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Cómo las tensiones en Bolivia alimentaron un intento de golpe de Estado


El presidente boliviano Luis Arce levanta un puño cerrado rodeado de partidarios y medios de comunicación frente al palacio de gobierno en La Paz, Bolivia, el miércoles 26 de junio de 2024.
El presidente boliviano Luis Arce levanta un puño cerrado rodeado de partidarios y medios de comunicación frente al palacio de gobierno en La Paz, Bolivia, el miércoles 26 de junio de 2024.

El levantamiento militar en Bolivia fue resultado de la tensión económica y política en la que ha estado sumido el país sudamericano durante meses, incluida la división interna en el partido gobernante Movimiento al Socialismo (MAS).

Vehículos blindados militares impactaron contra las puertas del palacio de gobierno de Bolivia el miércoles mientras el presidente Luis Arce advertía que su país enfrentaba un intento de golpe de Estado.

De algún modo, el levantamiento militar fue resultado de la tensión en la que ha estado sumido el país sudamericano durante meses, con manifestaciones de vendedores ambulantes y transportistas en contra de la escasez de combustible y la crisis económica y una profunda división interna en el partido gobernante Movimiento al Socialismo (MAS).

Por otro lado, el intento militar de apoderarse de la sede de gobierno pareció carecer de un apoyo significativo y hasta los rivales de Arce rápidamente cerraron filas para defender la democracia y repudiar el levantamiento.

¿Qué desencadenó el levantamiento militar?

El levantamiento estuvo presuntamente encabezado por el comandante del ejército, general Juan José Zúñiga, quien dijo a los periodistas reunidos en la plaza frente al palacio de gobierno que “va a haber un nuevo gabinete de ministros... no puede seguir más así nuestro país, nuestro Estado”, pero añadió que reconocía a Arce como comandante en jefe de las Fuerzas Armadas “por ahora”.

Así se vivió el intento de golpe de Estado en Bolivia
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Zúñiga no dijo explícitamente si él era el líder del levantamiento, pero ya en el palacio dijo que el ejército estaba tratando de “restaurar la democracia y liberar a nuestros presos políticos”.

Arce le ordenó retirar a sus soldados alegando que no permitiría la insubordinación y posteriormente destituyó a Zúñiga de su cargo y nombró a una nueva cúpula militar.

¿Qué hay detrás de las recientes tensiones en Bolivia?

Los bolivianos padecen un lento crecimiento económico, creciente inflación y escasez de dólares —que utilizan para adquirir inmuebles y otros bienes y como moneda de ahorro—, un cambio radical con respecto a la década anterior en la que el país vivió lo que algunos llamaron “milagro económico”.

La economía del país creció más del 4 % casi todos los años durante la década de 2010 hasta caer al abismo con la pandemia de coronavirus. Pero los problemas comenzaron en 2014, cuando los precios de las materias primas se desplomaron y el gobierno recurrió a sus reservas de divisas para sostener el gasto. Luego recurrió a sus reservas en oro e incluso vendió bonos en dólares a nivel local.

Arce había sido ministro de Economía durante casi toda la década de fuerte crecimiento del gobierno del presidente izquierdista Evo Morales (2006-2019), pero al asumir la presidencia en 2020 se encontró con un panorama económico sombrío y la disminución de la producción de gas —el principal producto de exportación de Bolivia— selló el fin del modelo económico del MAS.

A diario se forman largas filas de automóviles en las estaciones de servicio donde escasea el combustible. El gobierno necesita 2.000 millones de dólares cada año para importar gasolina y diésel que vende a mitad de precio al mercado local, pero cada vez dispone de menos recursos porque los ingresos por exportaciones han disminuido. Este año, el Fondo Monetario Internacional prevé un crecimiento de sólo 1,6 %, lo que sería el menor en 25 años si no se tiene en cuenta la época de la pandemia.

Con este telón de fondo Arce y Morales se han enfrascado en una lucha por el control del MAS y la candidatura presidencial para 2025 que ha paralizado los esfuerzos del gobierno para abordar la crisis económica. Por ejemplo, los aliados de Morales en el Congreso han frustrado sistemáticamente los intentos de Arce de obtener créditos para aliviar parte de la presión.

¿Fue excepcional el levantamiento?

Según un recuento, Bolivia ha tenido más de 190 intentos de golpe y revoluciones desde su independencia en 1825 en un ciclo repetitivo de conflicto entre las élites políticas de las áreas urbanas y los sectores rurales empobrecidos.

Este ni siquiera es el primer presunto intento de golpe de Estado en los últimos años. En 2019 Morales, el primer presidente indígena de Bolivia, se postuló para un tercer mandato pese a una prohibición constitucional. Ganó una votación disputada y plagada de acusaciones de fraude, lo que desató protestas masivas que causaron 36 muertes y llevaron a Morales a renunciar y huir del país.

La senadora opositora de derecha Jeanine Áñez asumió un gobierno interino al que el MAS calificó de golpe de Estado.

Arce, el sucesor escogido por Morales, ganó las elecciones de 2020 prometiendo restaurar la prosperidad de Bolivia, que alguna vez fue la principal fuente de gas natural de América Latina.

¿Cuánto poder político tiene Arce?

Morales, que aún cuenta con un apoyo considerable de los cultivadores de coca y de los trabajadores, aparentemente no está dispuesto a que Arce se postule para la reelección sin oposición. Después de regresar del exilio, el carismático populista anunció el año pasado su plan de participar en la carrera presidencial de 2025, lo que desató una batalla por el control del fracturado MAS.

Tanto Arce como Morales buscan ganar apoyo para sí y socavar a su antiguo aliado en una lucha política que mantiene paralizados los esfuerzos del gobierno para hacer frente a la crisis económica. Según analistas, el malestar podría desatar estallidos sociales.

“Arce carece del carisma, las habilidades políticas y el legado de Evo pero controla el aparato estatal”, dijo en un mensaje de texto Benjamin Gedan, director del Programa para América Latina del Wilson Center, con sede en Washington. “Normalmente, las próximas elecciones servirían como válvula de presión. Pero con la candidatura de Evo en el aire, la oposición dividida y la economía en desorden, Bolivia está claramente al límite”.

A pesar de sus diferencias, ambos líderes se apresuraron a denunciar el miércoles lo que llamaron un intento de golpe de Estado. Lo mismo hizo la expresidenta interina Áñez, quien dijo en X, antes Twitter, que “el MAS con Arce y Evo deben irse a través del voto el año 2025”.

Líderes de Chile, Paraguay, Brasil, Ecuador y la Unión Europea también expresaron su apoyo.

“Condenamos enérgicamente la inaceptable acción de fuerza de un sector del ejército de ese país. No podemos tolerar ningún quebrantamiento del orden constitucional legítimo en Bolivia o en cualquier otro lugar”, dijo el presidente chileno Gabriel Boric.

“Es una situación dinámica y hay una larga historia de golpes militares en Bolivia, pero muchos agentes de poder nacionales y globales se están alineando detrás de Arce”, dijo Brian Winter, vicepresidente del Consejo de las Américas, con sede en Nueva York.

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