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Crónica: El turno de Cheché


Cheché Díaz, un venezolano más víctima de la inseguridad. Crónica de @aymaralorenzo
Cheché Díaz, un venezolano más víctima de la inseguridad. Crónica de @aymaralorenzo

A diario en Venezuela la inseguridad mata, mutila vidas de hombres y mujeres que salen a vivir, o por qué no, a sobrevivir. En el caso de Cheché Díaz, fue diferente, y hoy puede contarlo.

La mayoría de los venezolanos, especialmente los caraqueños, al salir de su casa a diario han pensado al menos una vez: “salgo vivo y no sé si regreso”.

Así de dramática es la realidad de quienes conviven con la inseguridad como una sombra de la que no pueden escapar.

Y así de dramática se volvió la de Cheché Díaz, después del 30 de septiembre.

Esa tarde al salir del periódico donde trabaja como fotógrafo, no pensó que iba a ser protagonista de su propia crónica roja.

Cheché es un hombre delgado pero atlético. Caminaba pasadas las seis de la tarde con tres amigos más hacia el metro por el sector San Martín, en el oeste de Caracas.

Decidieron tomar una ruta diferente a la habitual y eso, aunque sin él saberlo, marcaría su vida para siempre.

Cuando iban a cruzar la calle los sorprendió una pareja de hombres que se desplazaba en una moto y, en la proximidad de la acera el parrillero los apuntó con un revólver .38 para robarles los teléfonos celulares.

"Mis amigos de inmediato le entregaron los teléfonos al que nos apuntaba con el arma", recordó Cheché. "Yo estaba parado frente al ladrón, no tendría más de 18 años y se notaba drogado. Tenía el revólver tan cerca que veía cómo le temblaba el pulso. Yo venía muy cargado de energía a causa del grave problema de la delincuencia que vivimos y sin pensarlo, cuando hice el movimiento para sacarme el celular del bolsillo, le cogí la mano con la que sostenía el arma y comenzó el forcejeo".

Solo fueron segundos los que pasaron entre los que sonó la detonación y Cheché y el ladrón cayeron al suelo, todavía con su mano aferrada a la que empuñaba el arma.

"No sé de dónde saqué fuerzas hasta que lo dominé y logré apuntarlo con el revólver, y el conductor de la moto comenzó a aplastarme la cabeza contra el piso con su pie para que soltara el arma", agregó.

El disparo alertó a los vecinos de los edificios de la calle que comenzaron a gritar y a lanzar botellas desde las ventanas.

Los ladrones decidieron escapar y Cheché quedó tirado en el piso.

En cualquier país donde las instituciones funcionan habría recibido atención inmediata, sobre todo al levantarse del suelo y caerse nuevamente por no poder sostenerse en pie.

Hasta la estación del subterráneo, a unos 500 metros, lo llevaron sus amigos buscando ayuda con la policía que allí se encontraba.

Sin embargo, no pudieron trasladarlo porque no había una patrulla.

"Sabiendo que tenía la bala, comencé a sentirme mal y comencé a marearme con escalofrío y pensé: '¡voy a morirme aquí, me voy a morir!'".

Fue trasladado en un carro de su trabajo a una primera clínica, pero increíblemente se negaron a atenderlo porque “no recibimos heridos de bala por un tema de seguridad”, le dijeron.

Finalmente llegaron a una segunda clínica donde fue atendido casi una hora después de recibir el tiro.

A tres semanas de lo ocurrido, recuerda el hecho con una mezcla de risa y sabor amargo.

"Al principio pensé que había sido una irresponsabilidad de mi parte. Hubo gente que me regañó, pero nadie sabe cómo va a reaccionar ante una situación como esa", dijo. "Es mentira que tú le vas a entregar tus pertenencias al ladrón y todo acaba. Porque si no corres con suerte y está drogado o de mal humor, también querrá robarte tus zapatos, tu ropa y tu vida".

Para muchos venezolanos víctimas de la inseguridad, el consuelo es pensar que las situaciones suceden por algo, al menos para Cheché, porque la vida le ha puesto esta prueba para pensar en su futuro y su destino en Venezuela.

Ahora se dedica a la rehabilitación de su pierna y también a trabajar sobre la idea que le surgió de su tragedia.

“Los malandros siempre nos quitan cosas. Sin embargo, a veces nos dejan algo, como en mi caso, que tengo una bala alojada en el cuerpo”.

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