A pesar de las diferencias que mantuvieron en el pasado y los matices ideológicos, la vicepresidenta y exmandataria argentina Cristina Fernández de Kirchner respaldó públicamente la postulación del ministro de Economía Sergio Massa a la presidencia en los comicios de octubre. Su candidatura ha sido cuestionada por sectores del peronismo gobernante, que lo consideran un dirigente que comulga con la derecha, sectores empresariales y Estados Unidos.
“Era necesario construir una lista de unidad que nos permitiera abordar los problemas que tiene la sociedad, muy graves”, expresó la dirigente el lunes al compartir con el flamante precandidato un acto en el aeropuerto metropolitano por la restitución de un avión que se había utilizado para los denominados “Vuelos de la Muerte” durante la última dictadura militar (1976-1983).
“Esto es el peronismo. El orden está en los cementerios, nadie dice nada, nadie discute. La política también es conducir el desorden y tratar de ordenar de la mejor manera posible para convertir a la política en un instrumento de transformación y de cambio”, remarcó.
El peronismo acordó una fórmula de unidad el viernes luego de fuertes divisiones internas. Otras figuras del oficialismo que habían anunciado sus deseos de competir por la presidencia retiraron sus postulaciones para dar vía libre al binomio Massa-Agustín Rossi, jefe de gabinete de ministros, en las primarias abiertas, simultáneas y obligatorias (PASO) del 13 de agosto.
Con la postulación de Massa y Rossi, el presidente Alberto Fernández y la exmandataria Fernández de Kirchner (2007-2015) parecieron dejar a un lado sus discrepancias y alcanzaron una decisión pragmática que busca alinear al peronismo detrás de su objetivo de preservar el poder, dado que la fórmula elegida garantiza un mayor respaldo electoral que otras, según analistas.
El presidente decidió no buscar la reelección en medio de una fuerte caída de su imagen y la vicepresidenta tampoco al considerarse proscrita tras ser condenada a seis años de prisión e inhabilitación perpetua para ocupar cargos públicos por corrupción durante su mandato como presidenta. Sin embargo, la ley le permite postularse, ya que su sentencia aún no está firme.
Pero sectores allegados a la vicepresidenta -representante de una ala más izquierdista del oficialismo- ven con desconfianza a Massa y sus tratativas con el FMI para lograr condiciones menos sofocantes para Argentina en el acuerdo de refinanciación de la deuda de 45.000 millones de dólares contraída en 2018 por el entonces presidente conservador Mauricio Macri, al considerar que no le temblaría la mano a la hora de aplicar un ajuste. También les irrita su afinidad política con Washington.
El recelo se remonta al gobierno de Fernández de Kirchner, cuando Massa renunció como jefe de gabinete de ministros y tiempo después rompió con el oficialismo con duras críticas hacia la líder política. En 2019, recompusieron la relación como parte de un acuerdo electoral que llevó a Alberto Fernández a la presidencia.
“Los dirigentes que tenemos responsabilidades institucionales o políticas desde la conducción debemos hablar con nuestros militantes, pero a quien le debemos todo es a la sociedad. Tenemos que darle tranquilidad, certeza y seguridad a la sociedad”, manifestó la vicepresidenta en la primera muestra de apoyo público a Massa.
Ambos compartieron un acto de enorme valor simbólico para los sectores progresistas que toman como referencia a la vicepresidenta. Por gestiones del ministro de Economía, Argentina adquirió un avión descubierto en Estados Unidos que había sido utilizado por la junta militar para arrojar hacia su muerte desde el cielo a detenidos políticos, una de las atrocidades cometidas a más sangre fría durante ese cruento período.
Con la aeronave a sus espaldas, el precandidato pidió a las distintas corrientes del peronismo deponer las diferencias.
“En la disidencia, pero sobre todo en la convivencia, podemos limitar a todos aquellos que quieren derribar derechos en la Argentina, poniendo cada uno un ladrillo arriba del otro”, expresó Massa, en su primera declaración como candidato. “Construyamos la pared que le ponga límites a aquellos que en lugar de dar derechos quieren quitar derechos en Argentina”.
Massa, que también posee estrechos contactos con dirigentes empresariales y figuras poderosas de Argentina, asumió como ministro de Economía en 2022 prometiendo que reduciría drásticamente la inflación, uno de los principales problemas de los argentinos. Sin embargo, la tasa de mayo fue de 7,8% y de 114,2% en la comparación interanual. Disputará las primarias ante Juan Grabois, del izquierdista Movimiento de Trabajadores Excluidos, que es un socio minoritario del oficialismo.
El peronismo tiene como principal rival a Juntos por el Cambio, el frente opositor que lidera los sondeos y que oficializó dos binomios para competir en las primarias: el alcalde de Buenos Aires, Horacio Rodríguez Larreta junto al gobernador de Jujuy, Gerardo Morales; y del otro la exministra de Seguridad, Patricia Bullrich junto al exdiputado Luis Petri. Ajuste de las cuentas públicas y control de la protesta social son dos de sus principales propuestas.
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