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Bolivia se encamina a otro ciclo político


El presidente Evo Morales rechaza debatir con sus críticos. “Yo debato con el pueblo”, ha dicho. Reivindica la estabilidad económica y agita algunas veces el fantasma de la crisis argentina.
El presidente Evo Morales rechaza debatir con sus críticos. “Yo debato con el pueblo”, ha dicho. Reivindica la estabilidad económica y agita algunas veces el fantasma de la crisis argentina.

Por más de una década, Bolivia ha sido un país relativamente estable en Sudamérica, pero eso podría cambiar.

Los comicios presidenciales del 20 de octubre generan inquietud en los bolivianos ante la posibilidad de cambios próximos. El presidente Evo Morales busca un cuarto mandato consecutivo después de casi 14 años en el poder, pero la merma en su popularidad ha provocado que analistas y políticos anticipen el fin de la hegemonía del partido de gobierno y el regreso de una democracia multipartidaria incluso si se reelige. Por otra parte, los economistas pronostican inminentes ajustes para evitar un deterioro económico.

Se vaya o se quede, Morales dejará huella: a punto de cumplir 60 años, no sólo es el primer presidente indígena que ha tenido Bolivia, sino que también ostenta el mandato más largo de la historia. Gracias a su control casi total del Legislativo, ha dominado a los otros poderes del Estado. Eso le permitió garantizar estabilidad y crecimiento, aunque la economía no se salvó de verse afectada por las crisis de sus vecinos, Argentina y Brasil.

“La democracia multipartidaria se perdió desde que Morales llegó al gobierno en 2006. Su partido ejerció una especie de hegemonía política”, dijo el analista Rafael Archondo.

Tras perder un referendo en 2016 que rechazó su reelección, Morales logró que el Tribunal Constitucional le concediera un fallo que lo habilitó a postularse a pesar de la controversia pública y de una prohibición prevista en la Constitución que él mismo aprobó. Sin embargo, esa derrota frente al pueblo aceleró el desgaste del gobernante y empoderó a la oposición.

Carlos Mesa, quien se desempeñó como presidente interino entre 2003 y 2005 es el retador más cercano, mientras que el senador de centroderecha Óscar Ortiz, va tercero en las encuestas. Ambos se catapultaron exigiendo el respeto al voto ciudadano.

A pesar de esto, dado que el tribunal electoral avaló la postulación del mandatario y ha sido señalado por ser complaciente con el poder, se ha generado inquietud en círculos diplomáticos.

“Me preocupa un día después de las elecciones. Hay un clima de desconfianza y es preciso garantizar que las elecciones sean lo más limpias posible”, declaró públicamente el embajador alemán Stefan Duppel.

Representantes de la Unión Europea y de Naciones Unidas han pedido al tribunal garantizar los comicios.

Por otra parte, el escenario económico también plantea preocupaciones. “Hemos llegado a un punto tal que el tema principal es evitar caer en una crisis”, dijo en un reciente coloquio Juan Antonio Morales, expresidente del Banco Central.

El déficit fiscal crece desde hace seis años y en 2018 se situó en torno al 7% del PIB. También se registra inversión privada baja, rápida disminución de reservas, tipo de cambio fijo, aumento de la deuda pública con precios internacionales todavía bajos y una economía aún anclada a la extracción de materia prima.

“El modelo económico boliviano ha tenido éxito. El país se ha transformado en uno en desarrollo y muy endeudado a una economía de más rápido crecimiento en la región, pero Bolivia está en una encrucijada: necesita revaluar la sostenibilidad económica de su modelo y precisa una reflexión sobre crecientes tensiones”, opinó el experto en deuda externa y derechos humanos de la ONU, Pablo Bohoslavsky, en su reciente visita al país para evaluar la economía.

“El tipo de cambio fijo para controlar la inflación conlleva un aumento en el precio de importación y un creciente déficit en balanza de pagos”, acotó.

Los hidrocarburos, la principal industria del país en manos del Estado, están casi estancados. “En los últimos trece años no hubo aportes significativos de reservas. Bolivia está atendiendo el mercado externo y el nacional con una producción en declinación”, dijo el experto Carlos Miranda.

Sin embargo, el ministro de Economía, Luis Arce, salió al paso de los detractores. “El modelo permitió al país liderar la tasa de crecimiento del PIB en Sudamérica por seis gestiones. Y no es por buenos precios internacionales. En los últimos trece años, los precios de los productos que exporta Bolivia, incluyendo el gas, tuvieron un fuerte descenso por la crisis internacional”. Organismos como la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL), el Banco Mundial e incluso el Fondo Monetario Internacional, reconocieron “estos logros inéditos de la economía boliviana”, escribió Arce.

Una de las decisiones clave del futuro gobierno tendrá que ver con el precio de los carburantes, que están subvencionados y congelados desde hace 15 años. La demanda de gasolina y diésel es menor a la producción y el saldo debe ser importado a precio internacional para venderse a precio subvencionado, a 0,49 de dólar por litro.

La subvención creció de 525 millones el primer semestre de 2018 a 905 millones en similar periodo de 2019, según cifras oficiales. Morales ajustó los precios en 2010 pero tuvo que retroceder ante duras protestas.

“Si sube la gasolina será jodido, subirá todo. No creo que dure”, dice el taxista Elías Gutiérrez.

Un aumento podría disparar la inflación.

Para reducir la subvención, el gobierno de Morales impulsó este año la producción de etanol y biodiesel y para ello debió ampliar la frontera agrícola, pero los recientes y devastadores incendios de un bosque han disparado críticas al mandatario en plena campaña electoral.

Morales rechaza debatir con sus críticos. “Yo debato con el pueblo”, ha dicho. Reivindica la estabilidad económica y agita algunas veces el fantasma de la crisis argentina.

El gobernante impulsó una incipiente industrialización para transformar el gas natural en fertilizante y está apostando a la exportación futura de electricidad. Su plan de fabricar baterías de litio en Bolivia para aprovechar una de las mayores reservas mundiales de ese recurso todavía es un proyecto.

El gobierno parece estar buscando una “solución rápida” ante la caída de ingresos, expandiendo la agricultura, opinó el ex ministro de Hidrocarburos, Álvaro Ríos.

Sin embargo, los devastadores incendios forestales de septiembre han puesto en entredicho esa política y han hecho perder puntos al mandatario.

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