El ex presidente de Brasil, Luiz Inácio Luda da Silva, encabeza los sondeos para las elecciones presidencial del 2018, pese a afrontar varios cargos por corrupción, la pesquisa por sobornos más grande de la historia de Brasil y la destitución de la sucesora que él mismo designó.
De acuerdo a una encuesta de Datafolha, Lula ganaría la primera ronda de votaciones, con 21 por ciento de los votos superando así a la ex ministra del Medio Ambiente, Marina Silva, que consigue 19 por ciento.
La misma encuesta le situó por detrás en una posible segunda vuelta contra la Silva, con un 34% de los votos frente al 43% de Silva. El margen de error de la encuesta era de más menos 2 puntos porcentuales.
Lula, como le conocen los brasileños, ya recorre el país para transmitir la idea de que puede traer de nuevo la prosperidad al país más grande de América Latina.
"Lula tiene el 'puedo hacer a Brasil grande de nuevo' '', dijo Monica de Bolle, miembro destacado del Peterson Institute for International Economics, con sede en Washington.
El regreso de Lula a la política parece tan inevitable para los brasileños como extraño para los forasteros.
Pese a los cargos en su contra, el carismático expresidente sigue siendo una figura clave en el país: un exlíder sindical y obrero que luchó por la democracia durante la dictadura del país y luego gobernó durante su conversión en potencia económica global. Su presidencia, de 2003 a 2010, coincidió con un florecimiento económico sin precedentes en Brasil y muchos le veneran por haber utilizado esas ganancias para sacar a millones de personas de la pobreza.
Quizá sea igual de importante que la reciente inestabilidad política y la investigación sobre sobornos han dejado pocos candidatos viables de izquierdas aparte de él.
Lula está acusado en cinco casos distintos de delitos como aceptar sobornos, tráfico de influencias y obstrucción a la justicia.
Mientras no tenga una condena, intentar bloquear la candidatura de Lula sería inviable a nivel político, dijo Sergio Praça, politólogo en la Fundaçao Getúlio Vargas en Río de Janeiro. El expresidente ha restado importancia a los cargos en su contra afirmando que tienen motivaciones políticas y si interfirieran con su candidatura tendría aún más munición para denunciar juego sucio, indicó Praça.
Incluso si es condenado, Silva podría recibir sólo una reprimenda, dijo De Boller, que también es profesora en la Johns Hopkins' School de Estudios Internacionales Avanzados.
"Brasil tiene estas leyes supuestamente muy estrictas sobre quién puede presentarse a la presidencia", explicó. "Pero, por supuesto, Brasil también tiene un historial de dejar pasar cosas cuando quieren dejarlas pasar".