Las elecciones presidenciales de Brasil se decidirán en una segunda vuelta electoral el 30 de octubre entre el presidente derechista Jair Bolsonaro y el líder izquierdista Luiz Inacio Lula da Silva, informó el domingo la autoridad electoral nacional.
Con el 99,18 % de las máquinas de votación contadas, Lula tenía el 48,24 % de los votos válidos, frente al 43,36 % de Bolsonaro, de acuerdo a los datos divulgados por el Tribunal Superior Electoral (TSE).
El resultado del domingo deja fuera de alcance una victoria en primera vuelta.
Brasil cuenta con más de 150 millones de posibles votantes y votar es obligatorio, pero como se esperaba, la tasa de abstención es superior al 20 %, de acuerdo a los resultados oficiales.
De acuerdo a las reglas electorales de Brasil, se precisa de una segunda ronda cuando ningún candidato obtiene más del 50 % de los votos válidos.
Lula
Lula, de 76 años, votó en el estado de Sao Paulo, donde fue obrero metalúrgico y líder sindical. Salió de la pobreza para llegar a la presidencia y se le reconoce la creación de un gran programa de prestaciones sociales durante su mandato entre 2003 y 2010 que ayudó a llevar a decenas de millones de personas a la clase media.
Pero también se le recuerda por la implicación de su gobierno en amplios escándalos de corrupción que involucraban a políticos y ejecutivos de empresas.
Las propias condenas de Lula por corrupción y lavado de dinero le supusieron 19 meses de prisión y lo dejaron fuera de la campaña presidencial de 2018, que según los sondeos lideraba frente a Bolsonaro. La Corte Suprema anuló más tarde la condena de Lula con el argumento de que el juez no había sido imparcial y conspiró con la fiscalía.
La última encuesta de Datafolha publicada el sábado mostraba que el 50 % de los consultados que pensaban votar dijeron que optarían por Lula, frente al 36 % por Bolsonaro. La firma entrevistó a 12.800 personas, con un margen de error de más/menos 2 puntos porcentuales.
Bolsonaro
Bolsonaro creció en una familia humilde antes de entrar en el ejército. Más tarde entró en política después que fue expulsado del ejército por su presión explícita para que se subiera el salario de los militares. Durante sus siete legislaturas como parlamentario minoritario en la cámara baja del Congreso expresó a menudo su nostalgia por las dos décadas de dictadura militar en el país.
Sus gestos a las fuerzas armadas han causado preocupaciones de que su posible rechazo de los resultados electorales puedan contar con el apoyo de oficiales de alto rango.
Tras votar en Rio de Janeiro y portando una camiseta con los colores de la bandera brasileña, Bolsonaro dijo a periodistas que unas elecciones justas deben ser respetadas y que la primera ronda será decisiva. Cuando se le preguntó si respetaría los resultados, alzó el pulgar y se fue.
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