Desde 2018, cuando fue diagnosticado con leucemia aguda, el adolescente Ángel Gabriel Martínez no había sentido tanto miedo como en la actualidad con la pandemia del coronavirus.
Este menor de 16 años, originario de Managua, Nicaragua, tiene una mente lúcida y con mucha información sobre la emergencia sanitaria que se vive a nivel mundial por la pandemia de COVID-19 y afirma que teme por la situación actual que se vive en el país.
Martínez es uno de los más de 1.500 niños y adolescentes que se encuentran en vulnerabilidad en Nicaragua, según la asociación que lucha contra el cáncer infantil en Nicaragua, Conanca.
Este joven asiste al menos una vez al mes a un hospital de Managua que ha sido asignado a menores con cáncer para someterse a una quimioterapia que lo ha mantenido estable desde que se le detectó la enfermedad.
“Estoy un poco preocupado. Uno no espera encontrarse en esta situación y la verdad tengo miedo de que me dé el virus porque sé lo fatal que sería. Sería una muerte segura para mí”, señala este joven consciente de que es un paciente de alto riesgo y que por tanto debe redoblar sus medidas de seguridad.
Cuando se reportó el primer caso de coronavirus en Nicaragua desde hace más de dos meses, la familia de Ángel tomó la decisión de no dejarlo ir a la escuela por lo que representaba un riesgo para su salud por la exposición al contagio, pese a que las autoridades educativas se negaban a suspender las clases.
También esta familia tomó fuertes medidas en la casa, como no recibir visitas y el distanciamiento social con el resto de las personas y amigos cercanos.
El aislamiento ha sido algo angustiante para Ángel Martínez y comentó a la Voz de América que su única distracción que le hacía olvidar lo tormentoso de las quimioterapias eran sus clases.
“Dejar de ir a clases ha sido lo más difícil. Al inicio me sentí abrumado de estar encerrado en casa, pero comencé a trabajar en tareas desde casa y me distraigo, pero no me he adaptado”, reconoce.
Deben tomarse medidas más fuertes
Amalia Frech, fundadora y presidenta de Conanca comentó a la VOA que la situación de los niños con cáncer en Nicaragua los pone en una posición de mucha vulnerabilidad.
“Desde el momento que es diagnosticado con cáncer ya es un niño en riesgo, pero precisamente se les enseña a los familiares a reforzar sus medidas de cuido, medidas de higiene personal que todos conocemos y que los niños necesitan para tener mejores resultados en su tratamiento”, señala Frech.
El Estado debió tener un plan
El reconocido epidemiólogo nicaragüense y fundador del Ministerio de Salud Leonel Argüello sugiere que para este tipo de pacientes se debe elaborar un plan de protección desde el Estado con políticas más fuertes para proteger a los menores.
“Cualquier persona que tenga una enfermedad crónica tiene más posibilidades de complicarse que otros. Lo que se debió haber hecho en este país es organizarlo y si no se ha hecho, se puede organizar una forma en donde no se exponga mucho al paciente”, sentencia Argüello.
Argüello sugiere que las quimioterapias se deben aplicar en un lugar que no sea un hospital público, pues según organizaciones de médicos independientes se encuentran saturados de casos de COVID-19.
“Pueden tratarse en otro lugar, distanciado o con horarios bien definidos para evitar aglomeración o bien valorar los casos. Hay casos que pueden esperar, cada caso tiene una situación específica por su médico tratante”, sugiere Argüello.
La Coordinadora De La Niñez Nicaragua, CODENI, señala que también hacen falta políticas gubernamentales bien coordinadas para no poner en alto riesgo a los pacientes de cáncer y a los menores en general.
Jorge Mendoza, representante de CODENI, lamenta que ya ha hecho esfuerzos ante el gobierno del presidente Daniel Ortega.
“Como en cinco ocasiones que hemos hecho llamados públicos y escritos, particularmente al Ministerio de Educación, solicitando la suspensión de clases y han sido ignoradas”, lamenta Mendoza.
Según CODENI, la suspensión de clases en un país de alta vulnerabilidad como Nicaragua debe ser imperativo, pues el sistema educativo nacional no tiene las condiciones necesarias para asegurar la prevención de los menores frente al COVID-19.
CODENI contabiliza que el 42% de las escuelas de Nicaragua no tienen agua potable y el 48% de las instituciones educativas carecen de instalaciones sanitarias.
“Si la medida de prevención principal es el lavado de manos, ¿cómo harán estos niños?”, cuestiona CODENI.
Por otro lado, afirman que se deben valorar ciertas medidas de protección en dependencia del nivel de vulnerabilidad que se encuentran los pacientes.
“Los niños con cáncer deberían estar inmediatamente fuera de clases y asignárseles guías de trabajo que les permitan desarrollar el proceso de aprendizaje necesario”, insiste la organización.
Gema Martínez, la madre de Ángel Gabriel, siente que se encuentra entre la espada y la pared ante la situación actual y afirma que si su hijo no va a terapias corre el riesgo de una recaída debido al tipo de leucemia que tiene.
Mientras tanto, el joven confía en que sobrevivirá esta situación y podrá estudiar la carrera de medicina que siempre soñó.
El joven Ángel Gabriel Martínez, quien padece de leucemia, teme por su vida en Nicaragua debido a las pocas medidas que se han tomado en el país contra la pandemia de coronavirus.