Mientras un ternero agoniza y una vaca desnutrida no puede sostenerse en pie por la severa sequía que afecta a Chile, el ganadero Alfredo Estay decide llevar al resto de sus animales a la cordillera para que mueran.
El deceso de animales se repite en las comunas rurales en medio de la peor sequía en más de medio siglo, que ha obligado al gobierno a decretar zonas de emergencia hídrica y agrícola en más de un tercio de sus 16 regiones. La emergencia o catástrofe agrícola, hídrica y ganadera permite redestinar nuevos recursos a los sectores afectados.
El informe de agosto del Instituto de Recursos Mundiales sobre estrés hídrico individualizó a los países que enfrentan peligro de escasez de agua, entre ellos Chile, que se encuentra en la categoría de alto riesgo.
Chile, en cuya capital se realizará en diciembre la 25 Conferencia de las Partes sobre Cambio Climático, está entre los 10 países del mundo más vulnerables a los efectos del cambio climático porque cumple con siete de los nueve criterios establecidos por la Convención Marco de Naciones Unidas sobre Cambio Climático, entre ellos, menos lluvias y menores caudales de ríos.
Entre Coquimbo, al norte, y Maule, al sur, han muerto más de 30.000 animales por hambre y sed y se han perdido cosechas o se dejó de sembrar por la falta de lluvias, según el Ministerio de Agricultura. Los más afectados han sido los pequeños y medianos agricultores que carecen de riego tecnificado.
Aunque la sequía se instaló hace nueve años, en 2019 escaló a niveles preocupantes. El gobierno afirmó que el abastecimiento de agua potable para los próximos meses está asegurado excepto en algunas comunas rurales, donde miles de personas se abastecen con camiones aljibes.
En Putaendo, en Valparaíso y a 107 kilómetros al noroeste de Santiago, Estay conserva unas 80 vacas y un puñado de terneros de los 180 que tenía antes de que la falta de agua los matara de hambre. “No las cuento porque todos los días amanece una muerta”, dijo a The Associated Press.
De la plantación de dos hectáreas de duraznos de Estay sólo quedan troncos y ramas secas.
El ganadero, que cobra una pensión que bordea los 300 dólares mensuales, gasta cada semana unos 112 dólares para comprar 3.500 litros de agua para su ganado y pasto seco para darles dos veces al día.
“Ya no doy más, no tengo cómo alimentarlos así que lo mejor es llevarlos a la cordillera para que mueran allá”, señaló el ganadero con los ojos al borde las lágrimas. Estay espera que en la cordillera, sin agua ni pasturas, su agonía sea más corta. Mientras hablaba con AP el ternero murió y la vaca, cuyo esqueleto se marcaba debajo de su cuero, no pudo mantenerse en pie ni con la ayuda de dos personas.
Su vecino Aníbal Henríquez, que perdió 80 de sus 150 vacas, contó que su padre, de 82 años, dice que nunca había visto nada igual. “Habían años malos, pero llovía algo y salía pastito. Ahora no”.
A otro ganadero, Benito Moreno, le quedan 70 de las 250 cabras que tenía.
El gobierno destinó unos 33.000 dólares a Putaendo que se distribuyeron entre 150 criadores que viven principalmente de la ganadería, según el estatal Instituto de Desarrollo Agrícola. Pero ninguno de los tres ha recibido ayuda desde que la zona fue declarada en emergencia agrícola en agosto.
“Todos hablamos del calentamiento global, de allá viene la falta de lluvias... Este año cayeron 37 milímetros siendo que lo normal es entre 130 a 180 milímetros”, dijo a AP Fredy Moreno, vocero de los criadores de animales en Putaendo.
En otras regiones como O’Higgins, en el sur, se han perdido frutales y maizales y en Valparaíso, en el centro, las abejas agonizan por la escasez de flores. La muerte de las abejas interrumpe el vital proceso de polinización que se inicia cuando visitan una flor y vuelan a otra con su cuerpo cubierto por el polen que las fertiliza, permitiendo que crezcan semillas y frutos.
Chile produce unas cinco millones de toneladas de frutas al año de las cuales exportó 2,83 millones en 2018 por un valor de 5.000 millones de dólares, según cifras oficiales.
Jorge Valenzuela, presidente de la Federación de Productores de Fruta, dijo que los efectos de la sequía en la polinización podrían repercutir en un menor tamaño de las frutas.
El presidente de la Sociedad Nacional de Agricultura, Ricardo Ariztía, cuestionó que el gobierno del presidente Sebastián Piñera no declarara el estado de emergencia en los primeros meses del año.
Piñera anunció hace un par de semanas un plan de inversiones de las empresas sanitarias por 5.000 millones de dólares para la mejorar la producción, calidad y distribución del agua, construir 26 embalses y ampliar el riego tecnificado, que ahora sólo abarca el 40% de las hectáreas plantadas.
Agregó que Chile contactó a China, Israel, Holanda y el Banco Mundial para incorporar la mejor tecnología de aprovechamiento de agua.
“Este fenómeno afecta todos los sectores, a las familias, agricultura, minería, energía, industria, generación eléctrica”, señaló el mandatario.
En Chile, el primer productor mundial de cobre, las mineras están entre las mayores consumidoras de agua en sus faenas de producción.