Más aeropuertos en Estados Unidos están ofreciendo vuelos a Cuba después de que el gobierno del presidente Barack Obama redujera las restricciones a principios del corriente año 2011.
El largo embargo comercial todavía prohíbe a los turistas viajar a la nación comunista, pero los recientes cambios hacen más fácil los viajes para los cubano estadounidenses, y otros viajeros autorizados. Pero, no todo el mundo aprueba esta iniciativa.
A aproximadamente 30 minutos de Miami, en el aeropuerto de Fort Lauderdale, varias generaciones de cubanos esperaban ansiosos la partida para visitar a sus familiares.
“Este es en gran día”, dice Octavio Giraldo, quien es uno de los más de 100 pasajeros del primer vuelo de Fort Lauderdale a Cuba, en más de dos décadas. La ocasión inspiró una fiesta con comida y música cubana en vivo.
Antes de los cambios introducidos por el gobierno del presidente Obama, sólo estaban autorizados los aeropuertos de Miami, New York y Los Ángeles para los vuelos directo a la isla.
Pero no todos los cubanos en el exilio celebran.
“La decisión de iniciar vuelos hacia Cuba fue un error, le estamos dando más espacio a un país que patrocina el terrorismo”, dice Emilio Izquierdo, coordinador de un movimiento de ciudadanos conocido como Cubanos estadounidenses patriotas y amigos.
Izquierdo estuvo en prisión por dos años en Cuba, en la década de los sesenta y en la actualidad, junto a otros integrantes de la comunidad en el exilio se reúnen frecuentemente en el restaurante Versailles, del barrio de Pequeña Habana en Miami.
Antonio Esquivel, director de la Junta patriótica cubana, dice que los vuelos desde Estados Unidos solo generan beneficios a una de las partes. “No se trata de ayudar a nadie más que al régimen de Castro. Lo que ellos están buscando es dinero. Eso es todo”, indica Esquivel.
Pero quienes viajan dicen que el dinero no es la motivación.
“No estamos poniendo dinero en manos de los Castro, sino proporcionando felicidad en los hogares de las familias que extrañan a sus seres queridos”, dijo Octavio Giraldo.
Pero, en la Pequeña Habana, más allá de acuerdos o desacuerdos, los cubano estadounidenses continúan conectados con su tierra natal.