La policía brasileña busca la rendición de unos 500 narcotraficantes atrincherados en un conjunto de favelas conocido como Complejo de Alemao, en Río de Janeiro, y les ha dado un ultimátum para que se entreguen y eviten un baño de sangre.
Desde el día 22 de noviembre unos 17 mil 500 policías apoyados por 800 efectivos de las fuerzas armadas y tanquetas entraron a los barrios marginales cariocas y desde entonces se han enfrascado en una batalla campal contra los narcotraficantes en busca de pacificar la ciudad.
El despliegue en Alemao ocurre después de que la policía logró recuperar el control de la vecina favela de Vila Cruzeiro, desde donde centenares de narcotraficantes huyeron y lograron reagruparse.
La complejidad de la operación contra los narcos radica en que las favelas de Alemao están atravesadas por infinidad de angostas callejuelas con una alta densidad de población, estimada en 400 mil personas.
Las autoridades quieren detener a los responsables de una ola de ataques e incendios de al menos un centenar de vehículos perpetrada como aparente demostración de fuerza para sembrar el pánico en la ciudad, que será sede de los Juegos Olímpicos 2016.
Desde el inicio de la operación, los enfrentamientos entre las fuerzas del orden y los delincuentes han dejado al menos 35 muertos, decenas de heridos y 212 detenidos.
Muchos de los habitantes de las favelas han huido de sus hogares y se han llevado con ellos sus pertenencias por temor a que, aunque la policía consiga su objetivo, se produzca un recrudecimiento de la violencia.
Alemao está considerado un reducto del denominado Comando Vermelho (Comando Rojo) , uno de los grupos criminales más antiguos de la ciudad y entre los tres más grandes del narcotráfico en Río de Janerio.
El cabecilla del comando, actualmente en la cárcel y a quien llaman Marcinho VP, está acusado de organizar desde la prisión los últimos incendios y ataques a puestos policiales de la ciudad.