el mejor de los casos algo similar a lo que vimos en París", dijo Dalibor Rohac, académico residente del American Enterprise Institute, en referencia al acuerdo climático firmado en la capital francesa y que entró en vigor en 2016.
Rohac agregó que para avanzar en el cambio climático, el mundo necesita acciones tangibles.
“En lugar de seguir con este hábito de buscar una solución multilateral radical, buscar políticas nacionales sólidas que aceleren la descarbonización”, dijo.
Un tema clave a tener en cuenta es si los miembros del G-20 pueden ponerse de acuerdo respecto al uso del carbón. La ONU ha pedido a los países ricos que eliminen gradualmente el carbón para 2030, pero los ministros de medio ambiente del G-20 no han llegado a un acuerdo sobre un cronograma.
Guterres también pidió a las naciones ricas que cumplan los compromisos de proporcionar fondos para ayudar a las naciones en desarrollo a mitigar los impactos del cambio climático. Bajo el Acuerdo Climático de París, las naciones ricas prometieron un mínimo de 100.000 millones de dólares por año en fondos climáticos para los países de bajos ingresos. Gran parte de ese dinero no se ha entregado.
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