La influencia venezolana a través del petróleo da señales de disminuir en medio de su crisis económica interna y menores ganancias por el crudo.
A principios de noviembre, Guatemala, decepcionada por no haber recibido nunca la financiación a bajo costo prometida, anunció su retiro de Petrocaribe, la alianza petrolera lanzada por Hugo Chávez a la que pertenecen 18 países de América Latina.
Y en semanas recientes, representantes de Brasil, Colombia y Panamá, han visitado Caracas para cobrar los pagos atrasados por las importaciones de alimentos, bienes manufacturados y otros productos de primera necesidad.
Aunque Venezuela tiene las mayores reservas petroleras del mundo, su producción ha estado cayendo sostenidamente en los años recientes. El aumento en la producción del petróleo de Estados Unidos, gracias a más modernas tecnologías, también ha hecho mella en la comercialización del crudo venezolano, que representa el 95% de sus exportaciones.
Eso ha obligado a disminuir los subsidios, inversiones y programas de ayuda que Chávez diseñó para contrarrestar la influencia de “el imperio” estadounidense.
A la vez que aprieta la economía local, el gobierno de Nicolás Maduro también reduce los préstamos que usualmente se hacen bajo Petrocaribe, los cuales han disminuido a $1,7 mil millones de dólares en los primeros nueve meses de 2013, comparados con más del triple de esa cantidad durante el año pasado en el mismo período.
Pero la crisis no significa que se ha tocado fondo, los recursos venezolanos son enormes.
La semana pasada, el gobierno venezolano aseguró un préstamo de $1.000 millones de dólares de parte de Gazprom, el gigante ruso, para modernizar su operación petrolera.
Una devaluación del Bolívar después de las elecciones del 8 de diciembre también podrían ayudar a Maduro a reducir sustancialmente el déficit de Venezuela, estimado en un 11,5% del PIB.
Así que Maduro sigue apostando a influenciar a los países latinoamericanos. Por eso, el mes pasado ordenó la creación de una universidad de medicina que gradúe médicos para América Latina, propuesta que presentará este mes durante la Cumbre del ALBA.
Pero como lo señala Juan Gabriel Tokatlian, director de Relaciones Internacionales de la Universidad Torcuato Di Tella de Buenos Aires, “las opciones estratégicas de América Latina cambian rápidamente y ya no pasan necesariamente por Caracas”.
A principios de noviembre, Guatemala, decepcionada por no haber recibido nunca la financiación a bajo costo prometida, anunció su retiro de Petrocaribe, la alianza petrolera lanzada por Hugo Chávez a la que pertenecen 18 países de América Latina.
Y en semanas recientes, representantes de Brasil, Colombia y Panamá, han visitado Caracas para cobrar los pagos atrasados por las importaciones de alimentos, bienes manufacturados y otros productos de primera necesidad.
Aunque Venezuela tiene las mayores reservas petroleras del mundo, su producción ha estado cayendo sostenidamente en los años recientes. El aumento en la producción del petróleo de Estados Unidos, gracias a más modernas tecnologías, también ha hecho mella en la comercialización del crudo venezolano, que representa el 95% de sus exportaciones.
Eso ha obligado a disminuir los subsidios, inversiones y programas de ayuda que Chávez diseñó para contrarrestar la influencia de “el imperio” estadounidense.
A la vez que aprieta la economía local, el gobierno de Nicolás Maduro también reduce los préstamos que usualmente se hacen bajo Petrocaribe, los cuales han disminuido a $1,7 mil millones de dólares en los primeros nueve meses de 2013, comparados con más del triple de esa cantidad durante el año pasado en el mismo período.
Pero la crisis no significa que se ha tocado fondo, los recursos venezolanos son enormes.
La semana pasada, el gobierno venezolano aseguró un préstamo de $1.000 millones de dólares de parte de Gazprom, el gigante ruso, para modernizar su operación petrolera.
Una devaluación del Bolívar después de las elecciones del 8 de diciembre también podrían ayudar a Maduro a reducir sustancialmente el déficit de Venezuela, estimado en un 11,5% del PIB.
Así que Maduro sigue apostando a influenciar a los países latinoamericanos. Por eso, el mes pasado ordenó la creación de una universidad de medicina que gradúe médicos para América Latina, propuesta que presentará este mes durante la Cumbre del ALBA.
Pero como lo señala Juan Gabriel Tokatlian, director de Relaciones Internacionales de la Universidad Torcuato Di Tella de Buenos Aires, “las opciones estratégicas de América Latina cambian rápidamente y ya no pasan necesariamente por Caracas”.