Las imágenes de cuerpos sin vida en las vías públicas de Bolivia se han vuelto más frecuentes en las últimas semanas, después de aparecer primero en Cochabamba y propagarse recientemente a La Paz y Santa Cruz, y en menor medida a otras ciudades del país.
De acuerdo con datos de la Fuerza Especial de Lucha contra el Crimen (FELCC), se recoge un muerto por hora y al menos un 85% de esas personas son víctimas de COVID-19.
El jefe de policía Iván Rojas hizo un recuento de los cuerpos encontrados y explicó a la Voz de América que se están haciendo los esfuerzos necesarios para que la acción policial sea lo más oportuna posible y se evite que los cadáveres permanezcan expuestos por más tiempo.
“De los casos que han requerido la intervención policial son 31 en La Paz, en Cochabamba tuvimos 27 procedimientos, en Santa Cruz 10, en Chuquisaca cuatro, Tarija cuatro y Potosí tres”.
Sin embargo, también expresó su preocupación por el incremento de contagios entre la policía debido a su trabajo de primera línea durante la pandemia.
“El policía también es un ser humano, también tiene un núcleo familiar. Solo pedimos a Dios que el momento que salimos de casa en horas de la mañana, que al retornar en horas de la tarde no seamos portadores de algún riesgo para nuestras familias. Pido consideración a la labor policial porque vamos a continuar atendiendo a la gente”, dijo Rojas.
Ante el incremento exponencial de los casos positivos de COVID-19 y el colapso hospitalario muchas familias se quedan sin posibilidades de acceder a un espacio en un centro de salud público e incluso privado, debido a los elevados costos de internación.
Los pedidos desesperados de ayuda en las redes sociales son cada vez más frecuentes.
“Diagnosticaron neumonía por COVID-19 a mi madre. Fuimos de clínica en clínica y al hospital general. Nadie nos recibe”, escribió la pasada semana en su cuenta de Twitter Alejandro Salamanca, un joven que vive en la ciudad de La Paz, acudiendo a los usuarios para que pudieran ayudarle.
Todo fue en vano, pues su madre falleció horas después: “Mi madre se fue. Ni el calor de mis brazos, ni mis lágrimas ni nada pudo detener su partida. Una dama buena y fuerte nos dejó. Honraré su memoria”, fue su despedida.
Como éste muchos testimonios han inundado las redes sociales en las últimas semanas, como si los espacios virtuales fueran una gran vitrina necrológica.
El drama de los muertos en las casas
La mayoría relata esa peregrinación de hospital en hospital en busca de una cama en las salas de internación. Cuando las puertas se les cierran no tienen otra opción que mantener a sus seres queridos en sus domicilios y a veces esperar lo inevitable. Algunos de esos casos son de enfermedades que no están relacionadas a la COVID-19.
Otro drama para las familias es la demora de la recogida del cuerpo, que según testimonios puede ser de horas a días y a esto se suma la crisis del sistema funerario. Miriam Jemio, una profesional dedicada a la comunicación, relató el doloroso momento que tuvo que vivir recientemente por la pérdida de su abuela.
“Después de más de 11 horas de búsqueda, conseguimos un servicio funerario que se quedara con el cuerpo hasta que haya posibilidad de enterrarlo. Lo malo es que no sabes cuándo tendrán tiempo para recoger de las casas al difunto”, dijo Jemio.
La comunicadora lamentó también la especulación de este servicio en un momento de profundo dolor.
“Todos se aprovechan para cobrarte demás. Por cualquier cosa (…) Es más fácil enterrar a quienes murieron por COVID, porque solo es meterlos a la bolsa, luego a la caja ecológica y finalmente enterrar o cremar. No hay cremaciones para los que no mueren por COVID”, explicó.
El colapso de los cementerios se ha hecho más evidente en Cochabamba, en el centro de Bolivia, donde aún se espera la habilitación de un segundo horno crematorio porque el único que había quedó rebasado.
“Se está procediendo a la instalación. Estamos estimando que entre el lunes y martes de la próxima semana este horno estaría funcionando”, informó el alcalde de la ciudad, José María Leyes.
Mientras tanto, en el departamento de Santa Cruz, que registra el mayor número de contagios con 31.656 y 891 muertos, las autoridades de salud destacan que la tasa de letalidad es de 2,6, la más baja de Bolivia y una de las más bajas en América Latina, y con un 51% de pacientes recuperados.
Las acciones preventivas en esta región son clave para la contención del virus, como explicó el epidemiólogo y director del equipo de Primera Respuesta COVID-19 de la Gobernación de Santa Cruz, Carlos Hurtado, a la VOA.
“Reforzamos primer, segundo, tercer nivel de los hospitales, habilitamos salas de recuperación para esos pacientes leves que no tienen sintomatología pero que pueden contagiar en la casa, los llevamos y encerramos ahí”, dijo Hurtado.
“Eso hizo de que podamos recuperarlos más rápidamente y que vuelvan a sus casas en los próximos 14 o 21 días”, agregó.