Walter Enrique Orozco vivió la nueva investidura de Daniel Ortega desde el exilio. En San José, la capital costarricense, se encuentra refugiado desde 2018, cuando comenzaron las protestas antigubernamentales en Nicaragua.
Desde allí escuchó el discurso del caudillo sandinista, quien lejos de enviar un mensaje conciliador se mostró iracundo con la comunidad internacional y reforzó sus alianzas con países acusados de violar los derechos humanos, como China, Irán, Cuba y Venezuela.
Enrique analizó el discurso desde una perspectiva diferente a como lo hubiese posiblemente valorado tiempo atrás.
“Algo que he aprendido en estos cuatro años de exilio es dejar la revictimización y comprender que es mi deber como ciudadano prepararme académicamente para irle a hacer frente a los desafíos futuros de Nicaragua”, comentó el opositor a la Voz de América.
Y es que el haber logrado obtener una beca en la Universidad de Costa Rica representó un gran logro para él, después de que las autoridades educativas de Nicaragua “le desaparecieran sus registros académicos”, según dice, por haber participado activamente en las protestas contra el gobierno.
En Managua, cursaba el segundo año de Ciencias Políticas y Relaciones Internacionales y también Derecho en la Universidad Centroamericana.
Gracias a la beca, Enrique logró empezar a estudiar Dirección de Empresas, pero también aspira por una segunda carrera en Economía. Comenzar fue difícil, cuenta, pero se mantuvo luchando hasta lograr su objetivo.
“Ya culminé mi primer año de carrera. Sin embargo, no puedo dejar atrás que ha sido un proceso bastante largo, un desafío en diversos sentidos para la población, económico, social y también el desconocimiento que se da al llegar a un nuevo país”, dijo.
Los cinco años que el Consejo Supremo Electoral dio a Ortega en el acto de juramentación el pasado 10 de enero equivalen exactamente al tiempo en que un universitario cursa una carrera, y desde esa perspectiva los jóvenes intentan vivir el proceso y prepararse para no perder tiempo.
Génesis Herrera, una joven nicaragüense también exiliada en Costa Rica, valora el panorama con Ortega cinco años más en el poder y no lo ve “positivo” en el sentido de los derechos humanos y las oportunidades para los críticos al mandatario.
“Nicaragua sigue doliendo, no creo ni veo un panorama positivo, ni cerca. Siento que cada vez hay más violencia, la gente que sigue allá carga con mucho, con el desempleo, el machismo, un sistema educativo inservible, una seguridad inexistente y una ineficiencia estatal muy grande y notable”.
Al igual que Enrique, la joven solicitó una beca de las que se otorgan a las personas de pobreza extrema y logró ingresar a la Universidad de Costa Rica para proseguir sus estudios.
“Creo que la juventud nicaragüense en el exilio podría darse la oportunidad de florecer en estas tierras centroamericanas, darse la oportunidad de ver el mundo desde otra perspectiva que no sea la violencia, darse la oportunidad de encontrar otras formas de seguir haciendo política desde sus trincheras”, dijo la joven a la VOA.
Desde la crisis sociopolítica en Nicaragua, más de 100.000 personas han salido del país huyendo de la represión y la persecución del gobierno de Ortega. Los estudiantes, que iniciaron las protestas, no fueron la excepción.
Con la reelección de Ortega, el panorama para retornar de los exiliados se complica, pero no sus deseos de continuar y de aprovechar los nuevos cinco años en el poder del caudillo sandinista para obtener una carrera universitaria.
“Creo que los jóvenes nos estamos enfocando en utilizar el exilio como algo constructivo que nos va a permitir ir a transformar Nicaragua desde muchos sentidos, desde muchos ámbitos”, dijo Enrique.
Por eso, agregó “es que muchos estamos tomando diversos rumbos que nos van a permitir decir: ‘aquí está la juventud, aquí venimos a reclamar ciertos espacios políticos y de incidencia que permitan hacer ciertos cambios sustanciales en Nicaragua”.
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