Bolivia designó a un embajador ante Estados Unidos después de 11 años de distanciamiento diplomático entre ambos países.
La canciller Karen Longaric posesionó el martes a Walter Óscar Serrate Cuellar en el cargo, quien fue en el pasado embajador boliviano ante la ONU, según informó la Cancillería.
Serrate fue designado por decisión directa del gobierno de la declarada presidenta interina Jeanine Añez y sin el aval de la Asamblea Legislativa, dominada por el Movimiento al Socialismo (MAS), el partido de Morales, quien renunció el 10 de noviembre cercado por protestas que lo acusaban de montar fraude electoral para reelegirse a un cuarto mandato consecutivo.
En septiembre de 2008, el gobierno izquierdista de Morales expulsó al embajador estadounidense Philip Goldberg, al que acusó de confabular con sus rivales políticos cuando el mandatario afrontaba una dura ofensiva de la oposición.
Morales llegó a declarar a Goldberg “persona no grata” y lo acusó de buscar “la división de Bolivia” con los opositores de ese momento.
Desde entonces las relaciones con la principal potencia no se normalizaron y la embajada estadounidense quedó a cargo del Encargado de Negocios.
Tras la salida del embajador, Morales expulsó también al Departamento Antidrogas de Estados Unidos (DEA) a la que acusó de presunto espionaje y en 2013 ordenó la salida de la Agencia de Estados Unidos para el Desarrollo Internacional (USAID), a la que acusó de injerencia en asuntos internos.
Estados Unidos y Bolivia negociaron por varios años las bases de un “acuerdo marco de respeto mutuo” que nunca llegaron a firmar.
Morales se refugió en México tras renunciar por señalamientos de montar un fraude para reelegirse a un cuarto mandato. Los 35 días de protestas impulsadas por opositores y seguidores de Morales dejaron al menos 33 muertes, según un último recuento del Defensor del Pueblo.