Gabriela Castillo, de 21 años, votará por primera vez en unas elecciones en Venezuela el año próximo. Desmotivada por la situación política en su país, no se había inscrito antes en el registro electoral hasta que la iniciativa de un activista, que capta a potenciales electores fuera del padrón, la movió a sumarse.
“Es una generación que tiene ocho años escuchando que no vale la pena votar, ocho años escuchando que no tiene ningún sentido participar, que no vale la pena registrarse”.Samuel Díaz, activista.
El presidente Nicolás Maduro aspira a un tercer período de seis años en los comicios del próximo año, cuya fecha aún no ha sido anunciada por la autoridad electoral. Su rival se elige en las primarias que la oposición organiza para octubre, sorteando infinidad de obstáculos.
“Había perdido un poco la confianza y la motivación”, admite Castillo a la Voz de América, poco después de registrar su nombre en el organismo.
Castillo está junto a Samuel Díaz, de 30 años, que una vez por semana reúne a un reducido grupo de jóvenes que se encuentran fuera del sistema electoral y los traslada en su auto a la única oficina disponible en Caracas para este trámite.
“Estaba con los papás de una amiga y me dijeron que su hija menor no estaba registrada, y la semana siguiente fui y llevé a la hija y a tres personas más” a inscribirse, explica Díaz a la VOA, y dice que no ha parado desde entonces.
Díaz compartió la iniciativa en redes sociales y fue recibida con júbilo por los internautas.
“La verdad es que yo no esperaba que la publicación en Twitter (ahora X) tuviera la recepción que tuvo y eso llevó a que mucha gente me escribiera por privado”, comenta Díaz que además es director de la ONG Nutriendo el Futuro, una iniciativa que alimenta a niños en Venezuela.
También fue líder estudiantil y hoy se fragua su camino en la política.
En Venezuela hay 3,5 millones de votantes potenciales fuera del registro electoral, según la asociación civil Voto Joven, que ha solicitado sin éxito al Consejo Nacional Electoral (CNE) jornadas especiales para reducir este número.
En agosto, fue nombrada por el Parlamento, con mayoría chavista, una nueva directiva de la autoridad electoral.
Elvis Amoroso, elegido como presidente de ese organismo, está sancionado por Estados Unidos y fue quien inhabilitó a líderes opositores como la favorita María Corina Machado y su más cercano rival, Henrique Capriles, para ocupar cargos públicos.
“Despolitización” y obstáculos
Oswaldo Ramírez, director de la firma ORC Consultores, explica a VOA que “sólo el 45 % de la gente tiene una alta disposición a estar participando en la elección presidencial”, según sus encuestas.
Y señala que “pudiéramos estar en la presencia de un fenómeno de despolitización (...) que lleva a la gente decir, ‘bueno, sí, yo quiero un cambio político, pero la realidad es que no estoy dispuesto a apoyar a alguien hasta que vea unidad o hasta que vea efectivamente la posibilidad cierta de que ese camino electoral va a lograr efectivamente el triunfo’”.
Gabriela Castillo tenía menos de 17 años cuando Venezuela fue sacudida en 2017 por una ola de protestas sociales originada por la crisis institucional en el país, que duró meses y que dejó más de 120 fallecidos, según oenegés.
“Después de eso”, explica, comenzó a cuestionarse si valía la pena votar. “Perdí la motivación (...) (de) ver cómo funciona el sistema jurídico”, insiste.
Además que la oposición tradicional se marginó de elecciones como la presidencial del 2018 -desconocida por Estados Unidos y otro medio centenar de países y dio paso a la fracasada figura del gobierno interino de Juan Guaidó, hoy exiliado-, y la legislativa del 2020.
Ambas fueron tachadas de fraudulentas y de no ofrecer garantías electorales.
“Es una generación que tiene ocho años escuchando que no vale la pena votar, ocho años escuchando que no tiene ningún sentido participar, que no vale la pena registrarse”, explica Samuel Díaz, que señala que es ese uno de sus principales obstáculos al momento de captar a más jóvenes.
También lucha contra la escasa información en los medios de comunicación y la falta de oficinas habilitadas para llevar a cabo el proceso.
Iniciativas como la de Samuel comienzan a surgir en el resto del país. Los trámites para inscribirse como nuevo votante o actualizar datos sólo puede hacerse en una única oficina por estado, una tarea compleja para aquellos que residen en zonas retiradas de las capitales.
Y aunque Gabriela no necesariamente se siente representada por ningún precandidato presidencial, está convencida hoy que es necesario registrarse y votar.
“El derecho al voto es completamente fundamental si se quiere ver un cambio, sea cual sea el candidato electo para el año que viene”.
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