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Cataluña: Una revolución surrealista


Manifestantes agitan banderas separatistas catalanas durante una manifestación organizada por los movimientos independentistas catalanes, tras el encarcelamiento de sus dos líderes Jordi Sánchez y Jordi Cuixart, en Barcelona, el 21 de octubre de 2017.
Manifestantes agitan banderas separatistas catalanas durante una manifestación organizada por los movimientos independentistas catalanes, tras el encarcelamiento de sus dos líderes Jordi Sánchez y Jordi Cuixart, en Barcelona, el 21 de octubre de 2017.

En lo que se refiere a las revoluciones políticas, la aspiración de los separatistas catalanes de independizarse de España debe ser considerada como una de las más surrealistas de la memoria reciente.

No hay cócteles Molotov o barricadas u otros rasgos de insurgencia. De hecho, no hay un punto de referencia geográfico que la distinga como la Plaza Tahrir en El Cairo, o la Plaza Maidan en Kiev, Ucrania.

Pero hay hordas de turistas abarrotando los callejones del Barrio Gótico, probando los sabores de Barcelona, una ciudad próspera y bendecida por el sol, a pesar de una caída del 20 por ciento en el turismo.

Situada entre el Mediterráneo y la montaña del Montserrat, Barcelona ofrece una cocina única que combina pescado y carne, desde la butifarra al chorizo picante, y a la fideuá, una paella de fideos con mariscos típica del mediterráneo español. Tiene una vibrante vida nocturna con fiestas que atraen a los famosos del mundo, y solo se pone en marcha cuando la mayoría de los europeos del norte ya están acostados durante mucho tiempo, y termina al amanecer.

El turismo, así como las bulliciosas calles comerciales bordeadas de árboles como La Rambla, de un kilómetro de largo, ofrecen un telón de fondo discordante para una crisis política que tendrá repercusiones no solo importantes para los españoles y los catalanes, sino también para una Europa temerosa de que surjan otros nacionalismos en un continente que no está preparado para enfrentar disputas fronterizas volátiles, que pueden escalar rápidamente con consecuencias imprevistas.

Mientras los separatistas de la convulsionada región noreste de España y los políticos de Madrid intercambian amenazas, los cuidados jardines del Parlamento de Cataluña, están llenos de grupos escolares y de turistas adultos que tratan de completar su visita en medio de las cámaras y reporteros de televisión.

No hay noticias: las cámaras estacionadas fuera del parlamento catalán han permanecido sin actividad a la espera de acontecimientos entre Barcelona y Madrid.
No hay noticias: las cámaras estacionadas fuera del parlamento catalán han permanecido sin actividad a la espera de acontecimientos entre Barcelona y Madrid.

"Eleanor, ¡deja de alimentar a las palomas!", ordena a una de los adolescentes que supervisa un profesor británico barbudo.

Cuando esta periodista, a la que mira con creciente sospecha le pregunta si, ¿Sus alumnos han expresado alguna opinión sobre la situación entre los separatistas catalanes y Madrid?.

Él responde con un enfático "No...Nos mantenemos alejados de ese tipo de cosas". Luego parte a llamar nuevamente la atención a sus adolescentes que comienzan a desbandarse, descartando los restos de sus almuerzos a medida que se toman selfies. ¿Niñas, a dónde van? pregunta.

Cerca de allí, largas filas de niños de escuelas primarias catalanas, esperan para entrar al Parlamento regional, un imponente edificio que fue un arsenal militar en el siglo XVIII.

Estudiantes de escuela primaria, tienen que esquivar a los medios para acercarse al parlamento catalán.
Estudiantes de escuela primaria, tienen que esquivar a los medios para acercarse al parlamento catalán.

Los separatistas catalanes han prometido convocar a masivas no violentas para contrarrestar a las fuerzas que la Policía Nacional de Madrid envíe para cerrar el Parlamento, posiblemente este fin de semana, por lo que probablemente no habrá lugar para los adolescentes de paseo o niños de escuela primaria visitantes.

La imposición de un gobierno directo por parte de Madrid sobre la Cataluña rebelde corre el riesgo de crear los álgidos puntos geográficos que ahora carece la independencia: el parlamento y la emisora pública de la región podrían transformarse rápidamente en plazas Tahrir, si Madrid exagera la fuerza.

