Los familiares de las personas con autismo suelen tener diferencias sutiles en la forma en que mueven sus ojos, lo que podría ayudar a los médicos a diagnosticar y tratar mejor la condición.
Según el estudio, realizado por la Universidad de Illinois, en Chicago, esas diferencias no serían observables a simple vista, pero sugieren que muchos componentes del autismo son hereditarios.
"Lo que esperamos que hagan estas pruebas es identificar subgrupos de individuos o familias que tienen algún tipo de riesgo de autismo", dijo Matthew Mosconi, quien trabajó en la investigación.
"Las diferencias en el movimiento ocular son las mismas que las que observamos anteriormente en los niños con autismo. Es una forma de acceder al funcionamiento de estos sistemas cerebrales específicos que creemos que son parte del desarrollo del autismo", expresó Mosconi.
Las pruebas desarrolladas sentarían las bases para el tratamiento y permitirían predecir qué pacientes responderían a tratamientos puntuales.
"Las diferencias que encontramos son muy sutiles. No son el tipo de diferencias en los movimientos oculares que podrían detectarse durante una conversación con alguien", agregó el investigador.
El autismo es un desorden cerebral complejo y misterioso, generalmente diagnosticado en la temprana infancia.
La condición sensorial se caracteriza por dificultades en la interacción y comunicación social y genera discapacidad de menor a mayor grado.
Los desórdenes del espectro autista son diagnosticados en uno de cada 110 niños en Estados Unidos.
Los investigadores coinciden en que existe en la condición un fuerte componente genético.