La reanudación de relaciones diplomáticas entre Colombia y Venezuela no significa que el presidente Gustavo Petro se alineará con la línea política de su homólogo Nicolás Maduro, sino que apostará por la cautela mientras el gobierno de Estados Unidos procura ganarlo como su aliado, según analistas.
El embajador designado por el nuevo presidente colombiano, Armando Benedetti, entregó el lunes en Caracas sus cartas credenciales al jefe de Estado venezolano, con lo que se reactivan las relaciones bilaterales, interrumpidas desde enero de 2019.
La diplomacia colombiana apuesta por el deshielo de una interacción política que será “compleja”, opina el especialista en asuntos internacionales Lauren Caballero.
A su entender, Petro y sus diplomáticos “hacen un gran esfuerzo para mantener vínculos con Caracas sin posicionar a Colombia como un aliado del régimen de Maduro”.
“Estoy convencido de que el gobierno de Gustavo Petro no se alineará con Maduro, y es muy probable que, con la proyectada victoria de Lula (da Silva) en Brasil -hay presidenciales el próximo año-, aquel gobierno también mantenga reservas marcadas con Caracas”, dijo.
Un punto clave en esa estrategia de relaciones sin alineación que espera Caballero depende de Estados Unidos. A su juicio, la Casa Blanca se esfuerza por demostrar interés en tener vínculos con Petro y “mantener a la Casa de Nariño apartada del círculo de Maduro”.
La visita de la vicepresidenta colombiana Francia Márquez a Estados Unidos y la invitación a participar del lanzamiento de Artemis I, una misión de la NASA para impulsar una cápsula en órbita alrededor de la Luna que debió postergarse por problemas técnicos, es un “paso” de la administración estadounidense en esa dirección con respecto a Petro, opinó.
“En la Casa Blanca no están dispuestos a cometer el error que cometieron cuando (Hugo) Chávez llegó al poder. Por ese entonces, los estadounidenses presionaron a Chávez de tal manera que alejaron a aquel gobierno del círculo de Washington y lo ‘obligaron’ a alinearse con Fidel y Rusia, entre otros enemigos de la superpotencia americana”, dijo el analista.
Caballero afirma que la ascensión de Petro puede ser “una buena oportunidad” para que ascienda “una nueva izquierda” que medie en la región por la crisis de Venezuela, procurando “algún tipo de normalización institucional de carácter diplomático”.
Asesores de la Casa Blanca se han referido al gobierno de Petro como un “ejemplo” para países como Venezuela y han advertido que Colombia es un país “constructivo”.
Una mirada optimista
La reanudación de nexos con Colombia debe verse “con optimismo” luego de siete años de cierre formal de la frontera binacional, considera, por su parte, Oscar Arnal, con estudios en relaciones internacionales y diputado suplente del Parlamento venezolano de 2015.
Más allá de la ruptura política, esas restricciones trajeron consigo “más atraso, pobreza, mucho contrabando y corredores que aprovechan la delincuencia y los grupos organizados para la extorsión y el narcotráfico” en los estados limítrofes de los dos países.
Por el momento, nota a Petro “cauteloso” ante Venezuela, en temas como la empresa Monómeros, intervenida por el gobierno de Duque con un mecanismo de control y que recientemente pasó a un modelo de vigilancia. Maduro ansía recuperar su gerencia luego de tres años de su administración por directores designados por sus opositores.
La reiteración de que Colombia respeta el derecho de asilo y refugio tras declaraciones de Diosdado Cabello, el número dos del chavismo, revelan que quiere mantener “un manejo profesional” de las relaciones internacionales con Venezuela, estimó.
La llegada de Benedetti a Caracas y la previa visita del canciller colombiano responde al “interés general” de ambas naciones, opina Caballero, por su lado. Observa además que Colombia “tiene cierta ventaja en cualquier negociación política con Miraflores”.
Explica que Monómeros, por ejemplo, será “una carta que el gobierno colombiano sabrá usar muy bien”, debatiéndose entre escenarios que diversos analistas han mencionado, como expropiarla, mantenerla bajo el control del antichavismo, con la venia de Estados Unidos, o devolverla a manos del gobierno de Maduro a cambio de descuentos.
Mientras Maduro anhela retomar su control de activos en el extranjero, también desea gozar de reconocimiento formal por los actores regionales, remarca Caballero.
Bogotá sabe que es “improcedente” la exigencia de extradición de opositores venezolanos en Colombia que hizo el dirigente chavista Diosdado Cabello, afirma. En momentos de negociaciones a varias bandas, “se hace diplomacia sobre la cuerda floja”, concluye.
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