Mientras el mundo sigue en alerta y se implementan medidas de prevención ante posibles contagios de la COVID-19, hay quienes deben salir a las calles para buscar en la basura, el material que les ayudará a llevar un sustento diario a su hogar. Así es la vida del reciclador, también llamado recuperador ambiental.
En Colombia, podría haber aproximadamente 30.000 recicladores, según cifras de la Superintendencia de Servicios Públicos Domiciliarios (entidad que regula y supervisa proveedores de servicios públicos). Esta cifra corresponde al último informe (2019) donde aparecen registradas 319 organizaciones de recicladores en el Sistema Único de Información (SUI) de dicha entidad.
Sin embargo, no todas las personas que reciclan en este país hacen parte de alguna organización. De acuerdo con Carlos Gómez, migrante venezolano que vive en Colombia, el reciclaje les "ayuda a conseguir ingresos, pero no estamos en una organización. Conseguimos el material y lo vendemos a chatarrerías (bodegas de reciclaje). Cuando empezó la pandemia no encontramos otra opción de trabajar”.
Según la Agencia para Refugiados de la ONU (ACNUR), en Colombia, el 60 por ciento de los migrantes venezolanos no tienen ingresos. Por otro lado, Migración Colombia asegura que, a la fecha, más de 76.000 venezolanos han regresado a su país de manera voluntaria y solo en Bogotá, hay una lista de espera de 15.000 migrantes que esperan retornar a Venezuela. Muchos no cuentan con un trabajo que solvente sus gastos diarios.
Trabajar en medio de la pandemia
“En estos tiempos nos exponemos a un posible contagio del virus porque vivimos del material que encontramos en la basura y eso lo coge todo el mundo. Pero si no nos mata el hambre, nos mata la pandemia, por obligación tenemos que trabajar”, asegura Jhon Cruz, reciclador colombiano de 36 años.
El gobierno del presidente colombiano, Iván Duque, diseñó una serie de pautas frente al manejo de residuos y las medidas de prevención en la prestación del servicio público de aseo durante la pandemia. Así mismo, la Unidad Administrativa Especial de Servicios Públicos (UAESP) y la Cooperación Alemana para el Desarrollo (GIZ) han entregado kits de bioseguridad a organizaciones recicladoras y a recicladores independientes en distintas localidades de Bogotá.
“A mi esposa y a mí, que reciclamos juntos, todavía no nos han asesorado sobre usar guantes o algún traje, simplemente hacemos lo que vemos en las noticias: usar tapabocas”, comentó Cruz a la VOA.
Labor que alimenta familias
Yamileth Lubo, de 56 años, es migrante venezolana y vive en Colombia desde hace un año y medio. Trabaja como recicladora en Bogotá. “Al principio me daba miedo revisar las bolsas de basura, a veces trabajamos de noche y no se aprecia bien lo que hay adentro. Vivo de reciclar, esto me da un sustento. Pero estoy cansada y por momentos siento que abandoné a mi país”, aseguró Lubo a la Voz de América.
Aproximadamente, 12 millones de toneladas de basura se generan al año en Colombia, según cifras del Ministerio de Ambiente y Desarrollo Sostenible en dicho país. De esa cantidad total se recicla un promedio de 17 por ciento.
“Llevo casi toda mi vida reciclando. Por mi falta de estudios no he podido acceder a otros trabajos. Esta labor es dura y no es para cualquiera. Hay días de lluvia, días de poco material o mucho. Siempre es diferente”, aseguró Cruz.
Otras opciones y oportunidades
De acuerdo con Camilo Ernesto Isaza Moreno, sociólogo y especialista en investigación social, en Colombia ha habido iniciativas de proyectos educativos para jóvenes y adultos que viven en situación de vulnerabilidad económica y social, como parte de los lineamientos del Decreto 1075 de 2015.
Este decreto refiere a las poblaciones de especial protección constitucional que requieren ser abordadas por servicios como educación, cobertura de salud y acciones de carácter asociativo, en las que puedan pertenecer a organizaciones diversas. En este segmento se encuentran los recuperadores ambientales.
Sin embargo, el especialista en sociología asegura: “Estas nuevas oportunidades son un tema complejo. Muchos dicen que están acostumbrados a ese estilo de vivir y que sería difícil para ellos acoplarse a un nuevo proyecto de vida que no se relacione con el reciclaje, porque no se sienten parte de esa sociedad”.
En esa medida, el especialista enfatiza en la importancia de brindar criterios de salud y educación, además de garantizarles derechos de asociación. “Aunque desde la perspectiva tradicional se asume que su labor no tiene oportunidades, ellos sí lo ven como un proyecto de vida válido. En esos casos, se trabajaría por dignificar más su importante labor y reconocerlos en ese sentido”, agregó Isaza a la VOA.
Reciclar es compromiso de todos
“Pasamos de tener una economía lineal donde tomábamos, usábamos y desechábamos, a tener una economía circular donde ya no hablamos de residuos, sino de materias primas. Se trata de transformar esas materias primas en nuevos productos”, aseguró Mónica Montes, experta en Sostenibilidad de la Región Andina de Tetra Pak, a través de un webinar organizado por el medio colombiano Semana.
El trabajo del reciclador se complica cuando, al sacar la basura, no se separa lo que se puede reciclar y lo que no. “Muchos no saben qué pasa luego de que sacan la basura. En realidad nuestra labor, más que verla como algo sucio y no profesional, es fundamental para el medio ambiente y la sociedad”, señaló Cruz.
Luego de recoger el material reciclable, el recuperador ambiental se dirige a la bodega de reciclaje, también llamada ‘chatarrería’, donde vende este material según el peso que haya recolectado. Dicha bodega compra los materiales y los vende a otros precios en entidades que se encargan de procesarlos.