Pero por ahora no hay nada que sugiera que se esté haciendo historia en el Parque de la Ciudadela, excepto por los equipos de televisión merodeando ansiosos por un gran desarrollo y un poco más de rapidez en este prolongado juego de ajedrez de un enfrentamiento político. Todo está muy lejos de "La Pasionaria", una heroína republicana española de la guerra civil española, y los puentes internacionales.

Para las agencias de noticias extranjeras, esta crisis que para y empieza ha sido frustrante para cubrir. ¿Cuándo enviar reporteros y camarógrafos, y cuándo retirarlos? ha puesto de cabeza a los editores, que temen no tener una presencia cuando algo explote, pero son reacios a malgastar dinero manteniendo a equipos en el terreno todo está tranquilo.

Estas preguntas no preocupan a los turistas que abarrotan las calles del Barrio Gótico. Su mayor dilema es qué restaurante elegir. El sonido que más se repite en las callejuelas estrechas del vecindario es el sonido de los equipajes rodantes arrastrados sobre los adoquines.

Una sociedad dividida

Pero a pesar de la sensación de normalidad, en privado, detrás de las escenas públicas, los catalanes están enojados y alarmados e incluso divididos. La crisis de la independencia ha generado un impacto real, especialmente en términos de la dividida sociedad catalana, una polarización que comienza en las cocinas, evocando problemas de identidad y orgullo.

Partidarios del Atlético de Madrid, sostienen una bandera española que dice: "Cataluña es España" durante un partido de fútbol de la Liga española entre el Atlético de Madrid y Barcelona en el estadio Metropolitano de Madrid, España, el 14 de octubre de 2017.
Partidarios del Atlético de Madrid, sostienen una bandera española que dice: "Cataluña es España" durante un partido de fútbol de la Liga española entre el Atlético de Madrid y Barcelona en el estadio Metropolitano de Madrid, España, el 14 de octubre de 2017.

"Lo que no se puede olvidar, es el efecto que ha tenido la crisis en las familias y amigos. Cuando los viejos amigos comienzan a lanzarse acusaciones y la política es prohibida en las comidas familiares, entonces hay un problema, no importa qué terminen haciendo los políticos", dice Jaz Allen-Sutton, un escritor británico residente en la zona rural de las afueras de Barcelona.

Los medios internacionales se centran más en la división entre Cataluña y el resto de España. Pero la división entre los catalanes es más amplia.

Ciudadanos agitan banderas de Cataluña y España mientras celebran un día de fiesta conocido como el "Día de la Hispanidad" en Barcelona, España, 12 de octubre de 2017.
Ciudadanos agitan banderas de Cataluña y España mientras celebran un día de fiesta conocido como el "Día de la Hispanidad" en Barcelona, España, 12 de octubre de 2017.

Para muchos, existe un temor real a las consecuencias económicas de la secesión. Algunos catalanes han estado transfiriendo sus cuentas bancarias a otras regiones de España como medida de precaución, por temor a lo que pueda ocurrir con sus ahorros si Cataluña declara su independencia.

Si hay independencia, significaría salir también de la Unión Europea, a pesar de las negaciones ingenuas de los líderes separatistas.

"Los separatistas piensan que todo será tan feliz y perfecto después de que nos vayamos, pero no será así. ¿Vamos a tener el euro? La gente realmente tiene miedo y está yendo a los bancos. Estoy preocupada por nuestro dinero que está en el banco, mañana puede no estar allí ", dice Alba, una madre catalana.

Otro aspecto surrealista de la crisis de independencia, es cuán poco debate serio ha habido sobre el probable impacto económico de la secesión, incluso menos que en la época previa a la votación del Brexit, el año pasado.

Temerosas de salir de la Unión Europea, más de mil empresas han trasladado su sede fuera de Cataluña, incluidos los principales bancos.

La falta de debate económico es especialmente irónica, teniendo en cuenta que las raíces de este último surgimiento del nacionalismo catalán, se encuentra en la crisis financiera de 2008-2010. Cataluña puede ser próspera, pero no para todos. La región ha sufrido severos recortes de austeridad; incluso antes de que los recursos se volvieran más escasos, muchos ya se habían quedado atrás, en los buenos tiempos.

El periodista suizo Raphael Minder, señala en su nuevo libro sobre la política rebelde catalana, "La lucha por Cataluña", que el actual desafío separatista catalán está "sin duda vinculado a la crisis financiera". Y agrega: "Cuanto más escasos son los recursos, más la gente tiende a reforzar su autoestima a través del orgullo nacional ".

Muchos catalanes, sin embargo, están preocupados de que el orgullo pueda anteceder a una caída.

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