La caída de la economía nicaragüense entre 2018 y 2020 ha sido asimétrica, con mayor incidencia en los sectores más vulnerables y con afectación desproporcionada en los hogares de bajos ingresos, trabajadores informales, desempleados, mujeres y jóvenes, afirman los expertos.
El economista y sociólogo Oscar Rene Vargas explicó a la Voz de América que la pérdida en el ingreso por habitante en Nicaragua, derivada de la recesión iniciada en abril 2018, no se recuperará aproximadamente hasta el año 2030, y sumando a ello la crisis del coronavirus, sus efectos dejarán cicatrices en el mercado laboral y un período de pérdidas de ingresos permanente.
“Los datos oficiales de los diferentes organismos nacionales e internacionales calculan que se han perdido unos 500.000 empleos entre 2018 y 2020; esto significa que entraremos en el 2021 con un déficit de 900.000 empleos, algo que no es posible superar”, dijo Vargas.
Agregó que “en el mejor de los casos, en 2021 vamos a conocer un incremento laboral de 50.000 personas. Esto significa que en el año 2021 la situación laboral va a ser muy difícil”.
El análisis también plantea que no será hasta 2031 cuando el producto interno bruto (PIB) per cápita, una medida del ingreso por habitante, regrese a sus niveles observados en 2017, mientras que para el PIB nacional se prevé que pueda alcanzar los niveles previos a 2018 entre 2025 y 2026.
Para Vargas esto ha incidido en el deterioro del mercado laboral formal y se ha recargado en la gente con menores ingresos.
“Parte de los dueños de empresas que perdieron sus negocios y sus empleados no han encontrado otras opciones productivas para sobrevivir. Desde 2018, una de las características ha sido la precarización del empleo más que un aumento desproporcionado en la tasa de desempleo abierto. El gobierno no ha lanzado algún programa de apoyo a los sectores más afectados en el empleo”, señaló.
Se calcula que el desempleo ha alcanzado su máximo en 2020 y desde 2018 las condiciones generales para los trabajadores se han deteriorado al grado de que la masa salarial, el total de sueldos pagados, es menor respecto al nivel anterior a la rebelión de abril de 2018.
El economista Luis Núñez comentó a la Voz de América que la informalidad es uno de los factores que más influye en la precaria situación del empleo en el país.
“De acuerdo con el Banco Central, entre el 75 y 80% de los trabajadores del país están en el sector informal, solamente entre 20 y el 25% son los que están cotizando en el seguro y trabajando de manera formal. Esto plantea un serio problema en cuanto a la precarización del empleo en Nicaragua”, dijo Núñez.
Núñez asegura que la informalidad es uno de los grandes problemas que tiene la economía nicaragüense, lo que incide en el nivel de ingresos de la población.
“Aquí no hay ningún programa de fomento al empleo, al contrario, después de la crisis de 2018 y con la crisis de 2020 provocado por la pandemia este sector, el sector laboral, está mucho más golpeado que años atrás. Muchas de las empresas están cerrando o están pasando al sector informal, un número importante de empresas pequeñas y medianas que podría ser hasta el 40%”, explicó.
Según los expertos consultados por la Voz de América la crisis barrió con más de la mitad de los empleos entre los trabajadores que todavía ganaban un salario promedio nacional y, además, la pérdida de plazas se ha concentrado en los servicios para el consumo privado como hoteles, restaurantes, turismo y todo tipo de servicios.
Por ejemplo, en términos netos, en base a los datos del ingreso en el sector turismo, hay una caída del 73,7 por ciento en 2020 en comparación a 2017.