Decenas de blogueros en la isla han logrado lo que hace apenas unos pocos años parecía irrealizable, mostrarle al mundo la Cuba que es, burlando la censura gubernamental.
Los cubanos padecen el deplorable privilegio de tener el índice de acceso a Internet más bajo de todo el hemisferio occidental (14 por ciento de la población, según estadísticas oficiales; infinitamente menos, según grupos no gubernamentales), pero a pesar de eso la Web se ha convertido en una de las vías principales de los jóvenes y opositores para ejercer su derecho a la libertad de expresión.
Aun cuando el Comité para la Protección de los Periodistas (CPJ) concluyó el año pasado de que la isla es "uno de los 10 peores países del mundo para ser bloguero", no sólo por el hostigamiento y persecución de que estos son victimas sino también por las enormes dificultades e impedimentas legales para acceder a la red, la blogósfera cubana es una realidad irreversible.
La comunidad de blogueros de la isla es sucesora del movimiento de periodistas independientes que surgió en los años 90 y que fue blanco de una brutal ola represiva, coronada con las encarcelaciones de 75 opositores durante la Primavera Negra de 2003.
En un país donde el gobierno sólo permite conectarse a Internet a extranjeros, a funcionarios selectos y a grupos muy controlados de profesionales y académicos, los blogueros han tenido que recurrir a grandes dosis de ingenio y de valor para conectarse de una manera u otra a la red, desde los muy vigilados cibercafés y hoteles hasta enviando la información por correo electrónico a amigos en el extranjero.
La plataforma desdecuba.com, y Voces cubanas, que da cabida a decenas de blogueros, son el mejor ejemplo de la perseverancia de cibernautas como Yoani Sánchez, su esposo Reinaldo Escobar, Claudia Cadelo, Orlando Luis Pardo lazo, Luis Felipe Rojas y muchos más, todos autores de blogs que han conseguido romper las amarras de la censura.
El más conocido de todos, "Generación Y", de Yoani Sánchez, está traducido a 22 idiomas y a fines del año pasado, sólo la versión en español, registró 15 millones de "hits" mensuales. Hasta hace sólo unos días el acceso a su página desde dentro de la isla estuvo bloqueado, pero la bloguera es tan popular fuera de Cuba que su cuenta de twitter ya sobrepasa los 100 mil seguidores, quienes según ella son el "paraguas" que la protege "de la lluvia de la intolerancia".
Según Beatriz Calvo, profesora de Periodismo en la Universidad Carlos III de Madrid y autora del libro "Buena Vista Social Blog", además de contribuir a desdibujar "las fronteras físicas e intelectuales entre cubanos", la blogósfera cubana es un antídoto de la retórica gubernamental.
Las recientes y exitosas revueltas populares en Túnez y luego en Egipto, impulsadas primordialmente por lo que ya algunos denominan la "Generación Facebook" han sido la demostración más palpable de la nueva dimensión de poder social que confieren a los ciudadanos las nuevas tecnologías de comunicación electrónica.
A la policía política de gobiernos como el de Cuba no escapa el hecho de que Facebook, Twitter, la telefonía móvil, los correos electrónicos, los blogs y otras herramientas de la Web 2.0 se han convertido ya en recursos de primer orden para los movimientos que luchan contra los sistemas autoritarios.
Hace poco se filtró en la web un video con la charla de un "ciberagente" de la contrainteligencia cubana a altos oficiales del Ministerio del Interior en la isla, en la que declaraba Internet como un campo de guerra para el gobierno cubano e identificaba como "el enemigo" a las redes sociales en la Web.
Comentando las razones por las que el régimen cubano le teme tanto a permitir el libre flujo de ideas en la red, la bloguera Yoani Sánchez dijo esta semana que comprendía mejor el sigilo del gobierno después de leer las palabras del joven egipcio Wael Ghonim, uno de los protagonistas de las revueltas de la plaza Tahrir, en El Cairo: "¿Quieren un país libre?, ¡Denle Internet!".
Ahora saben-subrayó Yoani- que cada paso que nos dejen adentrarnos en el ciberespacio nos acerca a Tahrir, nos lleva velozmente hacia una plaza que se estremece y a un dictador que renuncia.