Desde el bloqueo a las transmisiones de la televisión internacional, incluyendo la cadena CNN, hasta advertencias a los comerciantes de no permitir a grandes grupos de personas reunirse en el centro de Beijing, y un aumento sobre el control de los movimientos de intelectuales, periodistas y activistas, China no ahorra esfuerzos en el boicot a la entrega del Premio Nobel de la Paz.
La ceremonia se realiza este viernes 10 de diciembre de 2010 en Oslo, Noruega, y reconocerá al encarcelado periodista y activista chino Liu Xiaobo, quien no solamente no asistirá a la ceremonia, sino que tampoco su esposa, bajo arresto domiciliario, podrá hacerla, ni aún su familia.
El galardonado Liu estará representado por una silla vacía en Oslo debido a que se encuentra preso.
Dentro de los esfuerzos de China de oponerse a la entrega del Premio Nobel de la Paz a Liu, estuvo la creación de un premio paralelo llamado Confucio. La entrega al primer ganador, el ex vicepresidente de Taiwán, Lien Chan, se realizó pocas horas antes. En una ceremonia caótica, con Lien ausente y sus asistentes sin saber a ciencia cierta de que se trataba, una pequeña niña desconocida recibió el premio en su nombre.
Refuerzo de seguridad
Las autoridades de China se han manifestado particularmente molestas por la entrega simbólica del Premio Nobel de la Paz a Liu Xiaobo, quien está preso por pugnar cambios democráticos en el país.
En las últimas horas la seguridad fue incrementada visiblemente. Policías uniformados y vestidos de civil vigilaban la entrada de un complejo habitacional en el centro de Beijing donde vive en arresto domiciliario Liu Xiua, esposa del galardonado, a la que le han impedido desde hace semanas que pueda salir de su casa o reciba visitas
Las autoridades prohibieron que otros integrantes de la disidencia abandonaran el país, como el renombrado artista Ai Weiwei y el abogado de derechos humanos Mo Shaoping, al parecer por temor a que asistieran a la ceremonia de entrega del Nobel.
También la activista Zhan Xianliang fue aislada y enviada a la provincia sureña de Yunnan. Antes de partir la activista, quien es la madre del estudiante muerto en 1989 durante la represión contra manifestantes que demandaban cambios democráticos en la Plaza de Tiananmen, dijo a The Associated Press, “se han vuelto locos. Esto no tiene precedentes. Jamás había recibido tantas amenazas en los últimos 20 años", expresó Zhan.