Quito, la capital de Ecuador, ha campeado mejor el temporal en plena pandemia con menos casos de enfermos y muertos por coronavirus, a diferencia de la ciudad de Guayaquil, donde una cifra no determinada de personas ha muerto por el mal que ha remecido al mundo.
Si bien se trata de ciudades con poblaciones semejantes –alrededor de 2,7 millones de habitantes cada una, de acuerdo con proyecciones del Instituto Nacional de Estadística y Censos- hay quienes creen que la diferencia para que en la capital del Ecuador no se acelere el contagio radica en un mayor respeto a las disposiciones de aislamiento social, pero también a la gestión municipal.
La Voz de América dialogó con el alcalde de Quito, Jorge Yunda, para conocer sus impresiones acerca de las acciones realizadas hasta aquí para controlar la epidemia.
De acuerdo con las estadísticas que ofrece diariamente el Ministerio de Salud Pública de este país, hasta este sábado 11 de abril, se evidenció una relación de 5 a 1 en cuanto al número de contagios en las dos provincias con mayor número de habitantes: En Guayas, cuya capital es Guayaquil, se registraron 5.290, mientras que en Pichincha, cuya capital es Quito, hubo 606.
Jorge Wated, quien lidera la fuerza de tarea conjunta, no ha especificado la cifra total de fallecidos en la segunda ciudad más importante del Ecuador. Sin embargo, el pasado lunes 6 de abril, en una entrevista con el periodista Carlos Vera, mencionó que la previsión era, para entonces, enterrar a un promedio de 100 personas diarias.
VOA: Señor alcalde: ¿Cómo se encuentra Quito y cuál es la afectación a causa de la enfermedad?
El mundo entero está sufriendo por esta pandemia y está pasando factura, especialmente, a quienes no hemos entendido bien lo que significa el contagio. El número de contagiados con el número de muertes está directamente vinculado. En nuestros países, en nuestras economías, en nuestras realidades sanitarias, la única herramienta válida que nos queda es el aislamiento y luchar por tener un método de diagnóstico efectivo para no encerrarnos por siempre.
El aislamiento está bien en esta primera etapa, pero ahora tenemos que conseguir pruebas, para diagnosticar quién es positivo y quién es negativo. Así han logrado vencer a esta pandemia algunos países asiáticos. Así lo han logrado algunos países europeos, que han tenido la posibilidad de realizar este tamizaje con pruebas y creo que nosotros estamos dentro de una predicción muy incalculable. No hemos salido todavía de esta situación.
Si bien es cierto, Quito tiene un menor número de contagios, persiste el peligro. Tenemos la preocupación de que cualquier momento se desborde. Es por esa razón que el Municipio se hizo cargo del cerco epidemiológico.
Hemos puesto a disposición del Comité Nacional de Operaciones de Emergencia cientos de funcionarios municipales que fueron capacitados a través de la tecnología y lo que hemos denominado un “cerco epidemiológico metropolitano”. Posteriormente, se pretende realizar un control de ese cerco. Para entenderlo mejor: los funcionarios, a través de georreferenciación, vamos a ubicar a los pacientes positivos, para que mantengan su cuarentena y aplicaremos fuertes multas a quienes la violen. Detrás de ese monitoreo, haremos una supervisión a los encargados de realizar ese control.
VOA: ¿Cuán difícil resulta controlar una ciudad como Quito?
Es muy difícil el 100% de control en nuestra sociedad. Asia nos ha dado una gran lección en obediencia, en disciplina, en tecnología, en ciencia…
Hay ciudadanos que no tienen un nivel suficiente de conciencia o parece que no creen que pueda afectarles o contagiarles. Sin embargo, la gran mayoría de quiteños ha respetado la cuarentena y quiero felicitarle. Probablemente, eso ha hecho que no se dispare una curva epidemiológica, pero no estamos libres de ese crecimiento.
Lo que sí apuntamos es a que el sistema sanitario no colapse. Que apenas demos de alta a pacientes, puedan ingresar otros nuevos, porque el momento que no los podamos atender, especialmente con las unidades de cuidados intensivos, va a pasar lo que, desgraciadamente, ha pasado en Italia, en España, en otros países y que hoy vemos que está sucediendo en los Estados Unidos.
VOA: ¿Qué lecciones deja hasta aquí lo ocurrido en Guayaquil y cómo aprovechar esas lecciones para que en Quito no suceda lo mismo?
Yo creo que en medio de esta tragedia lo más importante es justamente el aprendizaje. Es una enfermedad nueva. No existe ningún país en el mundo, ni siquiera en Wuhan (China), donde se inició la pandemia, que esté preparado para esta situación, que dejará, sin lugar a dudas, dolorosas experiencias, pero al fin, experiencias que se pueden corregir en el Ecuador y en el mundo entero.