A una semana de la destitución del investigador que estuvo al frente de la Fiscalía Especial Contra la Impunidad en Guatemala (FECI), Juan Francisco Sandoval, la sociedad civil guatemalteca ha dado un paso al frente y arreciado la tormenta política; el paro nacional y las manifestaciones realizadas el jueves dejan ver a las multitudes a lo largo y ancho del país exigiendo la renuncia de los responsables del cese del fiscal.
Los mensajes desde Washington -que este año ha mantenido una estrecha relación diplomática con Guatemala- han marcado también un contrapunto al cesar la cooperación con el Ministerio Público de ese país y criticar de forma abierta la expulsión del exfiscal Sandoval.
El exjefe de la FECI gozaba de la confianza de Estados Unidos que lo veía como un valuarte para meter diente a la corrupción, había recibido reconocimientos públicos del Departamento de Estado por su trabajo.
Según observadores consultados por la Voz de América la expulsión de Sandoval deja a la potencia del norte en una disyuntiva y le muestra que la corrupción enquistada en los altos niveles del aparato de gobierno y con conexiones hasta el sector privado será una tarea difícil de lograr.
El fundador de Acción Ciudadana, Manfredo Marroquín, quien por largo tiempo ha trabajado en Guatemala en la lucha contra la corrupción y la impunidad, dice a la VOA que el despido del fiscal Sandoval, “es como la gota que derrama el vaso con una política manifiesta a favor de la corrupción y que la gente se está hartando del ‘pacto de corruptos”.
Marroquín hablaba con este medio mientras miles de sus compatriotas tomaban las calles, cerraban carreteras y pedían a gritos la renuncia de la fiscal Porras y el presidente Giammattei.
Esa acción ciudadana –a juicio de Marroquín- debería hacer replantearse a Estados Unidos el acercamiento con Guatemala, que a falta de un escenario mejor en el Triangulo Norte se ha decantado en apoyarle.
“La posición de Estados Unidos con este gobierno ha sido indulgente, muy tibia… han privilegiado la relación con este gobierno porque tienen más dificultades con el problema de El Salvador y de Honduras”, enfatiza Marroquín.
El presidente de Guatemala, Alejandro Giammattei ha respondido a Washington y apelado a la comprensión sobre la situación, a la vez que se desliga de la decisión tomada por la fiscal general Consuelo Porras de expulsar del cargo al jefe de la FECI.
El fiscal despedido dijo en una entrevista con el diario español El País –publicada este viernes- que “ha habido una cadena de arbitrariedades y el común denominador ha sido la protección a las autoridades del actual gobierno o del gobierno anterior [presidido por Jimmy Morales]… Obviamente no puede aparecer formalmente indicando que él [presidente Giammattei] tuvo alguna influencia en mi destitución, pero informalmente sabemos que ha sido una de sus principales peticiones”, aseguró Sandoval.
El exfiscal de 39 años y 15 de experiencia en el Ministerio Público, miembro de la cosecha de investigadores que dejó la Comisión Internacional contra la Impunidad en Guatemala, (CICIG), desmantelada por el gobierno anterior, acotó en la entrevista que en el gremio de abogados del país se sabía que la actual fiscal general Porras solo podría retener su silla con la reelección el próximo año si lo removía del cargo.
Y que a Giammattei “cuando le anunciaron que yo saldría de la Fiscalía pudo haberle provocado mucha satisfacción”. Sandoval está fuera del país para proteger su seguridad, como ha ocurrido con los anteriores fiscales exiliados en Estados Unidos, entre ellos Thelma Aldana, porque intentaron desmantelar las redes de corrupción en Guatemala.
El sector privado pide limpieza en clase política
Ante la situación desatada en el país y las lecturas jurídicas se que se han hecho sobre el despido del fiscal, sumado a la ola de malestar general, el sector privado también reciente el accionar.
El presidente del Comité Coordinador de Asociaciones Agrícolas, Comerciales, Industriales y Financieras (CACIF), Hermann Girón, habla con la Voz de América y dice que el sector privado también le interesa hacer frente a la corrupción.
Porque cada vez hay más claridad desde las patronales que un estado corrupto genera desconfianza para canalizar inversiones y socava cualquier esfuerzo que pudieran hacerse para impulsar el desarrollo.
En cuanto al embrollo creado opina que esto deja claro que donde está el mayor problema es en la clase política, porque es donde se toman esas decisiones.
Hermann Girón dice coincidir con los análisis hechos que el despido del fiscal cabe en las funciones constitucionales que tiene la fiscal Porras –desde la lectura jurídica- y apuesta porque en lugar de personificar instancias se trabaje en la línea de robustecer las instituciones.
Mensajes descifrados desde el exterior
En centros de análisis e instituciones de cooperación con la sociedad civil en el Triángulo Norte de Centroamérica, como la Fundación Internacional Seattle, miran con preocupación cómo el país que parecía empezar a navegar en dirección hoy muestra que hay mucho por hacer y plantea un reto adicional para Estados Unidos que había conectado con Guatemala.
El director de Políticas e Iniciativas Estratégicas de la Fundación Seattle, Eric Olson, comenta a VOA que el despido y exilio del fiscal Porras es un golpe más en la cadena de sucesos que han llevado a la expulsión de funcionarios importantes que intentan combatir la corrupción.
Este hecho -según Olson- manda un mensaje fuerte a la comunidad internacional “pero lo más importante es lo que le dice al pueblo guatemalteco y al movimiento social”, este experto lee como muy importante que la respuesta popular desatada este jueves contra el establecimiento, ha nacido en la sociedad civil y más importante aún en las comunidades indígenas y rurales.
La convocatoria al paro nacional y protestas surgió del movimiento campesino 48 Cantones y fue retomado por estudiantes, pequeños comerciantes, sindicatos, organizaciones sociales de las principales urbes del país.
“No solo se manifiestan personas en la capital, la fuerza mayor viene del interior del país, es importante porque no es un movimiento de elite de Guatemala que se preocupa por el estado derecho”, explica Olson.
En la misma línea de los comentarios de Eric Olson, los guatemaltecos residentes en Estados Unidos también quieren ser parte del movimiento de su país que levanta la voz ciudadana para desde el exterior poner el foco en Guatemala.
Carlos Lam, director ejecutivo de la Asociación Guatemaltecos sin Fronteras, en el área de Washington, comenta a Voz de América que los guatemaltecos en el exterior también se indignan.
Incluso antes que tomara fuerza las protestas en su país hicieron una parada frente a la Embajada de Guatemala en Washington, el lunes reciente, para señalar la corrupción en todos los niveles del gobierno y sobre todo la falta de pesos y contrapesos entre poderes del estado y mostrar su rechazo por la destitución del fiscal anticorrupción.
Al igual que sus compatriotas en el territorio nacional exigen la salida de la fiscal general Porras y del presidente Giammattei como primer paso para recuperar la institucionalidad del país.
“La vicepresidenta Kamala Harris, senadores y funcionarios de alto perfil de la administración Biden han mostrado su decepción”, comenta Carlos Lam a VOA.
Lam no duda en exponer otro punto que debe preocupar -en su calidad de inmigrantes dice- que situaciones como la que está experimentando Guatemala son combustible para empujar las migraciones hacia Estados Unidos.
Aspecto en que coinciden los otros analistas y es una llamada de atención a Estados Unidos.
Reflexionan que un guatemalteco promedio mira perdidas sus esperanzas al ver su país dominado por ese flagelo y que tenderá a ver cómo sale del país en ruta a Estados Unidos, un asunto que que además es de alta preocupación para Washington.
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