La resaca del lunes
Hoy es día de resaca en Uruguay. Pero sin dolores de cabeza.
Los uruguayos trasnocharon en medio de una gran fiesta nacional por la victoria de la "celeste" 3-0 ante Paraguay en la Copa América 2011, un triunfo coronado con la presencia de más de 60.000 de espectadores en el Estadio Centenario de Montevideo para recibir a la selección.
El equipo primero fue recibido por el presidente José Mujica y su esposa Lucía Topolansky en la Base Aérea Nº 1 tras aterrizar en Uruguay a las 23 horas. “Hagamos todo lo posible para que dure lo más que pueda”, dijo Mujica en alusión al espíritu de unidad que viven los uruguayos gracias a esta conquista.
Luego, los once jugadores se dirigieron en caravana hacia el Estadio Centenario, circulando por una ciudad tapizada con banderas uruguayas. A las 3 de la mañana, llegaron al estadio, donde los esperaban eufóricos los hinchas, y dieron una vuelta olímpica con la copa en mano.
Lo único que empañó los festejos fueron varios daños constatados al día siguiente en el Estadio Centenario: butacas y rejas rotas, la sala de prensa destrozada y los baños en mal estado, según relató la prensa local.
Uruguay es campeón de América. Y el seleccionado con más títulos en la historia del fútbol sudamericano, 15 para ser más exactos, uno más que su rival histórico en el fútbol, Argentina.
La fiesta del domingo
Un silencio expectante interrumpido cada tanto por un grito de “¡Vamos Uruguay!”. De golpe, las calles de la somnolienta ciudad de Montevideo, de un millón y medio de habitantes, se despertaron.
Miles de uruguayos comenzaron a llegar con banderas, tambores y vuvuzelas –que ensordecieron al mundo en Sudáfrica 2010- para celebrar.
Con la emoción del Mundial de Sudáfrica todavía fresca –en el que Uruguay obtuvo el cuarto puesto- la selección “charrúa” dio una alegría más al pequeño país de 3,4 millones de habitantes.
En los alrededores de la céntrica Plaza Independencia de Montevideo, los coches circulaban lentamente a los bocinazos con una, dos, tres, cuatro, cinco personas, algunas subidas en los techos, y la bandera de la “celeste” en la mano.
Padres y madres con los hijos a los hombros, como “Pocho” Río, de 40 años, fueron a participar de la fiesta en el Centro de Montevideo. “Divino, esto es divino”, dijo Río a la Voz de América.
Consultado respecto a si cree que su hijo de cinco años, que estaba en sus hombros con una banderita, recordará este momento, no dudó en responder: “¡Sí, por supuesto que sí, tremenda emoción!”. El niño, perplejo ante tantos ruidos, miraba para los costados.
“Nos merecíamos esta victoria. Esto demuestra que sabemos de fútbol”, dijo por su parte Teresa Razo, quien a sus 82 años sigue a su “celeste”.