Isamira, Isaías y Milton se parecen por su tamaño a las ardillas pero sus espaldas y colas exhiben un largo pelaje negro y marrón, tienen pechos y vientres blancos y sus uñas en forma de garras les conceden la gracia de saltar de un árbol a otro en los bosques tropicales del norte de Colombia, donde único existen.
Basta verlos hacer sus acrobáticas piruetas para creer que éstos diminutos primates conocidos como 'mono títí cabeciblanco' podrían alcanzar su edad promedio, calculada en más de 13 años si permanecen en su entorno boscoso comiendo frutas, insectos y hasta vertebrados.
Pero no todos corren la misma suerte. La especie cuyo nombre científico es Saguinus oedipus está en peligro crítico de extinción debido a la deforestación, la caza furtiva y la venta ilegal.
Proyecto Tití: una carrera contra el tiempo
La amenaza real para la sobrevivencia de la especie impulsó hace 35 años el Proyecto Tití, cuyos organizadores desde entonces monitorean a estos animales y los asisten mientras libran la batalla para resistir a la deforestación de su hábitat y al anhelo humano de llevarlos a casa como mascotas.
“Sacar un tití de acá pequeñito es como comprar la vida a los padres”, dijo a la Voz de América Félix Medina, investigador y parte del Proyecto Tití, argumentando que la especie vive en grupos familiares como los humanos y son muy territoriales en esta convivencia que incluye a padres, madres e hijos.
"[Los adultos] no entregan a sus hijos y para poderle quitar el tití pequeñito que lleva cargado hay que matar a los adultos", afirma.
Por eso, dice Medina, él y sus colegas en este empeño se han convertido en "chismosos" en la vida de la especie. "[Nos ocupamos] de qué es lo que hace el tití acá, cuántas veces come, cuántas veces descansa, cuánta parte del bosque camina".
Lo que más le ha sorprendido después de décadas de investigación -afirma Medina- es que los padres "mantienen las crías, la enseñanza que les dan, los amamantan 4 meses y de ahí los sueltan para que ellos mismos anden".
“Actualmente tenemos un aproximado de 7.000 individuos en toda su área de distribución”, explicó Leysthen Díaz, parte del proyecto para que no se extinga la especie, mientras recorría los bosques como parte del trabajo investigativo en curso en un área que comprende alrededor de 400 hectáreas y donde viven varias familias de titíes.
Los estudios hasta ahora han podido determinar que unas 80 plantas forman parte de la dieta del tití. De acuerdo con los investigadores colombianos, el proceso de alimentación del tití tiene un valor extra en la difusión de semillas en los ecosistemas tropicales. Suelen comer semillas que son bastante grandes, incluso más grandes que las que consumen primates como los chimpancés y los babuinos. Esas semillas finalmente se digieren en heces que han demostrado ser un excelente fertilizante con una alta tasa de éxito para la germinación.
Deforestación y caza indiscriminada
Muchos de los pobladores de esta zona boscosa del norte colombiano se han visto en la necesidad de transformar estos bosques en potreros para zonas de cultivo y para la extracción de madera.
La iniciativa Proyecto Tití tiene entre sus propósitos influir en el conocimiento de la especie en la zona y lo vulnerable que se torna su permanencia, a fin de reducir el impacto negativo que genera la tala de árboles, los incendios y la caza del tití para convertirlo en mascotas.
"Cuando no conocíamos el daño que se le estaba haciendo al bosque, el daño que se le estaba haciendo al tití, cuando no sabíamos que el tití era único en el mundo, las personas llegaban a talar”, relata Ana Isabel Arroyo, presidenta de la Asociación de Artesanas Unidas de los Límites (Asoartesanas), que opera también en el área del norte de Colombia en la que se encuentran los últimos reductos de titíes cabeciblancos del planeta, y lidera proyectos productivos en la comunidad.
Ecosistema amenazado
Caminando debajo de los árboles que cada día recorren estos primates, Leysthen Díaz, explicó a la VOA que el bosque seco tropical es uno de los ecosistemas más amenazados de Colombia.
"Se estima que alrededor del 8 % de ese bosque original existe, pero de ese 8 % sólo el 12 % es apto para los titíes cabeciblanco", aseguró Díaz, al explicar que de ese bosque solamente quedan pequeños parches que están distribuidos en toda la geografía. "Eso implica la necesidad no sólo de aumentar el área sino de conectar esos parches de bosque para mantener la salud de los ecosistemas”, añadió.
Peluches tití para crear conciencia
Junto a la deforestación, la principal amenaza de los cabeciblancos es la caza para el comercio ilegal de especies silvestres que son vendidas como mascotas.
Los programas de la fundación buscan crear conciencia, aumentar el conocimiento e influenciar el comportamiento sobre la protección de los recursos naturales ofreciendo alternativas económicas sostenibles. “Queremos que las personas valoren el bosque, valoren al tití como una especie bandera de la conservación de estos bosques y de nuestra biodiversidad colombiana”, afirma Díaz.
Como parte del programa para crear conciencia respecto a la amenazada especie, el grupo Asoartesanas recicla bolsas plásticas y fabrica peluches con la forma y colores del tití cabeciblanco.
“Al recibir talleres capacitaciones de parte de la fundación Proyecto Tití nos concientizamos del daño que estamos haciendo”, dijo la presidenta de Asoartesanas, Isabel Arroyo. “Fuimos buscando alternativas, ser un ejemplo para otras comunidades aledañas, empezamos a ir trabajando y metiendo más mujeres y no solamente mujeres sino hombres. De nuestra iniciativa han surgido otras iniciativas también, otros proyectos comunitarios”.
Educación para la supervivencia
La del Proyecto Tití tiene su base en el conocimiento de que en esta zona colombiana mucho depende del bosque y del mono tití, recalcó Rosamira Guillen, directora ejecutiva de la Fundación Proyecto Tití.
“Nosotros dependemos de los recursos y de los servicios que nos ofrece el bosque, desde algo muy simple como las fibras, la regulación que hace el bosque de los ciclos del agua nos da muchos servicios para regular la temperatura de nuestras comunidades”, afirmó la investigadora.
Los titíes -reitera- tienen un rol ecológico muy importante, dado que ayudan a dispersar las semillas a medida que recorren su territorio en el bosque, y por ende ayudan a sembrar muchos árboles cada día.
“Sólo vinculando a las comunidades, educando a los jóvenes, haciendo ciencia y protegiendo bosques, vamos a poder garantizar un futuro a largo plazo para el tití cabeciblanco, para este primate 100 % costeño, 100 % colombiano", concluyó.
Mientras tomamos conciencia, Isamira, Isaías, Milton y su familia buscan todas las noches un árbol diferente para dormir.