El hijo mayor del vicepresidente Joe Biden, Beau, de 46 años, murió este sábado tras batallar contra un cáncer en el cerebro durante varios años, según anunció el mismo vicepresidente.
El joven Biden, un abogado, miembro de la Guardia Nacional y ex fiscal general del estado de Delaware había sido hospitalizado a principios del mes en el hospital militar Walter Reed de la capital estadounidense. En ese momento la familia no quiso decir cuál era el padecimiento.
"La familia Biden entera ha sido entristecida de una manera indescriptible. Sabemos que el espíritu de Beau vivirá en todos nosotros –especialmente a través de su valiente esposa, Hallie, y dos extraordinarios hijos, Natalie y Hunter", dijo el vicepresidente en un comunicado divulgado el sábado por la noche.
Beau Biden había sufrido un derrame cerebral leve en 2010 y fue sometido a cirugía en un hospital oncológico de Texas donde le fue removido lo que fue descrito como una pequeña lesión.
El año pasado anunció que no buscaría un tercer período como fiscal general de Delaware, pero planeaba lanzarse como candidato a gobernador en las elecciones de 2016.
Su ascenso a la palestra política comenzó en 2008, cuando presentó a su padre en la Convención Nacional Demócrata en Denver quien aceptaba la nominación a la candidatura a la vicepresidencia.
Un mes después partiría a Irak donde permaneció durante un año, si bien asistió a la toma de posesión de enero de 2009, cuando su padre fue juramentado como vicepresidente.
El cáncer no fue su único encuentro con la muerte. Él era uno de los que viajaban en el auto de su madre, Neilla Biden (la primera esposa del vicepresidente), en diciembre de 1972, cuando se estrellaron camino de su casa, adonde llevaban un árbol de Navidad que recién habían comprado.
Su madre y una hermana murieron en el accidente, mientras Beau y su hermano Hunter sobrevivieron de milagro aunque permanecieron hospitalizados durante varias semanas.
En el discurso de 2008, Beau recordó cómo su padre, entonces recien juramentado como senador, se prometió viajar todos los días en tren desde Delaware hasta Washington y viceversa –cuatro horas diarias– para estar durante la cena con sus dos hijos sobrevivientes y hacerles el desayuno antes de partir a la escuela al día siguiente.