El crecimiento explosivo del huracán Beryl, que se ha convertido en una tormenta sin precedentes, pone de manifiesto que el Atlántico y el Caribe se encuentran en una situación crítica, y el tipo de temporada que se puede esperar, de acuerdo con expertos.
Beryl batió varios récords incluso antes de que sus vientos huracanados se acercaran a tierra. La poderosa tormenta está actuando más como aquellos monstruos que se forman en el pico de la temporada de huracanes, gracias sobre todo a que actualmente las temperaturas del agua son tan altas —o más altas— como aquellas que la región normalmente alcanza en septiembre.
Beryl estableció el récord de tormenta de categoría 4 más temprana de la temporada con vientos de al menos 209 kilómetros por hora (130 mph), la primera tormenta de categoría 4 de la historia registrada en un mes de junio. También fue la tormenta más temprana que tuvo un crecimiento explosivo, con vientos que se intensificaron en 102 km/h (63 mph) en 24 horas, pasando de depresión sin nombre a huracán de categoría 4 en 48 horas.
Beryl sigue una trayectoria inusualmente meridional, especialmente para un huracán de gran intensidad, indicó Kristen Corbosiero, científica atmosférica de la Universidad de Albany.
Tocó tierra el lunes en la isla de Carriacou con vientos de hasta 240 km/h (150 mph), poco menos que una tormenta de categoría 5, y se espera que azote las islas del sureste del Caribe.
“Beryl es inauditamente extraño”, dijo el cofundador de Weather Underground Jeff Masters, un exmeteorólogo de huracanes del gobierno. “Está tan al margen de la climatología que lo miras y dices: ’¿Cómo ha podido ocurrir esto en junio?'”.
Acostúmbrense. Los meteorólogos predijeron hace meses que iba a ser un año difícil y ahora lo comparan con el récord de 1933 y con el mortífero 2005, el año de Katrina, Rita, Wilma y Dennis.
“Este es el tipo de tormenta que esperamos este año, estas cosas atípicas que suceden cuando y donde no deberían”, dijo Brian McNoldy, investigador de clima tropical de la Universidad de Miami. “No sólo que las cosas se formen e intensifiquen y alcancen mayores intensidades, sino que aumente la probabilidad de una rápida intensificación. Todo eso se está juntando ahora mismo, y no será la última vez”.
Phil Klotzbach, investigador de huracanes de la Universidad Estatal de Colorado, calificó a Beryl de “presagio potencial de cosas más interesantes que se avecinan. No es que Beryl no sea interesante de por sí, sino que puede suponer que más adelante habrá más amenazas y más tormentas de este tipo, y no sólo una, sino varias”.
La temperatura del agua alrededor de Beryl es de 1 a 2 grados Celsius (2 a 3,6 grados Fahrenheit) por encima de lo normal, con 29 °C (84 °F), lo que “es genial si eres un huracán”, dijo Klotzbach.
El agua caliente sirve de combustible para las tormentas y nubes que forman los huracanes. Según Corbosiero, de la Universidad de Albany, cuanto más caliente esté el agua y, por tanto, el aire en el fondo de la tormenta, más posibilidades hay de que alcance mayores alturas en la atmósfera y cree tormentas más profundas.
Las temperaturas de la superficie del mar en el Atlántico y el Caribe “están por encima de lo que debería ser la temperatura promedio de septiembre (el pico de la temporada), teniendo en cuenta el promedio de los últimos 30 años”, dijo Masters.
No es sólo el agua caliente de la superficie lo que importa. El contenido de calor del océano —que mide el agua más profunda que las tormentas necesitan para seguir alimentándose— está muy por encima de los niveles récord para esta época del año y de lo que debería ser el pico de septiembre, señaló McNoldy.
“Así que cuando recibes toda esa energía térmica, puedes esperar algunos fuegos artificiales”, dijo Masters.
Este año, además, hay una diferencia significativa entre la temperatura del agua y la del aire superior en los trópicos.
Cuanto mayor sea esa diferencia, más probable será que se formen tormentas y que éstas sean más grandes, afirmó Kerry Emanuel, experto en huracanes del Instituto Tecnológico de Massachusetts. “Es lo más caliente que he visto el Atlántico en relación con el resto de los trópicos”, afirmó.
Las aguas del Atlántico han sido inusualmente cálidas desde marzo de 2023 y han tenido un calor récord desde abril de 2023. Klotzbach dijo que un sistema de alta presión que normalmente establece vientos alisios colapsó entonces y no ha regresado.
Corbosiero señaló que los científicos están debatiendo qué hace exactamente el cambio climático a los huracanes, pero han llegado al consenso de que hace que sea más probable que se intensifiquen rápidamente, como hizo Beryl, y que aumente el número de las tormentas más fuertes, como Beryl.
Según Emanuel, la ralentización de las corrientes oceánicas del Atlántico, probablemente causada por el cambio climático, también puede ser un factor en el calentamiento del agua.
También puede influir la llegada de La Niña, un ligero enfriamiento del Pacífico que modifica el clima en todo el mundo. Los expertos afirman que La Niña tiende a reducir los vientos cruzados de gran altitud que decapitan los huracanes.
La Niña también suele significar más huracanes en el Atlántico y menos en el Pacífico. En el Pacífico oriental no hubo tormentas tropicales en mayo y junio, algo que sólo había ocurrido dos veces antes, según Klotzbach.
Globalmente, este puede ser un año por debajo de la media para los ciclones tropicales, excepto en el Atlántico.
El domingo por la noche, Beryl sufrió una sustitución de la pared del ojo, lo que suele debilitar a una tormenta mientras forma un nuevo centro, dijo Corbosiero. Pero ahora la tormenta ha recuperado su fuerza.
“Este es nuestro peor escenario”, afirmó. “Estamos empezando temprano, con algunas tormentas muy severas... por desgracia, parece que se está desarrollando de la manera que habíamos previsto”.
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