La decisión adoptada por el gobierno argentino de establecer una “comisión de la verdad” con las autoridades de Irán para investigar el ataque terrorista de 1994 contra la Asociación Mutual Israelita Argentina (AMIA) de Buenos Aires, equivale a un sellar un pacto con el asesino para investigar el crimen y ponerle nombre y apellido al victimario.
El extinto presidente argentino Néstor Kirchner respaldó siempre las solicitudes de extradición formuladas por los tribunales argentinos contra el ex presidente de Irán, Alí Akbar Hashemi Rafsanjani, y el actual ministro de defensa de ese país, Ahmad Vahidi, acusados de haber estado implicados en el atentado antijudío, que dejó 85 muertos y cientos de heridos.
La justicia argentina también libró en 2006 una orden de captura internacional por la misma causa contra el exjefe del servicio secreto iraní Alí Fallahijan; el exministro de Relaciones Exteriores Alí Akbar Velayati; el exagregado de la embajada de Irán en Buenos Aires Moshen Rabbani, y otros tres funcionarios.
El atentado contra la AMIA fue precedido por otro a la embajada de Israel en Buenos Aires en 1992 que provocó la muerte de 29 personas y sigue siendo una herida abierta en Argentina. Pero la presidenta Cristina Fernández de Kirchner ha dado un giro de 180 grados a la política que mantuvo en vida su esposo.
El gobierno argentino ha dicho que el objetivo es terminar de esclarecer las causas, autores y circunstancias de la explosión que sembró destrucción y muerte en la AMIA, y el canciller, Héctor Timerman, aseguró que el pacto con Irán no suplantará la acción judicial. En otras palabras, se designará por ambas partes una comisión investigadora integrada por cinco juristas de terceros países.
Lo insólito del caso es que la comisión interrogará en territorio de Irán, bajo protección del gobierno de ese país, a los sospechosos cuyos nombres figuran en las listas de captura de la Interpol. Según declaró al diario argentino La Nación el padre de una de las víctimas del atentado, Luis Czyewski , es como si los aliados antes de los juicios de Nuremberg hubiesen armado una comisión especial para ver si juzgaban o no a los nazis y cómo lo hacían.
Quienes apoyan la decisión alegan que la presidenta Fernández cree sinceramente que de esa manera sacará del punto muerto en que se hallan las investigaciones de la masacre porque Teherán se negó siempre a cooperar.
Hay quien subraya, en cambio, como los diputados Patricio Bullrich y Eduardo Amadeo del Grupo de Acción Política por la Unidad (GAPU) que la justicia argentina ya llegó a la verdad tras investigaciones exhaustivas que culpan a los iraníes del atentado, y que la salida dada ahora al caso favorece las intenciones de Teherán de levantar una cortina de humo, desviar la atención y dar a la larga por terminado el asunto.
Algunos analistas consideran que el paso dado por Buenos Aires responde a que la presidenta argentina ha terminado cediendo a la presiones de su amigo y aliado el gobernante venezolano Hugo Chávez, quien bajo los auspicios del régimen de Cuba logró tenderle una alfombra roja al mandatario iraní, Mahmoud Ahmadinejad, y ya le procuró a Teherán fuertes alianzas en América Latina con los gobiernos de Ecuador, Bolivia y Nicaragua.
Por lo pronto, el gobierno de Israel ha declarado sentirse “asombrado" y “no entender” el significado del acuerdo. En Washington, la portavoz del Departamento de Estado, Victoria Nuland, dijo que EE.UU. está “escéptico” en cuanto a los resultados porque los antecedentes de Irán en materia de cooperación internacional son del todo deficientes.
El extinto presidente argentino Néstor Kirchner respaldó siempre las solicitudes de extradición formuladas por los tribunales argentinos contra el ex presidente de Irán, Alí Akbar Hashemi Rafsanjani, y el actual ministro de defensa de ese país, Ahmad Vahidi, acusados de haber estado implicados en el atentado antijudío, que dejó 85 muertos y cientos de heridos.
La justicia argentina también libró en 2006 una orden de captura internacional por la misma causa contra el exjefe del servicio secreto iraní Alí Fallahijan; el exministro de Relaciones Exteriores Alí Akbar Velayati; el exagregado de la embajada de Irán en Buenos Aires Moshen Rabbani, y otros tres funcionarios.
El atentado contra la AMIA fue precedido por otro a la embajada de Israel en Buenos Aires en 1992 que provocó la muerte de 29 personas y sigue siendo una herida abierta en Argentina. Pero la presidenta Cristina Fernández de Kirchner ha dado un giro de 180 grados a la política que mantuvo en vida su esposo.
El gobierno argentino ha dicho que el objetivo es terminar de esclarecer las causas, autores y circunstancias de la explosión que sembró destrucción y muerte en la AMIA, y el canciller, Héctor Timerman, aseguró que el pacto con Irán no suplantará la acción judicial. En otras palabras, se designará por ambas partes una comisión investigadora integrada por cinco juristas de terceros países.
Lo insólito del caso es que la comisión interrogará en territorio de Irán, bajo protección del gobierno de ese país, a los sospechosos cuyos nombres figuran en las listas de captura de la Interpol. Según declaró al diario argentino La Nación el padre de una de las víctimas del atentado, Luis Czyewski , es como si los aliados antes de los juicios de Nuremberg hubiesen armado una comisión especial para ver si juzgaban o no a los nazis y cómo lo hacían.
Quienes apoyan la decisión alegan que la presidenta Fernández cree sinceramente que de esa manera sacará del punto muerto en que se hallan las investigaciones de la masacre porque Teherán se negó siempre a cooperar.
Hay quien subraya, en cambio, como los diputados Patricio Bullrich y Eduardo Amadeo del Grupo de Acción Política por la Unidad (GAPU) que la justicia argentina ya llegó a la verdad tras investigaciones exhaustivas que culpan a los iraníes del atentado, y que la salida dada ahora al caso favorece las intenciones de Teherán de levantar una cortina de humo, desviar la atención y dar a la larga por terminado el asunto.
Algunos analistas consideran que el paso dado por Buenos Aires responde a que la presidenta argentina ha terminado cediendo a la presiones de su amigo y aliado el gobernante venezolano Hugo Chávez, quien bajo los auspicios del régimen de Cuba logró tenderle una alfombra roja al mandatario iraní, Mahmoud Ahmadinejad, y ya le procuró a Teherán fuertes alianzas en América Latina con los gobiernos de Ecuador, Bolivia y Nicaragua.
Por lo pronto, el gobierno de Israel ha declarado sentirse “asombrado" y “no entender” el significado del acuerdo. En Washington, la portavoz del Departamento de Estado, Victoria Nuland, dijo que EE.UU. está “escéptico” en cuanto a los resultados porque los antecedentes de Irán en materia de cooperación internacional son del todo deficientes.