La noticia de tener una vacuna contra el COVID-19 antes de Navidad es recibida de forma escéptica y con mucha cautela por parte de dos expertos consultados por la Voz de América, después que la empresa Moderna diera a conocer que se disponían a pedir la autorización de emergencia para el uso de su vacuna con una eficacia estimada en un 94,1% a la Agencia de Medicamentos y Alimentos de Estados Unidos (FDA, por sus siglas en inglés).
Antes del anuncio de Moderna, Pfizer y su socia alemana BioNTech, ya habían dado ese paso la semana pasada y auguran que después del 10 de diciembre en Estados Unidos cientos de miles de estadounidenses podrían optar a ponerse la vacuna, siempre y cuando la FDA confirme que ambos productos son seguros y efectivos.
Ante tanto optimismo Elvis García, médico en Salud Pública y profesor de epidemias en la Universidad de Harvard, dijo a la VOA que es preciso mantener mucha cautela ante tal situación, sin importar cuál compañía sea la primera en sacar una vacuna al mercado después de obtener las autorizaciones.
“Tampoco hay que dejarse llevar demasiado. Es verdad que los datos que tenemos hoy en día son prometedores, pero son unos datos muy preliminares”, explica el experto que también hizo énfasis en mantener las precauciones como la mascarilla, la distancia y el lavado de manos como primordiales.
García hace hincapié en que todavía se está en una fase temprana para asegurar que el medicamento pueda mostrar una alta efectividad. Recuerda que desarrollar una vacuna y obtener resultados certeros lleva meses e incluso años de pruebas, y que en el caso de la vacuna contra el COVID-19, se ha realizado en tiempo récord por la emergencia.
Cuando la FDA habló en el pasado de autorizar una vacuna contra la COVID-19 para su uso, dijo que tendría que ofrecer como mínimo un 50% de efectividad, y tanto Moderna como Pfizer están hablando del 90% y 95%. Ante estos datos, el galeno afirma que “es una muy buena noticia. Pero todavía hay que ir con precaución” y esperar a que estos resultados sean analizados.
Por su parte Carlos Castrillo Salgado, docente de epidemiología del Departamento de Salud Pública de la Universidad Johns Hopkins y Director del Observatorio Público Global de la misma institución, explica que después de la aprobación hay otros elementos que se deben tomar en cuenta como el costo y la logística de la distribución. Especialmente para los países latinoamericanos.
Salgado resaltó que para trasladar el medicamento fuera de Estados Unidos se requiere “almacenamiento y transporte, a una temperatura de -70 grados Fahrenheit” (-57 grados Celsius). Además dijo que muchos países pueden tener gran dificultad debido en parte a que "es una vacuna es muy lábil", un término que hace referencia a su condición frágil, inestable y que puede romperse.
El experto de la Universidad Johns Hopkins afirma que si la vacuna puede deteriorarse fácilmente requiere de un empaque especial para su transporte, lo que lógicamente “incrementa el costo de la distribución” y eso será “un reto muy importante”.
Otra variable que hay que tomar en cuenta agrega García, es que después que se distribuyan las primeras vacunas no habrá disponibilidad para todos, sino que irán dirigidas al personal de salud que está combatiendo en primera línea el virus y están más expuestos. Luego accederán los grupos más vulnerables y así en orden de prioridades, con el ciudadano común como la última opción.
“Todo dependerá de cuántas vacunas tengamos, que es muy difícil predecir. Cuánto tiempo pasará de una fase a la otra depende de los datos demográficos del país. ¿Cuánta gente vulnerable o en edad vulnerable hay en este país? Y de ahí cuántas vacunas tenemos y poco a poco vamos escalando hasta llegar un poco al global de la población. Pero yo creo que para que un volumen importante de la gente esté vacunada no será antes de mediados o finales del año que viene”, explicó García.
Las alternativas para otros países
Los expertos mencionaron además temas como la capacidad y alternativas que países de Sur y Centroamérica tienen para poder obtener la vacuna. Una de esas opciones es a través de las oenegés u organismos humanitarios como el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (Unicef) o la Alianza para la Vacunación GAVI, entre otras.
Elvis García dice que el reto en Latinoamérica será la “distribución equitativa de la vacuna”. El profesional también apunta que una vez que la vacuna esté disponible, puede que pasen “años antes de que [toda la gente] en los países en desarrollo consigan vacunarse”.
A nivel global el nuevo coronavirus ha cobrado la vida de 63.154.049 personas según la Universidad Johns Hopkins y según autoridades de Estados Unidos solo en este país reporta más de 267.000 muertes por COVID-19, lo que lo ubica como el país más impactado por la pandemia.