La Catedral de Sal de Zipaquirá, la primera maravilla de Colombia, está en una antigua mina que durante esta Navidad volverá a estar cargada de colores y luces navideñas que conducen a los turistas hacia el interior de la tierra, donde podrán apreciar un pesebre hecho de piedras de sal, al que se llega por un intrincado pasadizo de túneles construidos por los mineros.
Es un lugar inquietante, de pasadizos oscuros, en los que por algunos lugares de recorrido se percibe un olor a azufre en el aire, pero al mismo tiempo espectacularmente bello, que espera para esta Navidad, con sus juegos de luces y figuras en 3D, alrededor de 70.000 visitantes.
“El pesebre está construido en roca de sal donde tenemos los bueyes, José, María y el Niño Dios y tienen una imponencia de 10 metros de altura y tres de ancho”, le dijo a la Voz de América, Yenny Páez, la gerente general de Catedral de Sal de Zipaquirá.
En el interior de la mina, el templo recibe a los turistas con tres naves que representan el nacimiento, la vida y la muerte de Cristo en la tradición católica. La capilla recibe al año, entre turistas y peregrinos de diferentes partes del mundo, alrededor de 600.000 visitantes.
“Muy bueno, no esperábamos esta decoración tan bonita”, “Muy bonito, llegó mucha gente que estaba esperando esta iluminación”, “Muy lindo, hermoso todo el recorrido”, son algunas de las frases que recogió la Voz de América en el recorrido de los turistas que apreciaban el pasado jueves -asombrados- la iluminación.
De estos túneles y cavernas ya no se extrae sal, atrás quedó el pasado minero y las millones de toneladas de este compuesto químico que fue el motor de la economía en la región cercana a Bogotá y que ahora es un lugar de culto.
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